Daniel Schteingart es doctor en Sociología por el Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de San Martín (IDAES-UNSAM) y magíster en Sociología Económica por la misma casa de altos estudios.
En 2017 fue distinguido por su investigación sobre el desarrollo económico comparado como la mejor tesis en ciencias sociales de la UNSAM. Las problemáticas del perfil productivo de las naciones es uno de los temas sobre los cuales viene trabajando como becario posdoctoral del CONICET.
Universidad conversó con el también profesor de la Universidad Nacional de Quilmes y columnista socioeconómico en “Tarde Para Nada”, programa de María O’Donnell en Radio Con Vos, quien, entre otras reflexiones, manifestó la necesidad de que la sociología debe perderle el miedo a los números y apoyarse en métodos cuantitativos para complementar la mirada cualitativa, a través de la utilización de herramientas básicas como la estadística.
Fuiste distinguido por la UNSAM como mejor tesis doctoral 2017 de Ciencias Sociales. ¿Cuáles son los próximos desafíos para tu carrera?
Me interesa mucho el desarrollo económico comparado entre países y lo hice con el caso de Noruega. Poder analizar, por ejemplo, los países que se desarrollaron a partir de sus recursos naturales, como el caso de Noruega, Australia, Nueva Zelanda o Canadá. La idea es conocer más en profundidad la trayectoria de estos países, por ejemplo, cómo Australia se especializó en sus recursos naturales. ¿Por qué me interesa este tema? Porque Argentina es un país que tiene muchos recursos naturales y por eso es interesante pensar cómo hacer para incluirlos en una estrategia de desarrollo.
En tu trabajo exponés una comparación de diferentes realidades nacionales, ¿qué potencial tiene Argentina en materia de especialización y desarrollo?
Argentina es un país que tiene recursos naturales pero no tantos como se cree. Hay unas estimaciones que hace el Banco Mundial, a través de capital natural per cápita, donde Argentina está en el lugar 40 de 200 países.
Una estrategia como la de Australia, especializada sobre sus recursos naturales, no sería suficiente para un país como el nuestro. Argentina tiene que complementar con otros sectores más lejanos a los recursos naturales. Países como Canadá, Dinamarca, Finlandia tienen ese mix, entre recursos naturales y sectores industriales. Es decir, tenemos recursos pero no alcanza para tener una estrategia de desarrollo meramente bajada en los recursos naturales. Es por ello que la discusión principal es pensar si es viable una estrategia como la de Australia. La respuesta es que no. Tenemos una densidad demográfica más alta y no tenemos el suficiente potencial de generación de divisas sobre la base de los recursos naturales. Somos más parecidos a países como Canadá y Finlandia.
¿Qué rol le asignás a la universidad pública en la posibilidad de generar soluciones a las demandas sociales?
El rol de la universidad pública es central. Es acertada la visión de tener un sistema educativo, científico, tecnológico que trate de abordar problemas sociales y económicos. Lo más prioritario es contribuir a resolverlos. En este sentido, la generación de conocimiento que trate cuestiones como pobreza, desigualdad, infraestructura, salud, educación, urbanismo, narcotráfico, violencia, etc., es fundamental.
¿Qué opinión te merecen los debates que ponen en duda la pertinencia de las ciencias sociales en relación a las ciencias duras?
Es una visión muy primitiva pensar que las ciencias duran son las únicas que sirven o que las ciencias sociales son palabrerío. No tiene el más mínimo asidero. Las ciencias duras son indispensables, y las ciencias sociales también, para tener una sociedad más próspera, con mayor bienestar, mayor igualdad y más democrática. El estudio de políticas que permitan reducir la violencia social, el estudio de la historia de otros países, para aprender qué tipo de políticas implementaron, entre otros problemas de los que pueden resolver las ciencias sociales. Es por ello que en todos los países desarrollados, los Estados financian tanto a las ciencias duras como a las ciencias sociales. Invierten en ciencias y esa es una de las razones por las que les va bien.
¿Considerás importante la divulgación en la labor del investigador?
La divulgación es muy importante. Como investigadores tenemos que tratar de explicar de modo sencillo lo que hacemos. A veces es complejo pero tenemos que siempre hacer el esfuerzo y ser penetrantes en la forma que comunicamos el trabajo que hacemos. De esa manera, a la vez que somos divulgadores también nos nutrimos de la divulgación de otras personas.
Son muy buenas iniciativas que contribuyen a la divulgación la colección Ciencia que ladra de la editorial Siglo XXI o las charlas TED, a través de las cuales uno puede enterarse de distintos trabajos de científicos de una manera accesible.
¿Qué le recomendarías a los que hoy ingresan a la carrera de sociología?
Lo que les recomendaría es que no le tengan miedo a los números. La estadística o las matemáticas son herramientas muy valiosas para poder entender a la sociedad en la cual vivimos. Si queremos comprender temas como pobreza, mercado de trabajo, desarrollo, entre otros, tenemos que saber manejar herramientas cuantitativas. Ahí tenemos mucho por mejorar. Hay que perderle el miedo a los métodos cuantitativos. Si no tenemos método no vamos a poder tener un conocimiento completo de la realidad que nos rodea. A veces vivimos en carne propia cierto rechazo por considerar a la sociología ensayística o poco rigurosa y creo que una buena metodología es uno de los pasos a seguir para desterrar esas acusaciones. La sociología tiene una capacidad muy significativa para poder contribuir al debate social y al entendimiento de la realidad que nos rodea, y brindar un aporte que puede complementarse con otras ramas de las ciencias sociales como la economía, las ciencias políticas o la historia.