Desde los ministerios de Hacienda y Finanzas aseguran que la combinación de endeudamiento externo, blanqueo de capitales, desregulación de los movimientos de capitales y una nueva ley de mercado de capitales tendrá como resultado natural una expansión en la oferta de crédito para las pymes. El diagnóstico que ofrecen los nuevos ministros Nicolás Dujovne y Luis Caputo contrasta con el desempeño del financiamiento al sector privado en un año donde subieron las tasas de interés, se desarticularon iniciativas estatales para direccionar fondeo hacia la producción y se contrajo el consumo interno. A fines de 2016, los créditos en pesos crecieron 17,4 por ciento. Son 20 puntos porcentuales menos que el año anterior y cuando se descuenta el impacto de la inflación sobre la capacidad de compra de esos préstamos la cifra representa una caída de 16,8 por ciento en términos reales. Las estimaciones realizadas por el Observatorio de Coyuntura Económica y Financiera del Centro Cultural de la Cooperación precisan que el desempeño se reprodujo en todas las líneas en pesos con caídas entre 4 por ciento para el caso de los créditos personales y 29,8 por ciento para el descuento de documentos. La rehabilitación de una ancha bicisenda financiera redundó en una creciente demanda de instrumentos como las Lebac que junto con la fuga de capitales operó en detrimento de los depósitos a plazo.
Cuando se analiza el crédito bancario total al sector privado (en pesos y en dólares) medido al tipo de cambio oficial se observa una variación del 30,8 por ciento el año pasado, solo 5,6 puntos inferior al desempeño de 2015. Ese comportamiento refleja un incipiente proceso de dolarización del financiamiento local al sector privado que, según advierte el informe elaborado por el economista Marcelo Bruchanski, incrementa los riesgos para el total del sistema financiero. Entre 2015 y 2016 el financiamiento en dólares pasó del 4 al 14 por ciento del total.
¿Por qué las empresas, fundamentalmente las grandes, sustituyeron créditos en pesos por préstamos en dólares? Desde el equipo del CCC coordinado por Martín Burgos ofrecen dos argumentos. En primer lugar, porque la tasa de interés en pesos resultó ser mucho mayor que en dólares: el promedio de tasas de interés (TNA) en pesos para documentos a sola firma en 2016 alcanzó el 35 por ciento disminuyendo hasta 22 por ciento hacia el final del año, mientras que la tasa para ese mismo instrumento en dólares fluctuó entre 2 y 5 por ciento a lo largo del año. El segundo elemento que plantea Bruchanski para entender ese desempeño es la decisión del Banco Central de flexibilizar, mediante la comunicación A 5908, el destino que podía tener el crédito en dólares, previamente limitado a financiar exportaciones. El stock de crédito en dólares para las empresas aumentó exponencialmente entre diciembre 2015 y el mismo mes de 2016. El fondeo para los documentos creció de 1845 hasta una cifra cercana a los 7000 millones de dólares mientras que entre los adelantos el acumulado pasó de 21 a 270 millones de dólares
Lo que para los economistas del CCC representa un riesgo, para el Informe sobre Bancos del BCRA publicado en noviembre pasado es un activo. “El cambio de régimen macroeconómico de fines de 2015, sumado a los efectos del Régimen de Sinceramiento Fiscal, dieron lugar a un significativo incremento del fondeo por depósitos en moneda extranjera en los bancos. Estos factores, sumados a las medidas tomadas por el Banco Central para ampliar las alternativas de utilización de los depósitos en moneda extranjera (en un marco de adecuado manejo del riesgo de descalce, permitieron triplicar en los últimos doce meses el saldo de préstamos en moneda extranjera”, expresó la entidad presidida por Federico Sturzenegger donde apuestan a la “eficiencia y la competencia en la actividad bancaria”.
El Gobierno rechaza que la liberalización de los controles de capitales y el creciente endeudamiento externo sean fuentes de inestabilidad macroeconómica. Pero incluso si aumenta la oferta de crédito no existen garantías de que las pymes se beneficien en el camino. El diagnóstico oficial ignora el impacto sobre la demanda de financiamiento que tuvieron el alza en las tasas de interés, la caída del consumo y la recesión en los principales socios comerciales. El diagnóstico oficial desconoce además los escasos niveles de bancarización de las empresas locales y la renuencia del sistema financiero para financiar proyectos productivos a mediano plazo y con tasas accesibles. Por rentabilidad y seguridad, los bancos eligen financiar créditos personales y operaciones de comercio exterior. Recién cuando el BCRA y la Superintendencia de Seguros establecieron a partir de 2012 exigencias para que las entidades financieras destinen una porción del crédito a la economía real fue que el financiamiento destinado a esas actividades comenzó a incrementarse. Ni siquiera esas obligaciones ineludibles resultaron en un boom inversor pero ampliaron las herramientas disponibles en un mercado reducido y sesgado.