La recesión económica le permitió al Banco Central sobrecumplir la meta de crecimiento cero de la base monetaria, con la que el Gobierno pretende controlar la inflación y la demanda de dólares. Según informó el organismo que conduce Guido Sandleris, en la primera quincena de noviembre el monto promedio del circulante y de los depósitos en pesos que integran la base monetaria se redujo en 28.000 millones respecto de igual período del mes anterior hasta los 1,23 billones de pesos. El monto se ubicó 40 mil millones de pesos por debajo de la meta prevista para este mes, consecuencia de una caída de la demanda de pesos de la economía producto de la profunda caída de la actividad. El éxito de corto plazo fue gracias a una riesgosa tasa de interés en instrumentos de corto plazo que está atrayendo capitales. “Es una estrategia que está funcionando en el marco de una economía que está muy mal y con un poco de empuje del mercado internacional”, explicó a este diario Leandro Ziccarelli, coordinador del Observatorio Monetario y Financiero del CEPA.
Como parte de la renegociación de las condiciones del préstamo del Fondo Monetario, el Gobierno se comprometió a llevar a cabo una política de ajuste extremo, tanto fiscal como financiero. Por el lado fiscal se aprobó una ley de Presupuesto con recortes en términos reales (se actualizan los montos por debajo de la inflación) en partidas sociales e inversión. En el frente monetario, el titular del Central anunció el congelamiento de la base monetaria hasta junio próximo. Esto significa absorber los pesos que la economía vaya creando por demanda endógena para mantener en cero su crecimiento en términos reales. Para ello, pone diariamente a disposición de los bancos las denominadas Letras de Liquidez (Leliq) que, con una tasa por encima del 60 por ciento, son la principal aspiradora de pesos del sistema financiero.
Durante la vigencia de esta política el Central comunicará cada 15 días la el cumplimiento de la meta, la cual debe mantenerse hasta junio del año próximo igual al promedio mensual que exhibía septiembre pasado. En la primera quincena de noviembre promedió los 1,23 billones (millones de millones) de pesos, 40 mil millones menos que la meta pretendida para la primera parte del mes. En octubre fue de 1,25 billones de pesos y para noviembre se estimó en 1,27 millones.
El objetivo es que una plaza seca de pesos le quite presión al tipo de cambio y, en consecuencia, colabore también a bajar la inflación. Sin embargo, la recesión y el ahogo monetario no evitaron que en los primeros diez meses del año la inflación acumule un 39,5 por ciento y lleve la marca interanual a 45,9 por ciento. Estos niveles de inflación hacen todavía más contractivo el recorte de partidas en el Presupuesto y el impacto de la aspiración de pesos. En el frente cambiario, el diferencial de tasas permitió el ingreso de dólares y eso dio un respiro al Gobierno con el precio de la divisa.
“En el corto plazo está funcionando, pero también hay un componente endógeno (que se origina de causas internas) que colabora con el éxito de la medida en materia cambiaria”, explica Ziccarelli. “Esto es coincidente con una economía sumergida en una tremenda recesión y con el mercado que aprovecha esta tasas”, agrega. A partir de la aplicación de este esquema financiero del BCRA, hubo bancos que ingresaron dólares de inversores externos para aprovechar el carry trade (invertir a las tasas locales en pesos tomando liquidez barata en el exterior). También hay bancos que entran con dinero propio, vendiendo sus dólares, y luego se cubren con contratos de dólares futuros.
“Todo esto es posible con el nivel exorbitante de tasas que tenemos actualmente. En cualquier parte del mundo el carry trade se realiza sólo por diferencial de tasas”, señaló a este diario el coordinador del CEPA. La tasa implícita en los contratos a futuro para cubrirse de la devaluación asciende a casi 60 por ciento, lo que haría inviable en un escenario de cierta normalidad cubrirse y conseguir una renta en moneda local. “En estas semanas la tasa de la leliq se ubicó en 65 por ciento, con lo cual se podía asegurar una renta segura y en dólares de casi un 5 por ciento”, recordó Ziccarelli. La tasa de la Leliq actualmente se ubica en el 62,2 por ciento, pero su máximo a principio de octubre la ubicó en 74,1 por ciento anual.
El riesgo de esta política radica en la fragilidad del esquema ante una salida de capitales, porque obligará al Central a volver a subir las tasas para evitar una nueva corrida cambiaria. “Las formas con las que se puede evitar este problema, como aplicar controles al flujo de capitales son incompatibles con lo que pide el Fondo”, dijo el analista consultado. La semana pasada el Central estableció la vuelta de los encajes decrecientes para los fondos que traen las entidades financieras, con el fin de desalentar el ingreso de capitales especulativos de corto plazo.