Tras intensas negociaciones contrareloj, un amplio acuerdo de distintas expresiones del peronismo logró quedarse con un lugar clave en el Consejo de la Magistratura. La oposición presentó ayer en la Cámara de Diputados la nota con sus dos candidatos para integrar el organismo encargado de controlar al Poder Judicial. Con 131 firmas, el kirchnerismo, el massismo, un sector del Bloque Justicialista y otros espacios del PJ le arrebataron la mayoría a Cambiemos y postularon como consejeros a Eduardo “Wado” De Pedro (FpV-PJ) y Graciela Camaño (Frente Renovador). El macrismo quedó en minoría y perdió así uno de sus lugares, previsto para el radical Mario Negri. Debió conformarse con la nominación de Pablo Tonelli, quien precisamente había sido designado en 2015 con una jugada similar: reunir el apoyo de distintos bloques en vez de computar las mayorías según la cantidad de integrantes de cada bancada. El gesto de acercamiento del peronismo cuando empieza a asomarse el año electoral despertó la ira de algunas figuras de Cambiemos, que acusaron recibo del golpe y salieron a criticar.
Haciendo uso de la maniobra que inauguró el PRO –haciendo un abuso de la redacción ambigua que posee la ley del Consejo de la Magistratura–, esta vez las distintas expresiones del peronismo lograron un consenso para destronar al oficialismo, que ya tenía pensado postular al radical Mario Negri y a Tonelli para ese cargo. La negociación comenzó hace unas tres semanas, cuando se produjeron las primeras conversaciones entre De Pedro, Camaño, y el salteño Pablo Kosiner, titular del Bloque Justicialista. “Tráiganme un nombre y vemos”, le escucharon decir a la jefa del bloque massista. Sin embargo, hasta este martes en el kirchnerismo no pintaban un escenario muy optimista. El reemplazo del consejero saliente Rodolfo Tailhade, un diputado de La Cámpora con un fuerte perfil antimacrista, por el de Wado, más conciliador y de buen diálogo con todos los espacios del PJ, allanó el camino para el acuerdo. Al Frente Renovador le sirvió para ganar un espacio que no hubiera podido conseguir de ninguna otra manera con su escasa representación parlamentaria tras de la salida de Felipe Solá. Otro actor importante en el acuerdo, el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, logró colocar a su diputado (y vicegobernador en uso de licencia) Martín Llaryora como suplente de Camaño. La “negra”, como le dicen amistosamente a la diputada, tiene otros planes para 2019, por lo que el cordobés tiene chances de reemplazarla luego de las elecciones. La suplente de Wado, en cambio, es Vanesa Siley, una joven diputada kirchnerista que proviene del gremio judiciales.
En este contexto, la jugada opositora contó con el respaldo no sólo del FpV-PJ y el massismo, sino de un amplio abanico que va desde Solá, de Red por Argentina, Leonardo Grosso del Movimiento Evita, Victoria Donda de Libres del Sur, los diputados santafesinos Alejandro Ramos y Alejandra Rodenas, el bloquismo sanjuanino, los peronistas de Córdoba y Tucumán y hasta Sergio Ziliotto, a cargo de la presidencia del Bloque Justicialista. En verdad, su titular es el salteño Pablo Kosiner, pero como rechazaba la propuesta delegó la firma en su segundo. Como la nota es firmada por las autoridades de los bloques en representación de todos sus miembros, pese a que el BJ estaba dividido, se contó a favor al total de sus diputados.
En la flamante coalición peronista había profundo malestar con los cuatro diputados que responden al senador puntano Adolfo Rodríguez Saá, que acompañaron la propuesta de Cambiemos, igual que con los misioneros que reportan a Carlos Rovira.
Otro apoyo clave fue el de los seis diputados santiagueños que responden al gobernador Gerardo Zamora. El mandatario, un jugador de aguas profundas, consiguió sentar en el Consejo a la senadora Ada Itúrrez de Capellini, en el marco de un acuerdo con el jefe del interbloque Argentina Federal, Miguel Pichetto, quien encabezó una jugada similar el miércoles.
Pichetto había conseguido 27 firmas a favor de su postulación y la de Itúrrez. Los respaldos del rionegrino habían sido de los 18 del Bloque Justicialista, más los dos socios pampeanos y los dos chubutenses con los que conforman el interbloque. Y para garantizarse superar los 25 votos del interbloque Cambiemos de la Cámara Alta, Pichetto logró el respaldo de los 3 santiagueños y los dos tucumanos, José Alperovich y Beatriz Mirkin, recién salidos de esa bancada por una fuerte interna con el gobernador peronista Juan Manzur.
En 48 horas, el oficialismo pasó así de soñar con el dominio absoluto del Consejo con 10 de los 13 integrantes, a quedarse con 8. En Cambiemos responsabilizaban al presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, de quien vienen desconfiando hace rato por su alejamiento cada vez más notorio de la Casa Rosada. Finalmente se quedaron con el lugar de Tonelli, cuyo suplente será el lilito Juan Manuel López. Furiosa por la pérdida de poder, la diputada de la Coalición Cívica Paula Oliveto sacó a relucir su antiperonismo: “El peronismo se une y le arrebata un consejero de la Magistratura a Cambiemos. Siempre dijimos que eran lo mismo. Seguiremos dando la pelea más dura contra las mafias y la corporación corrupta”, escribió. El macrista Fernando Iglesias no dejó pasar la oportunidad para derramar su acidez en las redes sociales: “Por años, Graciela Camaño se quejó de que los llamara Frente Reciclador, planteó una cuestión de privilegio contra mí y abjuró de todo acuerdo con los K. Será cierto que quiere ir al Consejo de la Magistratura gracias a este cachivache?”, escribió.
El nuevo mapa del Consejo
En conclusión, con las herramientas que usó el macrismo, ahora el peronismo (en sus distintas expresiones) recupera terreno en el Consejo de la Magistratura luego de que Cambiemos avanzara con fuerza este año en el estamento de los jueces, abogados y académicos. En un primer escenario se podría decir que de 13 integrantes, el oficialismo tiene 8 con tendencia a su favor: 1 del Poder Ejecutivo, Juan Pablo Mahiques; 2 legisladores, Inés Brizuela y Doria y Pablo Tonelli; 2 jueces, Ricardo Recondo y Juan Manuel Culotta; 2 abogados, Juan Pablo Más Vélez y Marina Sánchez Herrero y 1 académico, Diego Molea.
La oposición, en cambio, tendrá 5: 1 juez, Alberto Lugones; y 4 legisladores: Pichetto e Itúrrez, De Pedro y Camaño. De todas maneras, los consejeros de la oposición no son un grupo homogéneo y habrá que ver cómo actúan en cada caso. En particular la lupa estará puesta en nombres como Pichetto, un peronista cercano al oficialismo y con profundos vínculos con sectores del Poder Judicial dada su extensa trayectoria política y sus siete años de consejero entre 1998 y 2005.
Los nuevos consejeros jurarán el martes ante el presidente de la Corte Suprema, Carlos Rosenkrantz. El mismo día se definirán sus nuevas autoridades. En la oposición se entusiasmaban con la –difícil– tarea de poder tejer alguna alianza que les permita acercarse a los siete votos y también arrebatarles la presidencia del Consejo.