La vida empresarial de Gustavo Arribas siempre estuvo atada a los destinos de su jefe y amigo, el presidente Mauricio Macri. Ahora en el Gobierno y antes en Boca. El director de la AFI (Agencia Federal de Inteligencia) intervino en más de una operación para el fondo común cerrado que el club aprobó el 18 de octubre de 1996 y convalidó el 5 de diciembre de ese mismo año la Comisión Nacional de Valores. Ese instrumento financiero les permitió a sus inversores anónimos -antes que a la propia institución deportiva- embolsar jugosas ganancias durante los seis años que estuvo vigente. Arribas era una pieza clave en la captación de oportunidades para el proyecto especulativo. Una fuente con larga trayectoria en el club Talleres de Córdoba le confirmó a PáginaI12 que “se presentaba a nombre del Fondo y nos compraba jugadores. Pasó con Diego Garay, Javier Villarreal y Leonardo Baroni. Él adquiría los derechos económicos y hasta nos daba la opción de recompra. Recuerdo que era muy prolijo, nunca tuvimos un problema”.
Roberto Digón, el dirigente peronista que fue su vicepresidente durante la primera etapa de Macri en Boca, ratifica el papel que cumplía el escribano devenido hoy en funcionario: “Los fundamentos para aprobar el fondo en la comisión directiva eran que el club no pusiera plata y que los hinchas o socios invirtieran. Después, la realidad fue completamente otra. Los que empezaron a colocar dinero fueron los amigos del presidente. No me olvido de los casos de Garay y Belluschi. Los compró Boca y nunca jugaron en el club. De los balances se desprende que usaron a la institución para triangular operaciones. Garay salió para el Racing de Estrasburgo y Belluschi increíblemente fue a River y después a Grecia”. Digón rompió con Macri después, le aplicaron el derecho de admisión en el club y fue querellado.
Claudio Giardino, contador público, ex asambleísta boquense y presidente del Movimiento Boca es nuestro, señala que “Arribas nunca estuvo desocupado como representante de Boca. Cumplía un papel parecido al que antes habían tenido Coppola, Mascardi o Hidalgo”.
El fondo común cerrado Boca Juniors al que Arribas fogoneaba con discreción -al punto de que no figuraba ni en la sociedad gerente, ni en el comité asesor- se liquidó el 31 de diciembre de 2005. Su finalización se pautó para mucho antes, pero el plazo de su cierre se extendió hasta septiembre de 2003 en una asamblea extraordinaria de los cuotapartistas. La iniciativa de Macri había seducido más a sus amigos capitalistas que a los hinchas de recursos medios o escasos. La cuota parte mínima para acceder al proyecto bursátil era de 100 pesos o 100 dólares en plena vigencia de la ley de Convertibilidad de Domingo Cavallo.
El por entonces presidente de Boca no había apelado tanto a los servicios del ministro de Economía y sí a los de sus pares de Justicia. Primero hizo lobby con Elías Jassan y después con Raúl Granillo Ocampo. Muchas denuncias e impugnaciones condicionaron el lanzamiento del fondo. Y solo tuvo éxito cuando el último de los ministros hizo lugar a un recurso jerárquico extraordinario presentado por Boca el 23 de julio de 1997. Desde ese momento, la iniciativa bursátil pudo funcionar a pleno y Arribas hacer su tarea.
Los inversores llegaron a repartirse 11.187.720 dólares en determinado momento. Entre ellos estaba el Grupo Clarín a través de Inversora de Eventos SA (IESA), el ex dueño de Torneos y Competencias, Carlos Ávila, Nicolás Caputo y hasta se atribuyeron cuotapartes a un ex presidente de River (Alfredo Dávicce) en la compra de jugadores de Boca. El listado completo nunca se conoció. Digón hace su interpretación: “Estaban los amigos de Macri.”
El jefe de la AFI fue el gestor clave en la compra de Martín Palermo a Estudiantes de La Plata. El máximo goleador de la historia boquense integró la cartera de inversiones del fondo hasta enero de 2001, cuando lo vendieron al modesto club Villarreal de España. En la nómina de jugadores que pasaron como mercancías por el experimento financiero estuvieron los mellizos Guillermo y Gustavo Barros Schelotto, Walter Samuel -el profesional que más rentabilidad les dio a los cuotapartistas, unos 3.862.377 pesos- el peruano Nolberto Solano, Mauricio Pineda, Emanuel Ruiz, César Lapaglia y Antonio Barijho, entre otros. Garay y Villarreal fueron adquiridos por Arribas a Talleres para agrandar el porfolio de inversiones boquense. El primero no jugó ni un minuto en el club. El segundo hizo su aporte a dos Copas Libertadores y un título mundial ganados durante la etapa de gloria de Carlos Bianchi como entrenador.
“En los balances de la época, las compras de futbolistas iban a una bolsa imputada como gastos de transferencias y sin discriminar. Lo único que aparece son los porcentajes de futuras ventas de jugadores. Todo empezó en las gestiones de Macri, pero se potenció durante el gobierno de Amor Ameal”, señala Giardino.
En 2003, Arribas se asoció con Fernando Hidalgo, un empresario que había desplazado a Gustavo Mascardi del primer lugar entre los ejecutivos top del fútbol. Con un trabajo de zapa fue sacándole uno a uno a sus representados, desde Juan Sebastián Verón a Hernán Crespo, entre varias figuras de la selección nacional. Ese año es cuando la dupla registró HAZ Sports Agency SA, que toma el nombre de las iniciales de ambos más la del israelí Pinhas Zahavi. A este último siempre se lo vinculó con operaciones turbias concretadas con dinero de los oligarcas rusos: como Roman Abramovich, el propietario del Chelsea inglés. El mismo que solo en 2016 cedió 38 jugadores a préstamo a distintos clubes. La oficina de HAZ en Buenos Aires desde la que operaba Arribas tenía la dirección en Viamonte 1328.
El Señor 5 siguió vinculado comercialmente a Hidalgo hasta abril de 2013. Pero en los hechos ya operaba desde Brasil -donde abrió su propia filial de la compañía, HAZ Football World Wide Limited- cuando decidió mudarse al país vecino. Para el Centro de Investigación y Prevención de la Criminalidad Económica (Cipce), de las declaraciones juradas de Arribas surgen inconsistencias que ameritan ser investigadas por la Justicia. Sobre su sociedad comercial con Hidalgo, la sospecha del Cipce es por lavado de activos. Un delito que en el fútbol es bastante frecuente.
“¡HAZ es la frutilla del postre!”, exclama Digón. Testigo directo de la época más fructífera en títulos y negociados de los amigos Macri y Arribas en Boca, no perdió la memoria. La denuncia del delator premiado brasileño Leonardo Meirelles por cinco pagos transferidos a cuentas del amigo presidencial en 2013,hizo que ya no le alcance su discreción de otra época. Al contrario, el máximo cargo que tiene en la AFI lo dejó más expuesto.