La Milla de los Museos neoyorquina tiene una estrella indiscutida en el Metropolitan Museum, el templo del arte que mantiene alta la cabeza frente a rivales de la talla del Museo Británico y el Louvre. No es tan antiguo como los museos europeos, que le llevan prácticamente un siglo cada uno, pero su colección da vértigo: una tras otra, sus salas exhiben esculturas de la Antigüedad, arte religioso de la Edad Media, lo mejor de la pintura europea del Renacimiento, piezas egipcias de la edad de oro de los faraones, armaduras, arte islámico y hasta instrumentos musicales y fotografías. Lo más prudente que se puede hacer es ir con tiempo: el conjunto es una fiesta para los sentidos. Pero si uno, además, resulta ser un admirador de la controvertida figura de Anna Wintour, todavía le queda por ver lo mejor.

LA DAMA DE LA MODA El personaje se hizo mundialmente conocido, fuera de las esferas del alto diseño o los lectores de Vogue, gracias a Meryl Streep y su interpretación en El diablo viste a la moda (The Devil Wears Prada). Pero mucho antes Anna Wintour y su distintivo corte bob ya eran un icono del jet-set (basta como muestra su comentado y nunca probado romance con Bob Marley) y cultural (que se ganó como recaudadora de fondos para el Costume Institute del Met). El Costume Institute en cuestión, que atravesó recientemente una cuidada renovación, reabrió sus puertas en mayo de 2014 en una gala presidida por Michelle Obama, ya rebautizado como Anna Wintour Costume Center. Una auténtica consagración para esta arbiter elegantiarum que se considera la única heredera posible de la mítica Diana Vreeland, también ella una antigua asesora de la entidad.

Esta ala del Met dedicada al traje tiene una colección que supera las 35.000 prendas de vestir y accesorios, representativos de un arco de tiempo que abarca siete siglos, y extendidos geográficamente por todos los continentes. Trajes de niños y adultos, mujeres y hombres, objetos mínimos e imponentes vestimentas conforman un pantallazo de riqueza sin igual sobre una actividad tan cotidiana que a veces pasa inadvertido su significado cultural: cómo nos vestimos y qué mensajes transmitimos consciente o inconscientemente a través de esa elección. El sector del museo dedicado a la moda incluye la Lizzie and Jonathan Tisch Gallery, una suerte de gran vidriera con la capacidad de transformarse en función de las prendas elegidas, la Carl and Iris Barrel Apfel Gallery que funciona como centro de orientación de los visitantes, y la Irene Lewisohn Costume Reference Library. A esta altura, está claro que patrocinar y donar los montos millonarios que implica el mantenimiento o restauración de cada una de las alas del Costume Institute tiene para los mecenas del Met una retribución en forma de galerías con nombre y apellido. El público, agradecido: porque hasta el más indiferente a los vaivenes fashionistas no puede sino admirar la riqueza, variedad, minuciosidad y espectacularidad de las prendas aquí exhibidas. Habitualmente, se organizan dos grandes muestras anuales, ya que la delicadeza de los objetos –telas y colores muy sensibles a la luz y a la manipulación– impide una presencia permanente de mayoría de las prendas ante el público. Pero la colección del Met es tan grande que, sin importar en qué momento se vaya, siempre habrá con qué sorprenderse. Por otro lado, siempre se proponen dos itinerarios que brindan una idea general a doctos y principiantes: Fashion in Art pone la historia del traje en contexto con las colecciones del resto del museo, desde las artes decorativas hasta la escultura y la pintura, y Costume: The Art of Dress ofrece una audioguía con la voz de Sarah Jessica Parker –quién más que la chica de Sex and the City podría representar un icono de la moda neoyorquina?– para presentar la historia del traje en las galerías del museo.   

TRADICIÓN Y VANGUARDIA El Anna Wintour Costume Center nació en 1937 como Museo del Traje y en 1946 pasó a formar parte del Met ya como Instituto del Traje (o Costume Institute). Los años que vieron a Diana Vreeland como consejera, entre 1972 y 1989, fueron escenario de muestras memorables, desde El Mundo de Balenciaga en 1973 hasta La Gloria del Traje Ruso (1976) y La Feria de las Vanidades (1977), todas exposiciones que fueron grandes eventos de su tiempo y fijaron un nuevo –y altísimo– parámetro para los museos del traje y las exhibiciones dedicadas a la moda en todo el mundo. En 2009 se sumó también la colección de trajes del Brooklyn Museum, con algunas de las prendas más famosas de la moda norteamericana entre fines del siglo XIX y principios del XX: así el Costume Institute del Met se aseguró de no tener más rivales en el mundo en materia de colecciones históricas de moda. Y prácticamente no hay tema que le sea ajeno a la hora de las exposiciones: desde la moda y fantasía de los superhéroes, elegidos como tema en 2008, hasta la moda punk en 2013, el estilo chino en 2015, Chanel en 2005 o Alexander McQueen en 2011. Este año, la muestra de primavera estará dedicada –solo por segunda vez en la historia después de la retrospectiva de Yves Saint Laurent en 1983– a una diseñadora viva: la japonesa Rei Kawakubo, fundadora de Comme des Garçons y conocida por sus diseños de vanguardia y su buen gusto. Ciento veinte piezas, desde sus comienzos en París en 1981 hasta sus últimas colecciones, formarán parte de la exposición, que además por primera vez tendrá los maniquíes situados al nivel de la vista y sin ninguna barrera frente a los espectadores. 

Resulta difícil describir una colección en permanente cambio, pero sin duda es imposible salir defraudado de la visita. Sin embargo, quien quiera tener más claro el panorama sobre las principales prendas en vista y cuáles pueden no estar visibles por el momento, tiene a disposición el completo sitio web del museo (también vale la pena consultarlo desde el celular durante la propia visita in situ). No solo porque incluye un catálogo detallado de los miles de objetos del patrimonio de moda del Met, sino porque cada prenda o accesorio tiene una descripción integral, un contexto histórico y la descripción de su valor en el universo de la moda. Como ocurre con el vestido de corte británico copiado del estilo francés que hace pensar de inmediato en Madame de Pompadour, con el célebre vestido de Yves Saint Laurent inspirado en los cuadros de Mondrian o con los zapatos de cuero y seda del siglo XVII que constituyen sendos hitos de uno de los museos más fascinantes del mundo. Y que nunca pasa de moda.



Graciela Cutuli
Construcción y deconstrucción o cómo descubrir el interior de una prenda.

DATOS ÚTILES

  • Cómo llegar: el Met Museum está sobre la Quinta Avenida 1000 y forma parte de la Milla de los Museos, que concentra en esta parte de Nueva York numerosas instituciones culturales y de conservación. El precio de entrada sugerido es de 25 dólares para adultos, aunque en realidad acepta una contribución a voluntad del visitante. La entrada está incluida en el New York City Pass y el New York City Explorer Pass. 
  • Más información: www.metmuseum.org/about-the-met/curatorial-departments/the-costume-institute y www.nycgo.com.