En el último piso de un edificio de Boedo, Nacho Marciano, vestido de negro, abre la puerta de su departamento. Con una voz, fuerte y tierna, que deja estelas en el ambiente rebasado de arte, y me invita a pasar. En la pared, en un huevo gigante con letras negras dice “Casa Deloof”. Una serigrafía con el rostro desafiante de David Bowie en blanco y negro con un marco antiguo y enorme que parece de crema. El cinto que usaba Federico Moura cuelga de la pared. Cientos de vinilos. Una foto de Federico Klemm y en cada anaquel de la biblioteca un mini altar. Uno con una foto de Bowie en su época glam, un simple de Los encargados y una postal hecha a mano del Obelisco con cabeza de pene, eyaculando. En cada rincón de su casa se respira arte, como la vida de Marciano, que se reparte entre la música, la pintura y todo lo que tenga que ver con el arte, arte, arte…
FILOSOFÍA Y LETRAS QUEER
En el 2005, Nacho Marciano con su grupo Ahora, salieron a jugar en primera. El sello Warner Music les produjo el primer disco, financiando una campaña publicitaria para que sonaran en la radio, fueron a Badía & Compañía, y pasaban el video en Much Music, y en MTV; tocaron en el Pepsi Music, y en el Quilmes Rock. Cantaban letras queer, pero, como la imagen del grupo no acompañaba la propuesta (vestían de negro, lejos de lo camp) pasaron un poco desapercibidos para la comunidad lgbti.
En el hit “Sábado”, Marciano cantaba “Él se pintaba como una mujer / Él se veía tan hermoso / Yo lo veía bien… / Me enamoré de él / Pensé que era mujer y no fue…/ Y eso pasó un sábado, sábado”. Después habla de caminar por “la Santa Fe”, haciendo alusión a la avenida porteña de yire. En el tema “Así” decía “Yo fui feliz también por la nariz... / con chicos, con chicas, yo me divertí”. En Andá a saber dice: Éramos muy parecidos… Tu cara es muy linda / Tu boca también / Sos muy chiquito / casi una mujer”. En “Tercer planeta” canta: “No soy mujer / No soy un hombre / Soy una mezcla de mil colores”.
¿Cómo era cantar estas letras hace casi dos décadas atrás?
–Yo no estuve tan metido en el rock. Ahora era un grupo pop. Yo andaba con artistas visuales, escritores, travestis, drags… En el rock, supongo, era más difícil. Cuando yo cantaba: “Con chicos, hay chicas yo me divertí” quería que no hubiese etiquetas.
¿Influencias para tu devenir queer?
–Primero Tanguito. ¿Viste que era raro? Se vestía con medias de mujer, usaba botas con tacos, el pelo, tenía relaciones con amigos y no tenía novia. Moris, Miguel Abuelo, y Virus. Para mí sus letras era dar un paso más de ellos, en cuanto a lo explícito.
¿Qué pasó después de los hits del primer disco, con tanta repercusión, y el regreso al under?
–La compañía discográfica no entendió bien. El primer corte de difusión fue “Mandame un e-mail”, que es medio freaky, habla de la paranoia de alguien que está levantando por Internet, por MSN, cuando no existían las aplicaciones, ni Facebook. Pensaron que éramos una banda para Radio Disney, de hecho el tema sonaba en la radio todo el día. Eran todos posibles hits pero después se dieron cuenta y me dijeron: “¿No tenés uno que no hable de drogas o de sexo?” Pero era lo que a mí me gustaba, como los artistas queer. En la tele, no era común hablar si te gustaban los chicos o las chicas o el cambio de sexo.
Me llamó la atención que, con tu banda Pasolinis hacés rockabilly, un estilo de música que se lo relaciona con el rock cuadrado. ¿Cómo fue ese pasaje del pop al rock?
–La tapa del disco que salió este año tiene que ver con Los Smiths, en cuanto al diseño, a la onda, y verlo a Pasolini en bolas es raro. Ya el nombre te lo dice. A mí me gustan los artistas queer, mis gustos musicales tienen que ver con eso: Pet Shop Boys, Depeche Mode, Morrissey, Erasure. Cuando vino Erasure acá, flashé, fue lo máximo. Yo tenía 10 u 11 años y era fan. Pero cuando era más chico escuchaba Elvis y Beatles, Lennon; de ahí me viene el gusto por el rock clásico.
Este año también sacaste el disco de cover 9 versiones de Lennon, con las letras traducidas y tenés un disco inédito con Moris. ¿Qué pasó?
–Sí, Moris tiene 75 años como Jacoby. El disco está terminado, hasta la tapa tenemos. Hicimos “El oso” en versión tecno, tipo Pet Shop Boys, “Rebelde”, también en versión tecno, “Natural”, de Tanguito, “La balsa” en inglés, porque fue el primer tema del rock en español y Moris me dijo que lo quería cantar en inglés… Los tiempos cambiaron y no hubo contrato; pero en algún momento lo vamos a sacar.
Ahora sale el disco donde hiciste cantar a Jacoby, Golosina caníbal, pero ya habías hecho colaboraciones…
–Tocame el Rock, el álbum roca. Cuando invitaron a Robert al Museo Reina Sofía de Madrid, en el 2011, yo me encargué de hacer la curaduría musical. Ahí, abriendo los placares, descubrí un montón de letras que eran como 40. Lo de ahora es un experimento arriesgado, es hacer que sus letras tomen cuerpo con su propia voz. Él, que había hecho las letras de Virus, nunca había cantado, se consideraba inválido como músico; y eso era lo que más me gustaba. Tenés que hacer algo que nunca hiciste, le dije.
Hace unos días hicieron un adelanto en el Reina Sofía…
–Fue muy lindo. Como él no es cantante, Robert leía las letras, yo estaba con el piano y contamos cómo fue la previa. Después Robert decía, bueno ahora vamos a escuchar como esto se convierte en música, y ahí ejecutábamos el tema.
¿Cómo lo van a presentar acá?
–Como los discos no se venden, vamos a hacer esculturas caníbales con formas de dedos, corazones mordidos, y vender dibujos originales; el disco lo escuchas por Spotify. A la música no la podés agarrar, lo que agarrás es el objeto, las tapas, pero si vos tenés más que una tapa original, que tiene un montón de tiradas, es otra cosa… Hay que enfocar el objeto como objeto y la música como eso intangible.
¿La idea es de los dos?
–Sí, porque él va a escribir las letras, a mano, con algunos dibujos firmados, y también van a estar mis dibujos y objetos. Seguramente lo presentaremos en Million.
Sorprendiste con tus dibujos. En las redes te elogian, desde Patricio Bisso hasta Jorge Gumier Maier ¿Cómo fue tu inserción en la plástica?
–Ahora, al menos, tres días por semana, me dedico a pintar y dibujar. Yo uso la técnica de Warhol para dibujar, la proyección. O calco una parte y después sigo solo, como lo hacían también los pintores renacentistas. Rembrandt usaba la proyección con espejo cóncavo. En España hice un diario íntimo. Sacaba fotos comiendo en tal lado, paseando por Sitges y después, a la noche, los pintaba. Roberto fue uno de los primeros que me dijo que tenía que dedicarme. De chico estudié Bellas Artes y antes de hacer música me dediqué a pintar y dibujar. A los 14 años me compré instrumentos y dejé. A los 18 entré a arquitectura, porque me gustaba dibujar, pero la abandoné porque no aguantaba más las matemáticas.
En sus coloridos dibujos hay marineros que se besan, indios muy sexys, chicos que bailan en la playa, retratos de músicos (Charly, Federico Moura, entre otrxs), una serie de nadadores (que Marciano me cuenta, son novios), y otra de chicos durmiendo. Vacas. Culos. Un chico saliendo de la pileta. Otro con una toalla. Cadáveres de pájaros y un libro porno: “Una especie de kamasutra gay, que por ahora no voy a mostrar”, me dice.
Golosina caníbal estará en Spotify desde el 19 de noviembre. Y la muestra Vacaciones inaugura el 22 de noviembre a las 19 en Pasto, Pereyra Lucena 2589.