De la mano del clásico alemán Die Toten Hosen, el Hosen Fest incluye en la grilla a unos compatriotas, el quinteto denominado Kraftklub. Fundado en 2009 tras la unión de Felix Brummer con Neon Blocks, llega a Buenos Aires con su mezcla de rock, pop, indie y hip hop plasmado en cuatro discos de considerable éxito, siendo el último Keine Nacht für Niemand (algo así como “No hay noche para nadie”), editado el año pasado, y con el beneplácito de sus experimentados colegas. Brummer recuerda: “Crecimos escuchando a los Hosen. Cuando éramos adolescentes, todo se trataba de ellos. Ahora fuimos soporte en algunos conciertos, los conocemos un poco más, y nos contaron sobre la gente loca de la Argentina”.
Para entender cómo funciona Kraftklub hay que remitirse a los confines de Chemnitz, una pequeña ciudad occidental de 250 mil habitantes, a casi 200 kilómetros de la capital. Esos límites le transfirieron una identidad inconfundible, de ahí que su canción más popular a la fecha sea “Ich will nicht nach Berlin” (“No quiero ir a Berlín”). “Cuando empezamos a funcionar como grupo, otros músicos, el sello, el management, todo el mundo nos decía que nos teníamos que mudar a Berlín –retoma el vocalista–. Nosotros, que crecimos en esta pequeña ciudad, nos preguntábamos por qué. La canción trata sobre ese discurso hipster de que todo lo verdadero está ahí: ‘Ay, quiero hacer algo audiovisual, lo mío son los medios, me encanta la fotografía’, y esas cosas. Nos reíamos de eso con el tema”.
Si bien la formación artística de Brummer es más cercana a la cultura hip hop, sus compañeros le imprimen un sello más rockero al grupo, que convierte a ese mestizaje un lenguaje propio. Su frontman así lo analiza: “En la subcultura de Chemnitz se superponen los géneros, los DJ de house y los guitarristas de rock conviven permanentemente, entonces para nosotros esa mezcla es algo natural. El hip hop es el nuevo rock and roll, la nueva cultura con esa energía especial, y en Kraftklub lo mezclamos con la tradición del rock”.