Cuando Oasis se estrenó en Buenos Aires, en el Luna Park, de la mano de un discazo de la talla de Be Here Now (1997), para la mayoría (con excepción de los integrantes y fans de Blur) los de Mánchester eran la mejor banda del mundo. En aquellos días a nadie se le ocurría poner en duda la inmortalidad en vida de un proyecto musical en la que su frontman, Liam Gallagher, parecía estar, especialmente a punta de carisma, a años luz de su hermano mayor, Noel. Sin embargo, dos décadas más tarde el grupo forma parte de un pasado glorioso de la música pop británica y su cantante es la sombra de lo que fue, por más que le ponga garra, tal como lo demostró en el último Lollapalooza local. Mientras tanto, el violero, devenido en cantautor full time, se transformó en un titán de la resistencia, de la lucha contra la adversidad e incluso en la mejor versión de una obra que supo sostenerse en el tiempo. Y es que, antes que darle la espalda, este héroe de la cultura contemporánea mancuniana prefirió apearse de esa identidad, y seguir adelante en el tiempo y el espacio. 

Justo eso fue lo que demostró Noel Gallagher en su show del domingo a la noche en el “templo del boxeo argentino”, como si se tratara del mismísimo Ricky Hatton, gloria del cuadrilátero de su Manchester natal, cuando volvió a ponerse los guantes frente a Viacheslav Senchenko. Y es que sin duda se trató del mejor y más emotivo recital que brindó el músico inglés en suelo local, desde su último show en River con Oasis. Apenas terminó esa introducción experimental, ambiental y hasta reivindicadora, “4 Minute Warning”, a cargo de nada menos que de John-Paul Jones (ex bajista de Led Zeppelin), el artista de 51 años saltó al escenario con la “madchesteriana” (a causa de esa narcosis montada en skate de anchura hiphopera) “Fort Knox”. Tema con el que, por cierto, abre su más reciente álbum Who Built the Moon? (2017), que volvió a sacarlo de gira, y al que le secundó, respetando el orden de su flamante track list, el rock canchero “Holy Mountain”, donde canta “Me pusiste en la cima de todos ellos”.

Después de saludar a una muchedumbre enardecida, el ahora líder de los High Flying Birds siguió adelante con la tercera y cuarta canción de su nuevo álbum de estudio: la soulera “Keep on Reaching”, en la que apareció por primera vez su sección de caños, e “It’s A Beautiful World”, evidentemente atravesada por la música electrónica. Allí destacó una de sus coristas, la cantante francesa Charlotte Marionneau, haciendo un spoken work en el cierre, con un teléfono fijo en mano. Entonces “Noel, Noel, Noel”, como lo vitoreaba su público, comenzó a repasar su pasado inmediato a través de la sensiblera “If I Had a Gun...”, de su álbum debut en calidad de solista, el homónimo Noel Gallagher’s High Flying Birds (2011), y “Dream On”, incluida en ese mismo trabajo, y cuyo video –paradojas de la vida– tiene a Gallagher de referí de boxeo y está ambientado en una pelea entre una mujer y un hombre (ella termina noqueándolo). A continuación, fue aún más atrás con el primer clásico de la noche de Oasis: “Little by Little”, que supo modernizar sin desvestirla de su impronta. 

Pero el momento más significativo de la noche estaba por llegar, cuando Noel, en una de sus pocas alocuciones, advirtió que el tema que estaba por hacer era especial porque sólo lo había tocado una vez en Manchester. El artista inglés se salió del guión para sorprender con “The Man Who Built the Moon”, penúltimo track de Who Built the Moon?, y aprovechó el aura que había creado para ejecutar, con sólo piano, guitarra y voz, la rareza de ese disco (sólo se encuentra en la edición deluxe), “Dead in the Water <https://www.setlist.fm/stats/songs/noel-gallaghers-high-flying-birds-13d241d5.html?song=Dead+in+the+Water>”. Además de estupendo púgil en combate, de la mejor promoción de la academia de Paul Weller, el ex Oasis es un estupendo rematador, lo que dejó en evidencia al momento de desempolvar, sin sacudir la tesitura del instante, “Supersonic”, otro de los clásicos de Oasis. Y supo aprovechar ese efecto nostálgico para amagar, esta vez a capella, con “Live Forever”, también del grupo del que fue parte. Y es que tan sólo apeló a su arranque. Apenas por el gesto, esa audiencia argentina, tan fiel y protagonista, le agradeció igualmente con una ovación. Otra más. 

Apoyado en el escenario por una banda prolija, contundente, protagonista y cómplice, de la que destacaron el baterista Chris Sharrock y el violero Gem Archer, camaradas suyos en sus años de Oasis, así como la cantante YSEE, Noel se acercó al cierre de su vuelta a Buenos Aires con la taciturna “Be Careful What You Wish for <https://www.setlist.fm/stats/songs/noel-gallaghers-high-flying-birds-13d241d5.html?song=Be+Careful+What+You+Wish+For>” y la desconcertantemente bailable “She Taught Me How to Fly <https://www.setlist.fm/stats/songs/noel-gallaghers-high-flying-birds-13d241d5.html?song=She+Taught+Me+How+to+Fly>”. Y las mechó con un tsunami de hits de su Oasis, que tomó impulso con “Wathever”, picó bien arriba con “Half the World Away” y se llevó todo por delante con “Wonderwall”. Gallagher se despidió con “AKA... What a Life!” y a los pocos minutos volvió a la carga con una piña curva de su cosecha propia –“The Right Stuff <https://www.setlist.fm/stats/songs/noel-gallaghers-high-flying-birds-13d241d5.html?song=The+Right+Stuff>”–, una combinación de golpes rectos de su época en el Olimpo –“Go Let It Out” y “Don’t Look Back in Anger”–, y definió con una alusión a la sangre de su sangre: el himno beatle “All You Need Is Love”, no sin antes hacer la venia. Ahí va el capitán Noel... por el cuadrilátero.