Durante todo el día de hoy, los ciudadanos estadounidenses están llamados a votar en los comicios de medio término, después de una campaña cargada de violencia y hostilidad. En estas elecciones están en juego la totalidad de los escaños de la Cámara de Representantes, un tercio de los puestos del Senado, 36 gobernadores y docenas de legislaturas estatales.
“No sé si están informando de ello, pero hay una gran electricidad en el aire, algo que no se ha visto desde 2016”, afirmó ayer el presidente estadounidense, Donald Trump, al comienzo de su mitin en Cleveland (Ohio). Hasta último momento de ayer, el mandatario seguía recorriendo el país apoyando a los candidatos republicanos que aspiran a mantener o conquistar una banca en el Senado, donde se espera que los republicanos mantengan su ventaja. Aunque su nombre no figurase en las boletas, el magnate neoyorquino es plenamente consciente de que estas elecciones son consideradas como un referéndum sobre su administración. Por ello, ayer hizo el cierre de campaña en los estados de Ohio, Indiana y Missouri.
La dura postura del presidente republicano sobre la migración y su rechazo a las caravanas de migrantes centroamericanos que marchan hacia Estados Unidos, así como la promoción del crecimiento económico del país, han sido los dos temas más importantes de la campaña. A pocos días de las elecciones, Trump envió a miles de efectivos a la frontera con México y sugirió que si los migrantes centroamericanos tiraban piedras a los agentes, éstos podrían responder con tiros, aunque después se retractó. El mensaje que repitió en las últimas semanas es que los demócratas convertirían al país en un agujero negro de crímenes y drogas. “Ellos quieren imponer el socialismo en nuestro país. Y quieren borrar las fronteras de Estados Unidos”, había dicho en la noche del domingo en un encendido mitin en Chattanooga, Tennessee, en el centro del país.
Por este tipo de dichos es que detractores de Trump lo han acusado de alentar los actos de violencia que se sucedieron durante la campaña. Primero, diferentes líderes opositores recibieron paquetes con explosivos. Luego, una masacre tuvo lugar en una sinagoga en Pittsburgh donde murieron 11 personas. A partir de ambos incidentes creció el temor de nuevos hechos de violencia y avivó los llamados al mandatario a que modere sus palabras y haga más por aliviar la tensión en el país.
Uno de las mayores interrogantes es cómo va a reaccionar el electorado a la agresiva retórica de Trump contra la inmigración y específicamente si esto va a afectar de una forma u otra al voto latino, en un país donde 29 millones de hispanos están registrados para sufragar. Pese a que el presidente estadounidense tiene el rechazo mayoritario de la comunidad latina, casi 30 por ciento de los votantes hispanos lo apoyaron en 2016.
En las elecciones de medio mandato el partido del presidente al frente del gobierno suele perder bancas en el Congreso y muchas encuestas reflejan esta realidad, ya que anticipan que esta vez los republicanos perderán su mayoría en la Cámara de Representantes. En el Senado es otra la historia. Los sondeos muestran que los republicanos podrían mejorar levemente su actual mayoría de dos bancas, gracias a que la economía sopla a favor del presidente. Algunas de las gobernaciones clave que están en juego tienen lugar en Iowa, Colorado, Nueva York, Georgia, Arizona, Michigan, Texas y Florida. En este último estado se dará una de las disputas más reñidas, entre el excongresista republicano Ron DeSantis y el demócrata y alcalde de Tallahassee, Andrew Gillum, quien aspira convertirse en el primer gobernador afrodescendiente de ese estado.
Los demócratas, por su parte, sacaron su principal arma en los últimos días de campaña: el expresidente Barack Obama, salió el domingo a auxiliar a un candidato demócrata en Indiana que podría perder su escaño. “El carácter de nuestro país está en la boleta”, dijo Obama en su discurso, en el que fustigó los escándalos judiciales que han marcado el gobierno de Trump. “Las elecciones de mañana pueden ser las más importantes de nuestras vidas”, reiteró ayer el ex mandatario en su cuenta de la red social Twitter.
Sin embargo, más allá de la puja entre uno y otro partido, la gran batalla en estas elecciones se da en la participación ciudadana. En un país donde el voto no es obligatorio, los niveles de participación en los comicios de medio término suelen ser bajísimos. En 2014, por ejemplo, llegó a un mínimo histórico con un 37 por ciento, el nivel más bajo desde la Segunda Guerra Mundial. Por ello, celebridades, líderes empresariales y líderes políticos impulsaron a los electores estadounidenses a emitir su voto. El jueves, la estrella de la televisión Oprah Winfrey fue la última celebridad en movilizarse por la oposición demócrata. La animadora realizó un puerta a puerta en los suburbios de Atlanta, Georgia, para pedir el voto para la candidata afrodescendiente Stacey Abrams,que aspira a la gobernación de ese estado tradicionalmente republicano. Actrices como Julianne Moore, Jodie Foster, Ellen Pompeo y la cantante Cher también hicieron un llamado a votar en un video producido por el empresario Michael Bloomberg.