* Es una sorpresa que Steve McQueen, el ganador del Oscar por 12 años de esclavitud, director de dramas profundos como Shame: Sin reservas y Hambre, haya adaptado una novela criminal de Lydia La Plante. No se esperaba que tomara un género como este pero hace un trabajo admirable, aun cuando Viudas –que abrió el Festival de Cine de Londres– en última instancia parece liviana en comparación con sus otras películas. McQueen y su coguionista Gillian Flynn (que se hizo célebre por Perdida) trasladaron la acción de la Inglaterra de los ‘80 a la Chicago contemporánea. Es allí donde las viudas de una malograda banda de criminales que fueron liquidados en un asalto tienen que juntar las piezas de sus vidas.
Chicago es Chicago, con el crimen, la corrupción y las intrigas políticas como parte intrínseca de su vida diaria. Las mujeres no tenían mayor idea de lo que hacían sus maridos. Ninguno de los hombres, sean políticos, sacerdotes, mafiosos o policías, sale bien parado. No se esperaba otra cosa. La película ofrece muchas versiones diferentes de la masculinidad, casi todas odiosas. Los maridos son mujeriegos, golpeadores y sexistas. Las mujeres se vuelcan al crimen por una cuestión de necesidad, pero también es una forma de rebelión. Tal como dicen, “ya está bien de ser tratadas como la mierda”.
McQueen lidia con la pérdida, la raza, el género y la clase social al mismo tiempo que cuenta una atrapante historia sobre un grupo de viudas que necesita disponer de un montón de dinero rápidamente. Veronica Rawlins (Viola Davis) heredó un item invaluable de su marido gangster, Harry (Liam Neeson). Tiene un cuaderno de anotaciones con cada soborno y transacción realizada, además de los planes para un robo futuro: Harry era un tipo meticuloso. También estaba íntimamente involucrado en los asuntos de un concejal corrupto, Jack Mulligan (Colin Farrell), que busca la reelección contra el igualmente venal jefe del crimen Jamal Manning (Brian Tyree Henry). Veronica y otras dos viudas, Linda Perelli (Michelle Rodriguez) y Alice Gunner (Elizabeth Debicki) tienen deudas que pagar, y orquestar su propio robo puede ser la única salida de sus problemas.
El escenario y los personajes son similares a incontables dramas de robos. Pero McQueen tiene una astuta manera de subvertir y reinventar las convenciones del género. Introduce un humor morboso donde menos se lo espera o filma escenas clave desde ángulos sorprendentes. Por ejemplo, se ve a Mulligan lanzando una serie de lugares comunes ante un auditorio de potenciales votantes negras, y al momento siguiente insultando violentamente en su auto. Farrell lo interpreta con la medida justa de zalamería y cinismo casual. Aun mejor está Robert Duvall como su padre, el anciano patriarca de la familia que ha controlado la política local durante décadas. En la presencia de mujeres como Veronica es amable y solícito, pero en privado es un virulento y mal hablado racista.
En los momentos más solemnes, McQueen siempre pone una nota ligera enfocándose en el amado perro de Veronica, un terrier blanco con la misteriosa habilidad de eclipsar a todos los humanos alrededor. En algunos (pocos) otros, Viudas se arriesga a parecer una versión más áspera de una película escapista como Las estafadoras. La trama se apoya fuertemente en la coincidencia y deja algunos cabos sueltos. Algunas de las líneas que apuntan al poder femenino suenan algo huecas. Los detalles sobre códigos secretos para abrir cajas fuertes o planos ocultos parecen de estricta rutina, la clase de guión mecánico que suele hallarse en thrillers Clase B. Pero lo que levanta a Viudas son sus mujeres: Davis da una excelente, sorprendentemente compleja performance como Veronica. Al principio la interpreta como una mujer atormentada que mira el lado vacío de la cama; pero luego emerge como una figura resiliente y pragmática, capaz de mostrar la misma crueldad que cualquiera de los integrantes de la banda de su marido. Debicki impresiona de manera similar como la mujer abusada que descubre una nueva independencia cuando sostiene una Glock en las manos. Michelle Rodriguez y Cynthia Erivo (la peluquera reconvertida en chofer) son gangsters diferentes, que diseñan su vida criminal alrededor de los turnos de la niñera y la hora de acostar a los hijos.
Viudas es ciertamente la menos agotadora de las cuatro películas de McQueen. Por una vez, el director no zambulle al espectador en los lugares más oscuros: la película está pensada como un entretenimiento, un thriller de robos a la vieja usanza. Pero aun en sus momentos más escapistas, nuca pierde de vista los temas más grandes que sobrevuelan la situación de sus heroínas.
Q De The Independent de Gran Bretaña. Especial para PáginaI12.