El 2-2 de ayer en la Bombonera ratificó aquello que vienen mostrando los últimos Superclásicos: Guillermo Barros Schelotto y Marcelo Gallardo saben que para encontrar la ventaja deben hallar una pieza cuyo movimiento ponga en jaque al rival.
Ayer, el Muñeco mostró una variante inesperada al colocar a Martínez Quarta como un quinto defensor. Era claro que no quería darle espacios a la velocidad de Pavón y Villa, un factor determinante en la capacidad goleadora que viene exhibiendo Boca. Con ese despliegue en su propio campo, el Muñeco logró que los atacantes contrarios se toparan siempre con uno, dos o tres hombres por delante cuando conseguían imponer su rapidez. Como factor extra, el poder de quite que exhibía River lo ayudaba a controlar la pelota y ponerla limpia en los pies de Gonzalo Martínez para que éste encabezara las situaciones de mayor peligro.
Parecía que otra vez las dotes de estratega exitoso que el mundo futbolístico le reconoce a Gallardo se impondría a lo pergeñado por Barros Schelotto. Pero la dinámica de lo impensado que es el fútbol le dio al Mellizo la chance de mostrar que tiene lo suyo. Ante la lesión de Pavón, Guillermo eligió jugar con dos centrodelanteros. Puso a Benedetto –todo gol– cuando en el banco asomaba las opción de Zárate, dúctil para usar el ancho de la cancha como habitualmente lo realiza Pavón. Esta movida produjo confusión en una última línea que aparecía cómoda y poco exigida, más allá del sacrificio de Abila por pelear cada pelota con Maidana y Pinola. Con más hombres para tomar, los tres centrales de River no atinaban a salir sobre Benedetto o quedarse para tomar a Abila. Encima, Villa acentuó su rotación por el frente del ataque y sumó al momentáneo desorden riverplatense. No extrañó entonces que llegara la ventaja para Boca, aunque el 1-0 durara poco. Pero la eficacia de la movida de Guillermo se consolidó con el cabezazo de Benedetto que le dio el 2-1.
Confundido, River necesitó el descanso para mover sus piezas. No fue inmediata la respuesta. Biscay se tomó unos minutos, y su movida fue sacar a Martínez Quarta para poner a Ignacio Fernández. Quedaron claras las marcas en el fondo, y en el medio Pity Martínez ya no tuvo necesidad de retroceder para dar una mano en la tarea defensiva. La movida tuvo un fortuito premio inmediato en el empate que Izquierdoz marcó en contra y otro más mediato, ya que le posibilitó a River retomar el orden que es su base para construir su juego.
Dentro de dos semanas, Barros Schelotto y Gallardo volverán a estar frente a frente. Tienen por delante quince días ante sus tableros para buscar esa pieza que les permita desnivelar una partida que ya no podrá terminar en tablas como la de ayer en territorio boquense.