Con la participación de Valor Vereda, Aguafiestas, Rock & Walsh y Koufequin se realizará hoy una nueva edición –la octava– de un clásico del Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi): el Festival María Elena Walsh (MEW). El legado de la cantautora cobra vida de la mano de destacados grupos de música para chicos, que son elegidos por su calidad y compromiso. “Es multitudinario. Lo sería en cualquier otro lugar, pero aquí trasciende de otra manera. Las familias se apropian del Espacio para la Memoria (la ex Esma): vienen con su canasta y su manta; llegan niños de todas las edades. Quienes no tienen niños vienen a pasar el día, a respirar, escuchar los pájaros y encontrarse con otros”, dice Verónica Parodi, directora del ECuNHi, a PáginaI12. En tiempos en que la casa cultural y educativa de las Madres de Plaza de Mayo se encuentra desfinanciada, Parodi cree “fundamental” que el público acompañe las actividades que allí se desarrollan.
El festival MEW se desarrolla en noviembre desde hace ya ocho años. Hay otras dos propuestas con la misma tónica: uno de teatro, que homenajea a Hugo Midón; y otro de literatura, que invoca a Gustavo Roldán. Son plataformas para “celebrar la vida y construir memoria colectiva a través del arte y el juego”, y están pensadas para toda la familia. Aparte de las presentaciones de las bandas, el público podrá jugar con las estaciones sonoras de Vibra –una serie de instrumentos gigantes– y disfrutar de talleres de circo, susurradores y juegos. Habrá una feria de discos, libros e instrumentos y se anunciarán los ganadores del concurso literario “Quién apaga las estrellas”, del que participaron chicos y chicas de todo el país. Como desde un principio, la presentación estará a cargo de Los Cazurros. Claudio Ferraro, Victoria Nardone, los Tamborcitos del EcuNHi, Paloma del Cerro y Arbolito tendrán participaciones especiales (ver aparte). La cita es a partir de las 14.30 en Avenida del Libertador 8151.
A excepción de Valor Vereda, todos los grupos que se presentan son allegados al ECuNHi y han participado del MEW y de distintos eventos organizados por los trabajadores del espacio. “Estuvimos varias veces. El lugar tiene una energía muy especial y llama la atención cómo se transforma ese día: se llena de pibes. Es el recital más lindo que podemos hacer. El mejor plan de todos”, expresa Mauro Conde (Koufequin), en una gran ronda con sus colegas. El mate circula y hay tanto risas como llantos de emoción. “Toda la energía que se siente al entrar a la ex Esma se da vuelta, porque el festival es una fiesta para toda la familia. Se ganó eso. Ganamos un lugar y lo estamos resistiendo”, completa el músico. Como la casa cultural de las Madres se encuentra desfinanciado desde enero de 2016 –cuando se paralizaron todos los convenios con ministerios que permitían su funcionamiento–, los artistas participan ad honorem. “Es un orgullo”, resumen Los Cazurros. “Lo artístico, lo familiar, lo amoroso le ganan a todo lo otro. Queremos mucho a este festival. Pasaron todos los grupos y eso está buenísimo: habla de la pluralidad que tiene”, remarca Pablo Herrero, del dúo anfitrión.
María Elena como faro
El hilo conductor de la fiesta es María Elena Walsh. Aún con sus diferencias en estéticas y contenidos, todos estos grupos la reivindican y la señalan como influencia. “Es una juglaresa que contó para grandes y chicos, y que trasciende no solamente generaciones sino también almas”, define Parodi, que fue quien eligió a la compositora como figura homenajeada y recordada en el marco del encuentro. Cada banda hace su presentación de entre 20 y 30 minutos, y cada una preparó un tema de Walsh especialmente para esta ocasión. Los artistas reunidos en la sala de dirección del ECuNHi comparten la idea de que ella no subestimaba a los niños y niñas, y a ellos les interesa justamente ese mismo camino. Buscan que sus materiales dialoguen de igual a igual con los más pequeños, y que también haya un disfrute por parte de los padres. “Es una de las primeras artistas que se tomó en serio el trabajo artístico para las infancias y que fue genuina con eso. Con su talento, su labor, su corazón y experiencia, con el público al que le quería cantar. Nosotros también somos genuinos y consecuentes. Estamos donde tenemos que estar, haciendo lo que tenemos que hacer, tomándonos en serio este trabajo”, reflexiona Elisa López Oroño (Valor Vereda).
“La obra de Walsh no tiene solemnidad. Y tiene una calidad artística que fue revolucionaria para el momento en que surgió. Recordarla nos permite, en un espacio como éste, con toda su connotación, soltarnos y conectar con lo artístico”, aporta Ernesto Algranati (Koufequin). A los entrevistados les interesa destacar que el festival responde a las intenciones de las Madres de Plaza de Mayo de transformación del dolor en vida y arte. “El espacio habla por sí mismo y a veces no hace falta decir nada. Solamente con el hecho de estar, de hacer lo que hacemos, y que la gente venga y disfrute, ya está. No hace falta bajar línea. Es una oportunidad para que amigos que no piensan como uno puedan venir y disfrutar de bandas, un show de teatro y humor, pasar un buen momento. La falta de solemnidad allana el camino para que el espacio se transforme”, opina Ernesto Sánchez (Cazurros).
Para Parodi, el festival es “la excusa perfecta” para que muchas personas se acerquen por primera vez al predio. Así sucede hace ocho años. También, para que los chicos empiecen a interesarse por la historia del país y para que los adultos que los acompañan “puedan contar con sus palabras su manera de sentir el espacio”. “Es importante que esto continúe y podamos seguir hablando de lo que significa estar acá. Las Madres acompañan siempre. Vienen con sus pañuelos blancos, se quedan sentaditas y las familias se acercan a sacarse fotos y preguntarles cosas. De esa manera se transmite la historia. Tenemos que tener en claro que las Madres se están yendo, y tenemos que continuar con su mensaje”, dice.
Las propuestas
Lo expresa Algranati, de Koufequin, y la mayoría asiente: “Es un momento de explosión y auge en cuanto a la música para chicos. Hay cientos de bandas por todo el país. Cada una tiene su impronta, según el lugar donde esté, sus gustos y características. Es parte del legado de Walsh. Es una época en que se está dando importancia a lo que se hace para chicos. Pasa también a nivel literario, por ejemplo”. Malena Ramos Madero, de Rock & Walsh, se anima a bucear en las razones. “La explosión tiene que ver con los medios, con la facilidad que ayuda a un montón de cosas. Además, muchos de nosotros somos educadores. La educación y el arte están potenciándose el uno al otro. Queremos trabajar desde el aula, lo necesitamos, pero no queremos dejar de lado la pequeña magia de hacer un show y crear un imaginario compartido”, sostiene la joven.
Hay criterios compartidos, como el respetuoso tratamiento a la infancia y el abordaje del rock, pero cada propuesta tiene sus particularidades. Koufequin combina pop y rock, está integrada por docentes y músicos y apuesta a una fuerte influencia del aspecto visual en sus shows. “Tenemos una mirada rockera, pero es bastante abierta, nos cuesta encasillarnos. Nos dicen que hay canciones nuestras que no parecen para chicos y nosotros tampoco tenemos tan claro qué tendría que tener una canción para que sea claramente para chicos... La conexión nos parece más importante que cualquier etiqueta”, define Algranati.
“Somos músicos de rock hace muchos años, y amigos. Tener un proyecto con amigos cuesta mucho, pero también es muy gratificante”, dice Mariano Gago, de Aguafiestas. Esta banda recorre diferentes variantes del género adaptándolas al imaginario infantil. Su repertorio incluye temas propios y canciones (traducidas) de The Beatles, Rolling Stones, The Doors, Beach Boys, Pink Floyd, Los Gatos y Moris. En vivo, la música se combina con juegos pensados para cada canción. “Intentamos que haya una comunión, porque muchas veces hablamos de la división de públicos. Pero cuando en el recital vemos a los padres jugando con los niños, a todos juntos disfrutando de la música y el humor, es súper gratificante. Ahí es cuando fue un éxito el mensaje”, concluye Gago.
Valor Vereda, por su parte, presentará un concierto literario basado en Los cuentos de Chiribitil, que en los ‘70 marcaron vanguardia (eran textos e ilustraciones) y fueron reeditados años atrás. Se trata de un espectáculo que el grupo estrenó este año. “Nos acercamos a la música para hacer jugar, así que, como el teatro y la narración, sirve como puente para acercarnos a niñas y niños. Esta propuesta tiene el componente de haber sido creada a partir de cuentos argentinos que se escribieron entre el ‘76 y el ‘78, con todo lo que eso implica. Es un montón. Es nuestra responsabilidad hacerlo aquí también. Traemos algunos cuentos que fueron prohibidos o quemados”, describe López Oroño.
Finalmente, la programación del María Elena incluye a Rock & Walsh, banda que homenajea a la cantautora en cada uno de sus shows. “Nos agarramos del clown, un lenguaje muy universal, que atraviesa todas las edades. Nos tomamos el atrevimiento de inventar el género clown-rock y de reírnos un poco de la postura del rockero. La máscara nos permite jugar”, sintetiza Juan Bautista Carreras.
El rock como espíritu
El espíritu del María Elena es evidentemente rockero. Los entrevistados coinciden en que éste un rasgo generacional de los que actualmente se dedican a hacer música para chicos (o para chicos y grandes, por si hace falta aclararlo). Pero, más allá de la vivencia y el gusto personal, hay otros motivos por los cuales es el género más elegido: “Tiene una amplitud de géneros en sí mismo. Podés hacer una cumbia y que suene rock. Es decir, una banda de rock incluye muchos géneros. Más allá del rock tradicional, te da esa libertad. Y la falta de solemnidad que permite es ideal para los pibes, así como también su dimensión teatral y performática”, sugiere Leandro Troglio (Aguafiestas).
“Tiene que ver con una cuestión generacional que nos abarca a casi todos. Nosotros siempre decimos que somos estrellas de rock frustradas que hacemos espectáculos de teatro”, completa Herrero (Cazurros). “La idea es compartir en familia. Y el rock está en las familias. Es una manera de que el disco que se ponga en casa llegue a todos los oídos. Muchos padres que capaz no se coparon con la temática y el juego, prestan atención a la música: los instrumentos, el sonido, los arreglos”. Por su parte, su compañero de dúo define al rock como “un espíritu de cambio, de libertad”. “María Elena Walsh era rock”, asegura Sánchez.
En un contexto en que crecen en todo el país las propuestas de este estilo, los artistas se manifiestan preocupados por la ausencia de políticas culturales que las favorezcan y alimenten. “Mientras más somos los que estamos tratando de hacer esto, es más difícil desarmarlo. El espacio que estamos ocupando hoy no debemos dejar de ocuparlo, aún en un contexto difícil”, remarca Algranati. Es otra razón para volver a abrazar al ECuNHi.