“No vengo de ninguna tradición literaria: vengo de ver cine, oír radio y leer folletines” decía Manuel Puig, un entusiasta de lo considerado menor como género. Es que la combinación entre el cine de Hollywood, las novelas por entregas, el cancionero popular y el radioteatro fue lo que lo singularizó como narrador y dramaturgo. Puig, que se hizo mundialmente conocido con las versiones teatral y cinematográfica de su novela El beso de la mujer araña, escribió en 1988 Cae la noche tropical, una novela prácticamente constituida por diálogos, aparte de otros materiales no narrativos, como cartas, recortes de diarios y documentos legales. Versionada para la escena por Santiago Loza y Pablo Messiez, dirigida por este último, la obra subió a escena en la sala Casacuberta del Teatro San Martín, interpretada por Leonor Manso, Ingrid Pelicori y Fernanda Orazi.
La acción de Cae la noche tropical tiene lugar en Río de Janeiro, ciudad donde se encuentran dos octogenarias hermanas argentinas (a cargo de Manso y Pelicori) reunidas por las contingencias de la situación política y social de su país, hacia fines de los 80. Por su parte, el personaje de Orazi es la vecina que, corrida tiempo atrás por las amenazas de la Triple A, vive en Brasil una serie de aventuras amorosas que dan pie a las largas conversaciones de las ancianas, entretejidas con rasgos de ficción, aparte de fantasías y anhelos de los verdaderos. Más que vivir la vida de los otros, según considera Pelicori junto a Manso y Messiez en la entrevista con PáginaI12, “entre las hermanas se arma un contrapunto entre charlas, risas y afectos incondicionales”. Se trata de mujeres que “no responden a lugares comunes, que son queribles por su vitalidad y por ser capaces de animarse al deseo y al disfrute”.
Que la novela tuviese tal cantidad de trama dialogada parecía facilitar la tarea de llevarla a escena. Sin embargo, según señala el director, “hubo un largo trabajo para encontrarle su costado estrictamente teatral”. Messiez cuenta que, cuando Puig hizo la versión escénica de El beso.., “sintió que mutilaba el texto pero luego comprobó que esto era compensado en la puesta con una mirada o un silencio de los actores”. Así, lo que vuelve teatral al texto de Puig es, según subraya, “verlo encarnado en las tres actrices, qiienes poner las palabras en tiempo y espacio”. En cuanto a esto último, el dispositivo de escena, creación de Mariana Tirantte, permite que el relato se desarrolle en una superposición de ámbitos, entre los cuales se juega un contrapunto visual.
Instalado hace diez años en Madrid, el director cuenta que su primer recuerdo teatral fue Leonor Manso haciendo Alicia en el país de las maravillas. Años después, su primer trabajo profesional fue en Esperando a Godot, bajo la dirección de la propia Manso. Entre las actrices también hay una larga historia de coincidencias teatrales: trabajaron juntas en cinco obras y Manso dirigió a Pelicori en cuatro oportunidades.
–¿Qué particularidades tiene esta versión?
Ingrid Pelicori: –El no tener palabras que no sean de Puig, un autor que crea mundos con el modo de sentir y de vincularse de sus personajes.
Leonor Manso: –Es un material noble y sensible. Los nuestros son personajes con mucha carga de humanidad, basada en la ternura, en el amor, algo que hoy está muy devaluado. Además tiene un humor que se agradece.
–¿Cómo son Luci y Nilda?
I. P.: –Luci, mi personaje, tuvo la oportunidad de estudiar a diferencia de Nilda. Pero tiene una fuga hacia la fantasía y se alimenta de los chismes sobre la vida amorosa de Silvia, la vecina.
L. M.: –Así Nilda, que está muy dolorida por la muerte de la hija, es rescatada por su hermana con estos relatos.
I. P.: –En la obra aparece la ficción como refugio, como un lugar de salvación, porque deja repensar la existencia a través del juego. Como puede pasar con el cine o con la literatura. Aparte de su afición por los relatos de su hermana, Nilda tiene un mundo muy ligado a lo sensorial, le interesa la comida y sus plantas.
L. M.: –Le gusta cuidarlas y dejar que crezcan tranquilas. Finalmente, ella termina viviendo su vida como quiere, porque piensa que en toda edad hay que saber emanciparse.
–¿Qué aspectos de los ‘80 deja entrever la obra?
I. P.: –Cae la noche tropical transmite una mirada del país desde la experiencia del estar lejos, de vivir en el exilio. Pero Puig nunca baja línea, no hace una exposición descriptiva de la situación argentina. Hay cosas muy de este país que se caracterizó por la experiencia de haber recibido y de haber expulsado. Por la historia de los personajes se sabe de las amenazas de la Triple A, de la existencia de refugiados económicos, de la inflación. Y está bueno crear una resonancia en los espectadores que nos deja reconocernos.
* Cae la noche tropical, Teatro San Martín (Corrientes 1530) de miércoles a domingos en horarios diversos.