Massimo Recalcati es psicoanalista, reside en Italia y es habitual colaborador La Repubblica. Los fragmentos de una entrevista que le hicieron en su momento se reproducen en esta nota en el que aborda dos temas de actualidad: el goce monádico y la exasperación del individualismo.
-- ¿Cómo definiría la anorexia y la bulimia en la contemporaneidad?
-- Uno de los rasgos fundamentales de la contemporaneidad consiste en un debilitamiento generalizado del lazo con el Otro. El sujeto contemporáneo aparece, en este sentido, como desprendido del Otro, a la deriva. Como muchos han señalado, la potencia simbólica del gran Otro se ha debilitado irreversiblemente, y el nuestro es un tiempo, como decía Adorno en Minima Moralia, del goce monádico, es decir de una exasperación del individuo que excluye la dimensión trans-individual del sujeto. Siguiendo a Lacan, debemos de hecho distinguir entre individuo y sujeto. Sostiene la ilusión del objeto del deseo como encarnado en el objeto de goce, es decir la ilusión de que es posible, por medio del consumo del objeto de goce, curar las heridas que inflige la realidad humana, y que la vuelve estructuralmente precaria y faltante. Para la anoréxica, el partner fundamental se vuelve su propia imagen idealizada. El mundo se reduce a la superficie lisa y aséptica del espejo. Su pasión es una pasión de consistencia: lograr ser idéntica a su imagen ideal. Su empresa es un dominio: gobernar el cuerpo, ejercitar un dominio de la voluntad sobre su apetito haciendo en realidad de esta voluntad el lugar superyoico de un goce pulsional. Y sin embargo sabemos que la prolongación de la abstinencia genera a su vez un fenómeno incontrolable del cuerpo, el de la producción de endorfinas que invisten al sujeto de una corriente de excitación. Por el contrario, en el caso de la bulímica asistimos a la actividad pura de la pulsión, y no a su interdicción fanática, llevada a un primer plano: aquí no cuenta el objeto que se come sino solo la propia actividad de comer. Esta compulsión a comer todo constituye el punto de máxima convergencia de la bulimia con el nuevo imperativo social que regula el programa -los objetivos- de la Cultura: lo que cuenta no es qué objeto se consume sino la propia actividad de consumo. Es este el otro aspecto del súper-yo contemporáneo. Si el higienismo fundamentalista de la anorexia lleva a una exasperación pulsional de la voluntad kantiana, la devoración bulímica exalta la función sádica del goce como nueva forma del súper-yo social.
-- ¿Qué es la clínica del vacío? ¿Cómo se articula la clínica del vacío con la clínica psicoanalítica?
-- La expresión “clínica del vacío” ha sido propuesta para definir en primer término una metamorfosis que ha investido al sujeto llamado post-moderno. La falta trasformada en vacío ofrece la ilusión de que el vacío se puede llenar, como ocurre en la bulimia o en otras formas de dependencia patológicas adictivas, o como ocurre con la anorexia, donde la ilusión es que ese vacío puede osificarse, volverse pleno y centro de gravedad –y de goce– del sujeto. La clínica del vacío es en este sentido también una clínica de la falsa adaptación, del disfraz, del yo (moi), de la normalidad o que, a diferencia de los cuadros clásicos de la psicosis, no rompen con la realidad cotidiana, sino que rompen el lazo con su deseo, alienándose en identificaciones sociales rígidas. Se trata de ese campo clínico que Lacan, en la Cuestión preliminar, llamó “psicosis sociales”, en las que no prevalece la ruptura con el “buen orden” sino su asimilación a-crítica.