El 16 de febrero de 2018 Mauricio Macri fue autor de una revelación: “El mar es inmenso, el submarino es pequeño”. A esa altura el Presidente ya sentía la presión desde un sector que, en una lectura prejuiciosa de la realidad, el Gobierno parecía haber considerado un rebaño, y encima propio: las familias de los marinos.
Pero las cosas sucedieron de otra manera. Como los rebaños no existen salvo entre los animales, el hallazgo del ARA San Juan es una victoria de la presión social sobre un Gobierno que no hizo los esfuerzos suficientes para encontrarlo y luego, según sospechan los propios familiares, habría escenificado la detección del buque.
La angustia de los familiares fue convirtiéndose poco a poco en un gran tema de la Argentina a partir del día en que se encontraron dos personas. Una de esas personas es Claudio Rodríguez, hermano de Hernán, jefe de máquinas del submarino. Claudio es docente en General Alvear, Mendoza. El 26 de noviembre, después de haber discutido con un almirante, razonó así en un diálogo con PáginaI12: “Mirá si salís con unos chicos y se te pierde un alumno... ¿Qué hacés, lo buscás o renunciás? ¡Lo buscás, hermano!”.
De Mendoza también es Guillermo Carmona. Diputado nacional del Frente para la Victoria, conoció la historia de los Rodríguez y fue metiéndose cada vez más en el tema. Los submarinos no eran ni son su especialidad. En el segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner Carmona fue presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados. Cuando Macri asumió, el mendocino pasó a ser vicepresidente de la comisión. Política más libros: así fue como un ex secretario de Medio Ambiente de Mendoza se transformó en un experto en política exterior.
Como la vida y la política tienen una dimensión concreta –y en todo caso ellas mismas son lo concreto– el resultado fue que los familiares nunca dejaron de buscar la verdad. No solo Claudio Rodríguez. Todos los familiares. Como suele ocurrir en la Argentina, de pronto quedaron en un rol colectivo de reivindicación de justicia que nunca habían imaginado antes. La suma de padecimiento más pertinacia genera experiencia. La dinámica del contacto permanente con el Estado, con sus autoridades, con los que ningunean y con los que escuchan, con la Justicia, con los medios de comunicación y con los periodistas abre un mundo nuevo. Ese mundo nuevo, de miserias y noblezas, de egoísmos y solidaridades, de coartadas y verdades, no es el resultado de una elección originaria sino de la tragedia. Pero es.
Muy pronto el espíritu común de los familiares se conectó con el Congreso y generó construcciones institucionales. El 27 de diciembre la ley 27.433 dejó constituida la Comisión Bicameral Especial Investigadora sobre la Desaparición, Búsqueda y Operaciones de Rescate del Submarino ARA San Juan, una idea de Carmona que el mendocino consensuó con el resto de las fuerzas políticas. Peronista, a tal punto que ayer mismo asumió la presidencia del PJ en su provincia, creyó que partidizar las causas humanitarias no era justo ni eficaz.
La Comisión Bicameral tiene plazo de un año para presentar un informe final con las conclusiones. Se cumple el mes que viene. Para el 4 de diciembre ya estaba citado, antes de las últimas novedades, el ministro de Defensa Oscar Aguad.
El objetivo de los familiares no era solo el hallazgo. También la verdad y la justicia.
La historia del ARA San Juan recién empieza.