Beatriz Busaniche es egresada de la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la UNR. Actualmente preside la Fundación Vía Libre, una organización que tiene como objetivo trabajar políticamente en el área de nuevas tecnologías, defender los derechos ciudadanos en entornos mediados por tecnologías de información y comunicación, y difundir el uso del software libre.
Busaniche es una activista que se manifiesta en contra de los sistemas de voto electrónico, a los que considera “seriamente dañinos para la institucionalidad democrática y una amenaza al sistema democrático en su totalidad, ya que el sistema electoral es la base de la democracia”. “Un sistema electoral corrupto, deslegitimado, que no genera confianza pública, es la piedra basal de la destrucción del sistema democrático como tal”, sostiene.
Según la licenciada en comunicación social, el sistema electoral tiene una serie de requisitos, que son mínimamente tres para que cumpla con su deber. El primero es el voto secreto como instrumento para proteger el voto libre: “Es la forma que encuentra el sistema democrático de garantizar que este no sea coercitivo, que no se vote al candidato “A” por miedo a perder un empleo, algún derecho que se está ejerciendo (como un beneficio social), por temor sobre la propia vida o la de algún familiar. El secreto del voto es el instrumento para proteger el voto libre, autónomo y soberano.”
“El secreto del voto es el instrumento para proteger el voto libre, autónomo y soberano”.
El segundo requisito es la integridad de ese voto libre, “que cada voto de un ciudadano que decide por el candidato “A” sea efectivamente contado para ese candidato y la elección no sea manipulada, es decir que gane quien realmente ganó y pierda quien realmente perdió, independientemente de que guste o no el resultado”, define la docente de la UBA.
El tercero es que sea universal: “Cuando hablamos de la universalidad del sistema nos referimos no sólo a que todas las personas habilitadas para votar puedan ejercer ese derecho ciudadano, sino también a que el proceso debe ser transparente y entendido por cualquiera independientemente de su formación técnica, perfil laboral o de quién sea esa persona.”
Y aclara: “Si no se comprende el proceso electoral, de qué forma funciona el sistema, cómo se cuentan los votos, o no se está en condiciones, por formación, de controlar la elección como autoridades de mesa o voluntarios por un partido político para ir a fiscalizar una elección, el sistema no es transparente y por lo tanto eso menoscaba la confianza. Un sistema electoral no transparente es poco confiable”.
Los diversos sistemas de voto electrónico vulneran siempre al menos una de estas condiciones, a lo que Busaniche llama “teorema de la sábana corta”, ya que está probado científicamente que “tanto el secreto como la integridad son principios que pujan entre sí; cuando se cuida mucho el secreto se pierde la capacidad de proteger la integridad del voto, mientras que si se protege mucho la integridad del voto se descuida la cuestión del secreto”, como demuestra matemáticamente el teorema de Hosp y Vora.
“La integridad, el secreto, la transparencia y auditabilidad del proceso entran a competir entre sí cuando se coloca una máquina. Así, con la intención de instalar algo moderno, rápido y tecnológico, entran en riesgo los tres principios que son los que efectivamente tiene que cuidar el sistema democrático”, denuncia la presidente de Fundación Vía Libre.
“Lo cierto es que todos los sistemas electorales basados en voto electrónico fueron hackeados en el mundo. El brasileño, el venezolano, el de la India, los que se usaron en Estados Unidos, el que se usó acá en Argentina. Todos fueron vulnerados porque todos los sistemas informáticos son vulnerables”, relata Busaniche a lo que agrega que existe un problema de construcción de confianza, ya que los funcionarios que velan a favor del voto electrónico trasladan la confianza pública “a una cuestión de fe”, que muchas veces se basa en el engaño.
“Sobre el tema voto electrónico circularon noticias falsas gravísimas. Por ejemplo, que la boleta electrónica no es voto electrónico. No hay un solo documento académico que permita excluir del conjunto de sistemas que se utilizan de voto electrónico a la boleta electrónica. También recuerdo una entrevista que Alejandro Fantino le hizo a María Eugenia Vidal en horario central, con millones de personas de audiencia, en la que dijo que el voto electrónico se usa en todo el mundo. Pero no es así, cualquiera puede hacer una búsqueda en Google y lo desmiente. Sin embargo, el periodista no repreguntó en qué países”, declara Busaniche.
“Sólo tres países en el mundo usan voto electrónico en sus elecciones nacionales. Hay una irresponsabilidad por parte de los medios de comunicación sobre cuánto ha desinformado el oficialismo sobre este sistema y cuánto se dejó pasar esa información sin corroborar con evidencia que es muy fácil de encontrar”, cuestiona Busaniche.
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires se creó recientemente el primer código electoral, de manera tal que habilita el empleo del voto electrónico. La norma fue aprobada con 49 votos positivos de los bloques oficialista “Vamos Juntos” y los opositores “Unidad Ciudadana”, “Bloque Peronista”, “Partido Socialista” y “Gen”. Expertos en informática, universidades, e incluso el Conicet participaron de las sesiones en la legislatura porteña manifestándose en contra del voto electrónico, pero los legisladores no tuvieron en cuenta las objeciones de los expertos. “Es muy difícil saber por qué el oficialismo quiere esto a toda costa. Más difícil es saber por qué algunos opositores como el Frente para la Victoria en la ciudad de Buenos Aires lo acompañaron con su voto”, explica la magister en Propiedad Intelectual.