En cine y literatura la suerte de las mujeres es esquiva. Dos informes que analizan su representación en las películas y en los suplementos literarios del país dicen que aparecen poco como protagonistas y como autoras. En el caso del cine, cuando lo hacen, su tratamiento cae en los estereotipos de siempre. “Creemos necesaria hacer una llamada de atención al cambio. Las mujeres y niñas conforman el 50% de la población; sin embargo, no son representadas en esa proporción en las pantallas de cine. Necesitamos que los y las cineastas se comprometan a crear más papeles para las mujeres y las niñas, y que colaboren en retratar mundos de ficción que se parezcan mucho más al mundo que habitamos y estimulen la construcción de realidades más plurales y libres”, dicen las autoras del estudio “Representaciones de Género en el Cine Argentino. Un análisis de los personajes femeninos en las películas argentinas más vistas”, Bárbara Duhau y Taluana Wenceslau, de la ONG Un Pastiche. La misma organización, que trabaja en género y comunicación y realizó el estudio con el apoyo de Grow-Consultoría de Género y Trabajo, llevó adelante un análisis sobre suplementos literarios de Argentina y México (ver aparte).
Para análisis, aplicaron el mismo esquema de codificación de contenidos audiovisuales que usó “Gender Bias Without Borders”, una investigación del Instituto Geena Davis, que en 2014 mostró que, pese a que las mujeres representan cerca del 50 por ciento de la población mundial, en las películas evaluadas eran sólo el 30,9 por ciento de los personajes con líneas de diálogo. También, que solo el 23 por ciento de las películas evaluadas tenían personajes femeninos como protagonistas; y que, en la composición de sus personajes, las mujeres estaban subrepresentadas en el mercado laboral y estigmatizadas en varios aspectos.
Las investigadoras de Un Pastiche seleccionaron, de entre las estrenadas en Argentina entre enero de 2010 y mayo de 2013, las 10 películas nacionales aptas para menores de 13 años más vistas. Con el estudio norteamericano de 2014 como antecedente, procuraron comparar las cifras de esos casos del cine argentino con los de 11 países con mercados más rentables en cine a nivel internacional. “Una conclusión quedó en evidencia: las mujeres están insuficientemente representadas en el cine, y Argentina no es la excepción”, dicen Duhau y Wenceslau.
El estudio relevó que, en el cine argentino, el 37 por ciento de todos los personajes que hablan son femeninos. Argentina es uno de los pocos países que se encuentra mejor que el promedio global, que es del 30,9 por ciento, junto con Gran Bretaña (37.9), Brasil (37.1) y Corea (35.9). De igual manera, todos estos porcentajes están por debajo del promedio real de la población femenina que es superior al 50 por ciento. Sólo el 31,2 por ciento de los personajes protagónicos o coprotagónicos son mujeres. El 90 por ciento de las películas argentinas tienen protagonistas masculinos, mientras que sólo el 30 posee protagonistas femeninas. Además, las mujeres están subrepresentadas como fuerza laboral: en las películas, los personajes femeninos corresponden al 24,5 por ciento de la fuerza de trabajo, mientras que en Argentina, dice el informe, las mujeres constituyen el 40,4 por ciento del total de las personas ocupadas. Los personajes femeninos aparecen dos veces más representados como madres que los masculinos como padres. Esto “se corresponde con la tendencia global de los medios a describir tres veces más a las mujeres en sus roles de esposas, madres o hermanas, en comparación con los hombres”, analizaron las autoras. En tanto, las personas con orientaciones sexuales o identidades de género diversas están subrepresentadas en el cine argentino: solo el 1 por ciento de los personajes femeninos y el 2,3 de los masculinos aparece como expresamente homosexual, y se muestra a una sola mujer transgénero, que es interpretada por un actor varón.
En Argentina, hay muy pocas mujeres detrás de cámara: de un total de 110 profesionales del cine argentino con género identificable, sólo el 18,8 por ciento son mujeres, es decir que hay 4,3 varones por cada mujer. A nivel global, Argentina se encuentra en cuarto lugar en relación a la cantidad de mujeres trabajadoras en la industria, detrás de Brasil, Australia, Inglaterra y China. En paralelo, la objetivación sexual es una regla general global para los personajes femeninos: en la muestra evaluada, las mujeres aparecen con vestimenta “sexy” 15 veces más que los hombres y 3 veces más en desnudos parciales o totales.
El tema no es nuevo. En 1988 la Asociación Civil y Cultural La Mujer y el Cine comenzó a trabajar para difundir el cine realizado por mujeres, algo que sigue haciendo con festivales y distintas actividades que buscan estimular el trabajo de las mujeres en la industria. En 2009 surgió Mujeres en Foco, el Festival Internacional de Cine por la Equidad de Género que ya va por su VI Edición. Este año por ejemplo, se centró en las diferentes formas de violencia, para fomentar el derecho de las mujeres a vivir una vida sin violencia y promover la reflexión hacia un cambio de patrones socioculturales que sostienen la desigualdad de género. Proyectaron 418 films de todo el mundo, entre animaciones, ficciones, documentales y experimentales sobre diversas problemáticas de género y derechos humanos.
En diálogo PáginaI12 Wenceslau, Máster en Derechos Humanos (UBA) y co-directora de Un Pastiche, dice que la investigación pone números y porcentajes a lo que se puede ver o intuir al mirar películas o consumir medios.
–¿Cómo fue recibido el informe sobre el cine?
–El informe fue presentado inicialmente en la Muestra Internacional de Cine con Perspectiva de Género, en la Defensoría del Público. Nos alegró y sorprendió que la sala estuviera colmada y que incluso hubiera gente de la industria, sobre todo algunas cineastas independientes. Después, tuve la posibilidad de charlar sobre la investigación en el evento SISMO- Encuentro Latinoamericano de Derechos Culturales, tanto en una mesa feminista como en una ronda sobre el cine como transformación social, con decenas de cineastas mujeres y varones. Algunas directoras también llegaron a compartir el informe por las redes sociales. Pero nos parece que debería haber generado más repercusión entre los órganos responsables por la industria del cine en el país y entre profesionales del cine más comercial. No tuvimos ninguna devolución por parte de estos sujetos.
–Hay organizaciones que vienen trabajando estas cuestiones hace tiempo, ¿qué es lo nuevo que aportó Un pastiche, y cómo se insertó en un contexto distinto, abierto por el movimiento Niunamenos?
–Creemos que uno de los aportes novedosos de Un Pastiche fue traer números concretos para la discusión. En Argentina y en América Latina en general, no hay muchos estudios sistematizados sobre la participación y representación de las mujeres en la cultura. Si bien es claro que hay un sesgo de género en esos espacios, no hay muchas investigaciones detalladas sobre eso. A veces tenemos por asentado que la situación va evolucionando gradualmente, y que cada día hay más mujeres ingresando a todas las aéreas, pero averiguamos que infelizmente no es así en los medios y la cultura. Creemos que diagnósticos más exactos pueden ayudar a desarrollar medidas más eficaces hacia la igualdad de género.
Claro que el contexto también trae algo distinto. De un lado, las personas -sobre todo las mujeres- están más conscientes de la violencia de género en todos sus tipos y modalidades y dispuestas a enfrentarlas y alzar voz por el cambio. Creo que el marco legal de la Ley de Protección Integral a las Mujeres asociada a Ley de Medios también aportó mucho a la discusión, principalmente desde la perspectiva que abordamos con Un Pastiche. Se suma a eso el ciberactivismo, con la consolidación de las herramientas digitales como un instrumento para la lucha feminista. Si bien Internet también trae nuevos problemas y espacios de acoso y machismo, no se puede negar que los medios digitales sirven para denunciar, generar reflexiones, armar movilizaciones, encontrar personas con propósitos similares e incluso posibilita canales directos para demandar cambios.