La política económica de la Alianza Cambiemos tiene un marcado sesgo antiindustrial. Por un lado, el aperturismo “bobo” daña el entramado fabril, y por otro, los ejes centrales de la macrieconomía (retroceso de la demanda, costo energético, elevadas tasas de interés) perjudican al sector productivo. Los datos oficiales son contundentes. La industria cayó 4,6 por ciento en el primer año de gobierno macrista. El repunte de 2017 (1,8 por ciento) no compensó el derrape de 2016. Los equipos técnicos de la Unión Industrial Argentina estiman que la actividad fabril retrocederá 2,3 por ciento este año. La mayoría de los empresarios coinciden en que esa tendencia continuará en 2019.

En esa línea, el proyecto oficial de Presupuesto 2019 prevé una caída de la inversión cercana al 10 por ciento en términos reales. Las ramas ligadas a los “ganadores” del modelo tampoco escapan a ese complejo panorama. El sector de la maquinaria agrícola es un ejemplo paradigmático. Por caso, la fábrica de cosechadoras Vassalli acaba de ingresar a concurso de acreedores. En el segundo trimestre de este año, las ventas de cosechadoras cayeron 52 por ciento interanual, según cifras oficiales. Por su parte, la comercialización de tractores, implementos y sembradoras retrocedió 27,9, 23,6 y 20,5 por ciento, respectivamente. 

La sequía sólo es una de las causas de esa tendencia negativa. Los fabricantes locales también venden menos por las crecientes importaciones. En otras palabras, el aperturismo comercial desplaza producción nacional.

Medida en unidades comercializadas en el mercado doméstico, el porcentaje de tractores de origen nacional descendió del 92 (año 2015) al 69 por ciento (primer semestre de 2018). En idéntico período, las ventas de cosechadoras locales cayeron del 85 al 56 por ciento, según datos oficiales. La pérdida de participación de cuotas de mercado, de la industria local, replica lo ocurrido en los noventa. La economista Paula Español explica en Un mito que se derrumba que “entre las campañas 1990/91 y 2001/02, la producción de granos pasó de 39 a 69 millones de toneladas, es decir, creció un 78 por ciento. En simultáneo, la producción de tractores nacionales pasó de 4298 unidades en 1992 a 98 unidades en 2001 y su participación se derrumbó del 88 al 7 por ciento en el mercado total de tractores. Los años siguientes mantuvieron la tendencia creciente para la producción de granos, que se multiplicó de manera similar al período anterior (77 por ciento entre las campañas 2001/02 y 2014/15). Sin embargo, un esquema productivo diametralmente opuesto permitió recuperar la capacidad industrial –con larga tradición en la producción local de maquinaria agrícola– y los tractores nacionales producidos en 2015 alcanzaron las 4291 unidades frente a 398 importadas”.

El macrismo “ha sido un engaño, yo lo voté y me arrepiento”, declaró un empresario de la maquinaria agrícola rosarino, en el marco del conversatorio “Política económica, Producción e Impacto Social”, organizado por el diputado nacional santafesino Luis Contigiani. El industrial Enrique Bertini agregó que con sus obreros “pasamos horas limpiando y pintando la fábrica porque no hay ventas, no generamos ingresos. Nos estamos comiendo los ahorros, este es el terrible panorama”. La historia se repite como farsa.

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@diegorubinzal