No es precisamente novedoso, pero ciertamente oficia de bienhechor recordatorio: las niñas son más propensas a pensarse líderes o a mejorar su autoestima cuando ven a mujeres interpretar a superheroínas en películas o series de televisión. Así lo corroboró un reciente estudio del Women’s Media Center titulado SuperPowering Girls, que decreta: personajes como la Mujer Maravilla ayudan a que las nenas se sientan fuertes, inspiradas, valientes, positivas, con renovados bríos y motivación. Que en esta era dorada de films de capas y antifaces Marvel Comics continúe diversificando su semillero de valientes (y cada historieta, sobra decir, es carne de potencial adaptación cinematográfica), no es menuda cuestión. En especial cuando una de sus más recientes apuestas no solo es una mujer: es una adolescente afroamericana, una de las mentes más brillantes de un universo ficcional que ya tiene a prodigios como Shuri (hermana de Pantera Negra) o Tony Stark (aka Iron Man)... Se trata de Ironheart, nom de guerre de Riri Williams, una adolescente de 15 que ya fue presentada en el tebeo Invincible Iron Man, pero que tendrá su propia serie de historietas desde fines de este mes. Debuta en rol estelar con tamaña misión: salvar a un grupo de líderes mundiales que ha sido tomado como rehén por uno de los antiguos enemigos de Spider-Man...
No necesita supermusculatura para ganar esa u otras pulseadas: su don es una inteligencia sin parangón, que ella aplica a las matemáticas, la ingeniería, la ciencia, la tecnología. Riri Williams es, después de todo, un pichón STEM que ganó una beca para estudiar en el prestigioso Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) cuando era aún una prepúber, y que llama la atención del mismísimo Stark al crear un traje símil Iron Man sin desenfundar millones: le alcanza y sobra con los remanentes que encuentra a su paso, recursos requetelimitados que usa para fabricar una armadura que le da fuerza sobrenatural, le permite volar, la habilita a crear campos de fuerza magnética... Impresionado por sus capacidades, Stark se vuelve su tutor, y ella deviene su relevo generacional.
Por lo demás, Riri Williams lleva el cabello naturalmente rizado (todo un símbolo de orgullo afro), es fan de Mae Jemison (astrofísica de la NASA, primera mujer negra en viajar al espacio) y gusta del hip hop old-school. Es introvertida, de corazón noble y tiene –como no podía ser de otro modo– un pasado desgarrador: perdió a su padrastro y a su mejor amiga en un horrífico y arbitrario tiroteo en un parque, durante un picnic. En ese sentido, que la muchacha sea oriunda de Chicago es por demás significativo: la ciudad es frecuentemente referenciada como “la capital del crimen” en Estados Unidos, con tasas de homicidio que superan la media del país. En ese contexto de violencia armada endémica, las personas afro tiene 17 veces más probabilidades de morir asesinadas. Algo que la debutante Eve Ewing, autora de la inminente serie Ironheart y residente ella misma de la urbe, ha tenido presente al momento de escribir la historia de Riri: “Quiero explorar qué significa ser una adolescente negra de Chicago. Alguien que ha perdido a miembros de su familia debido a la violencia armada, alguien que entiende las realidades de la comunidad, y que –por tanto– va a aportar una perspectiva distinta a las perennes preguntas sobre la justicia, el bien, el mal”.
No es necesario devanarse la mollera para comprender por qué la incorporación de Ewing a las arcas autorales de Marvel es motivo de albricias. Según un estudio del año pasado, del total de creadores de Marvel Comics, solo el 16 % son mujeres; casi todas exclusivamente fichadas para títulos donde los protagónicos son femeninos. Lo cual perpetúa pernicioso y ridículo preconcepto: mientras los artistas varones puede escribir o dibujar a personajes femeninos o masculinos con igual holgura, las artistas mujeres solo son adecuadas para delinear personajes femeninos. A ellos, por cierto, les dan oportunidad aún con CV de escasas líneas; a ellas, en cambio, les piden currículums de varias páginas, que incluyen galardones literarios varios.
Con apenas 32 años, la propia Ewing –que fue contratada tras una campaña viral en Twitter donde miles de personas solícitamente solicitaron a Marvel que fuera ella, y no un varón, quien diera vida a la tira en solitario de Ironheart– debuta en el arte de la historieta con sobrados éxitos en distintos campos. Socióloga con doctorado en Harvard, acaba de editar Ghosts in the Schoolyard: Racism and School Closings on Chicago’s South Side, ensayo que aborda el racismo sistémico en el sistema educativo norteamericano. Además, solo el pasado año, la también artista plástica publicó un aclamado y galardonado libro de poesía, el afrofuturista Electric Arches. Colaboró en una obra teatral sobre la poeta Gwendolyn Brooks. Fue anfitriona del Chicago Poetry Block Party, festival literario comunitario que antaño ayudó a crear. Fue contratada como consultora de la docu-serie United Shades of America de CNN. Comenzó un nuevo podcast con historias sobre su Chicago natal. Entre otras cuestiones.
Así y todo, la todoterreno Eve dice estar especialmente en las nubes por la oportunidad de aventurarse en el mundillo cómic: “por la resonancia que tiene la cultura pop en la sociedad”, por la incidencia positiva que puede tener para su comunidad. Y por permitirle sentar las bases de un personaje tan necesario como Riri Williams, role model para tantas muchachas afro que constantemente lidian con la discriminación (en especial, cuando intentar perseguir su vocación en ciencia y tecnología). “La gente no solo gravita hacia Hulk, el Capitán América o Spider Man por sus poderes: los eligen como sus favoritos por cómo son, por lo que representan. Lo más emocionante de este laburo es construir no solo a la superheroína de armadura sino a la persona detrás del traje”, explica Eve.