La gala de apertura de la 33° edición del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata se convirtió, tal vez de forma previsible, en el plató donde se pusieron en escena los conflictos que desde el comienzo de la gestión de Cambiemos vienen caldeando los ánimos dentro de la comunidad de la producción cinematográfica y audiovisual. Es que quizá por primera vez las partes involucradas tuvieron la oportunidad de compartir el mismo espacio físico y las tensiones acumuladas durante tres años acabaron generando momentos de mucho nerviosismo. Conducida por la periodista Gabriela Radice, anfitriona habitual en las primeras jornadas de actividades, la ceremonia inaugural del sábado pasado comenzó de manera amable, con un Teatro Auditorium colmado aplaudiendo por el inicio de la nueva edición. Sin embargo, había indicadores que permitían suponer que se trataba, como suelen titular los canales de noticias, de una “tensa calma”.
Ya la corrida cambiaria iniciada a finales del mes de agosto, cuando el peso sufrió una fortísima devaluación, había obligado a los responsables del festival a trazar un plan de ajuste. Con un presupuesto reducido a golpes de mercado, el Festival se vio forzado a recortar su duración (este año tiene tres días menos de los previstos) y la cantidad de películas programadas. Esas decisiones generaron en la previa críticas que volvieron a poner el foco en la actual política económica y en su inevitable impacto en el campo cultural, donde la gestión de Pablo Avelluto al frente de la Secretaria de Cultura aplica los lineamientos que bajan del gobierno nacional. Por eso no resultó extraño que cuando se convocó al funcionario para que oficiara de primer orador, muchos sectores del auditorio lo recibieran con silbidos y abucheos que dificultaron el inicio de su alocución.
“Qué bueno que chiflen, porque quería hablar exactamente de eso”, arrancó Avelluto, poniéndole el cuerpo al clima hostil. “Pero para eso nos tenemos que escuchar”, agregó y la frase fue recibida con más chiflidos. Enseguida enumeró los méritos de su gestión, una lista que tanto él como Ralph Haiek, presidente del Instituto Nacional del Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), recuerdan en cada acto público, pero que distintos colectivos de productores, directores, actores y técnicos se encargan de desmentir de inmediato a través de comunicados. “Quería decir que este año tuvimos record de rodajes, que en agosto tuvimos el mes del cine argentino con un millón y medio de espectadores”, impulsándolo a “los primeros lugares de las listas...”. Desde la platea, muchos de los presentes, la mayoría trabajadores de la industria cinematográfica, volvieron a interrumpir al Secretario de Cultura, calificándolo de “cínico” y “mentiroso”. “¿Se acuerdan de cuando vivíamos en una sociedad democrática y nos escuchábamos los unos a los otros?”, preguntó Avelluto sin amilanarse y recibió como respuesta que más voces se sumaran a la improvisada reprobación coral. La escena se repitió varias veces durante los cuatro o cinco minutos que habló el funcionario. Pero tuvo especiales crescendos cuando mencionó los cambios que su gestión había promovido dentro del Incaa “en materia de transparencia”, o cuando intentó apaciguar los ánimos, aceptando ser consciente de “que en muchas cosas pensamos distinto, pero el cine nos importa a todos”. Sin embargo, a partir de ahí comenzó a manifestarse otro sector del público, que tibiamente apoyó algunos conceptos expresados por el Secretario de Cultura, generando que aplausos y desaprobación compartieran el aire. Ya en el final, Avelluto agradeció a “todos los que intervinieron en la organización, porque organizar este festival es un trabajo enorme y todos ellos lo han hecho con gran dedicación y profesionalismo”. Luego se retiró, perdiéndose tras bambalinas del mismo modo en que los aplausos desaparecían entre los abucheos.
Pero este no fue el único momento en el que la realidad se coló con dureza en la ceremonia. Invitada a Mar del Plata para ser homenajeada por su trayectoria junto a las directoras Narcisa Hirsch y Lucrecia Martel (ambas ausentes a causa de la tormenta que les impidió llegar a tiempo), la actriz Mercedes Morán también aprovechó para expresar sus temores ante lo que el rumbo de la política económica provoca en el ámbito cultural. “Estoy feliz de estar acá, recibiendo este reconocimiento, porque el Festival se hizo. Estuve muy preocupada todo el año temiendo que los enormes recortes presupuestarios en la cultura impidieran su realización”, expresó Morán bajo un aplauso cerrado. Pero además destacó el espacio que se le dará a la mujer dentro de esta edición del Festival de Mar del Plata, agradeciéndole a su nueva directora artística, Cecilia Barrionuevo. “Quiero agradecer que nos hayas dado un espacio por primera vez en tantas ediciones. Por todas las mujeres que este año lucharon y siguen luchando por todo lo que queremos conseguir.” Y se despidió saludando al público levantando el premio con la mano derecha, dejando ver un pañuelo verde envuelto en su muñeca, mientras los aplausos festejaban el final de sus palabras.
La gala inaugural culminó con la presencia en el escenario de la cineasta Ana Katz, directora de Sueño Florianópolis, película que dio comienzo a las proyecciones de esta edición, protagonizada justamente por Morán y Gustavo Garzón. Tras celebrar el hecho de que una mujer esté al frente del Festival por primera vez en su historia y de agradecer a todos sus compañeros de rodaje, Katz se tomo el tiempo para leer una declaración personal, que de algún modo funcionaron como respuesta a algunas de las afirmaciones de Avelluto. “Quiero decir que además de cuidar y promover la inserción de nuestras películas en el mercado, para mí el Incaa tiene un objetivo esencial que es dar espacio a películas que tengan una mirada personal; a las que se hagan preguntas; a las óperas primas, para que nazcan y de a muchas; a las que experimentan y que busquan la libertad. Porque de esas películas y no sólo de las que obtienen el deseado éxito de taquilla, de esas también es que se construye nuestra identidad cinematográfica”. La directora de Los Marziano recordó que “hacer películas es una herramienta enorme y la necesitamos” y cerró su intervención pidiendo que “cuidemos nuestro cine, dentro del mercado, pero también como herramienta de batalla.”
Y que comience el 33° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.