Un ex guardia alemán de las temidas fuerzas policiales nazis SS, de 94 años, lloró ayer al comenzar un juicio en su contra por complicidad en el asesinato de cientos de prisioneros de un campo de concentración nazi.
El nonagenario, cuyo nombre no puede ser mencionado por las leyes de privacidad alemanas, fue llevado ayer ante un tribunal de la ciudad de Münster, acusado de haber contribuido a los asesinatos al desempeñarse entre 1942 y 1944 como miembro de la vigilancia en el campo de Stutthof, erigido por la Alemania nazi en Polonia.
El de Stutthof fue el primer campo de concentración que el régimen de Adolf Hitler levantó fuera de Alemania. En él perdieron la vida unas 65.000 personas, según datos de la Oficina para la Investigación de los Crímenes de la Segunda Guerra Mundial.
Sentado en una silla de ruedas, el acusado mantuvo la compostura cuando fue leída la acusación. El fiscal Andreas Brendel describió el sistema asesino que regía en el campo ubicado cerca de Danzig (la ciudad polaca de Gdansk).
Brendel ofreció detalles sobre las muertes en las cámaras de gas, los tiros en la cabeza durante exámenes médicos fingidos, los trabajos forzados, las muertes por hambre, frío o falta de atención médica. Todo fue posible gracias a la guardia encargada de la seguridad del campo y a la que perteneció el acusado, sostuvo el fiscal.
El acusado, que reside en una apacible localidad alemana cerca de la frontera con Holanda, dejó caer unas lágrimas y se secó los ojos varias veces cuando los abogados de los querellantes particulares leyeron declaraciones de sobrevivientes del Holocausto.
Marga Griesbach relató que vio a su hermano de seis años en el campo por última vez, antes de que fuese llevado al campo de exterminio de Auschwitz.
Otra demandante manifestó la esperanza de que se hiciera justicia por su madre asesinada en Stutthof. “Él contribuyó a asesinar a mi querida madre, a la que tanto eché de menos toda mi vida”, sostuvo una mujer de Indianapolis, Estados Unidos.
En el juicio participan además del Estado alemán un total de 17 querellantes particulares, algunos de Israel y de Estados Unidos. Varios se excusaron de viajar a Alemania por motivos de salud. Los defensores anunciaron que el nonagenario está dispuesto a hacer una declaración pero no precisaron cuándo lo hará.
Varios querellantes criticaron el hecho de que la Justicia alemana hubiese necesitado siete décadas para llevar al banquillo a responsables de los crímenes cometidos contra judíos en Stutthof.
“No tengo odio ni ira en el corazón. Tengo poco interés en que se dicte una pena dura”, comunicó Griesbach a través de su abogado. La mujer destacó que el juicio era importante porque en otros países como en su nueva patria, Estados Unidos, había gente que negaba el Holocausto.
El proceso se lleva a cabo en un juzgado de menores de la ciudad de Münster, en el oeste alemán, porque en el momento en el que se produjeron los hechos el imputado tenía 18 años y era, según las leyes de entonces, menor de edad.
El Comité Internacional de Auschwitz saludó el comienzo del juicio.
“Agradecemos especialmente a los sobrevivientes del campo y a sus familiares por el valor y la determinación de declarar como querellantes en Münster”, cita un comunicado al vicepresidente de la asociación, Christoph Heubner.
Teniendo en cuenta el estado de salud del inculpado y su edad, la Justicia alemana ha fijado una duración máxima de cada vista de dos horas y ha dispuesto que el anciano tenga días de descanso entre las 13 sesiones fijadas hasta mediados de enero. Inicialmente debía sentarse también en el banquillo otro ex guardia alemán. Se decidió separar este caso debido a que no está claro si puede ser juzgado por razones de salud.
Las SS (abreviatura en alemán de Schutzstaffel, escuadra de defensa) era un cuerpo militar y policial al servicio del dictador Adolf Hitler y al Partido Nacionalsocialista. Había varios tipos de SS, entre ellas la encargada de los campos de concentración y exterminio.