De Bolonia, ciudad norteña italiana, suelen subrayarse toda suerte de atributos. Que, conforme su famita gastronómica, es cuna de deliciosos tortellinis, salsa boloñesa y, sí, sí, gustosísima mortade- la. Que por haber sido tradicionalmente gobernada por partidos de izquierda, en ocasiones se la lla- ma “la roja”, y por sus ricos platos, en otras le dicen “la gorda”. Que uno de sus sellos distintivos, la escultura del dios del mar en Piazza Nettuno, construida en mármol y bronce por el artista flamenco Juan de Bolonia en el siglo XVI, es… “sexualmente explícita”, “muestra excesivamente el cuerpo”, se focaliza “innecesariamente en algunas partes del cuerpo” (sic). No es, empero, ni la comunidad del arte ni el turismo ni los locales quienes han dedicado tan absurdas palabras a una pieza que, colmo de la ironía, es símbolo del poder papal (“al igual que Neptuno domina las aguas, el papa do- mina el mundo”, cuenta el periodista ibérico Ezequiel Moltó). Pues, no; quien ha hecho tan penosa observación sobre tan antiquísima pieza ha sido Facebook, la red social, que decidió censurar una cuenta dedicada a la urbe porque emperifollaba su portada con una imagen de la “impúdica” escul- tura. “¿El Neptuno? ¡Es cosa de locos!”, declamó Elisa Barbari, escritora local, responsable de la cuenta en cuestión, que busca promocionar Bolonia con datos varios y curiosidades muchas, al recibir la notificación. Y desde las pasadas semanas, inició una campaña advirtiendo la locurita, paseándose por programas tanos, dando interviús a medios ingleses, norteamericanos, franceses, españoles: “Creí que me habían enviado una respuesta automática y les envié una queja explicando que se tra- taba de una obra maestra de la escultura de Juan de Bolonia, un símbolo para la ciudad y para sus ciudadanos. Me enviaron entonces una segunda negativa y tuve que cambiar el anuncio de mi pági- na por otra foto que no incluyera la imagen del Neptuno”. Así y todo, tras la oleada de notas, logró la indignada señora torcer el brazo tonto de la ley (social), logrando una disculpa no necesariamente a altura. Por lo demás, nada ha expresado el viril y musculoso dios mitológico, hermano de Júpiter y Platón, sobre la controversia suscitada; más que lógico, contemplando que suficiente energía le de- manda gobernar todas las aguas y los mares.