La alegría de este barrio, nunca la voy a olvidar, cruzamos la Cordillera, copamo’ el Maracaná. Y vos Cacho fuiste parte, de todos esos momentos, y por eso yo te aliento hasta el final...”. Mucho más que un cantito de resolución fácil, de los que se usan para la ovación individual (que también tuvo, por supuesto, el recordado “y dale Cacho, dale, dale Cacho...”). Un himno que evoca las mejores épocas, y que lo instalan en el  trono eterno. Cacho, el que fue parte de los momentos épicos, el alentado más allá de cualquier circunstancia, es Saccardi, claro. Y la canción es un clásico de la tribuna verdolaga y uno de los variopintos homenajes que recibió el referente de Ferro. En este caso, en vida. “El día en el que debutó el tema repartieron papelitos en la platea. Se emocionó y le fue a agradecer a la gente”, cuenta Alejandro, el primogénito. “Es un orgullo que lo recuerden así, que todavía canten su canción”, agrega Graciela, la primera dama del club. “Es súper emocionante”, apunta Cristian, el hijo menor, que completa con una anécdota que le pone contenido visual a los reconocimientos: “En nuestra agencia de autos había un pibe que era cartero, y en su momento lo tomé como repartidor. Era hincha de Ferro. Y con los amigos tenían una bandera blanca que decía ‘Cacho por siempre’. Me la regalaron”.

Los años pasan, pero continúan proliferando los trapos que mantienen viva la huella de Saccardi en Ferro. Quizá, la más recordada fue el retrato de la versión de Cacho entrenador, trajeado sobre una tela blanca, habitué durante el tiempo en que se sentó en el banco de suplentes de la institución. Los hermanos Leonardo y Javier Porta fueron los autores. “Le daba una vergüenza... El pensaba que las banderas se hacían para los que ya no estaban. Igual en su momento aceptó sacarse una foto con la bandera de fondo”, comenta Alejandro. “Era mi ídolo”, repitió Cachito a lo largo de esta biografía de su papá. Es que él también podría representar un homenaje. Primero, de la genética, por su sorprendente parecido físico. Segundo, por el tatuaje en el hombro derecho: la imagen del gran Gerónimo, sobre el fondo de un escudo del Verde.

Reconocimientos

El DNI también es un gran espacio para rubricar la admiración por un personaje emblemático como Cacho. Sergio Mercau, ya un histórico en la utilería de Ferro, le puso Gerónimo a su hijo porque el ex jugador y entrenador del Tren de Caballito es su ídolo. Categoría 66, de paso por las Inferiores del club en el que igual terminó en Primera, pero desde otra función, Sergio detalla que “mi Viejo me decía Cacho cuando jugaba. Cuando Cacho falleció, a mi mujer mucho no le gustaba el nombre Gerónimo, pero me entendió y tomamos la decisión entre los dos. Un día se lo conté a Alejandro, su hijo mayor. El papá era lo máximo para mí”. Mercau le rinde pleitesía al ícono casi en continuado: “A todas las camisetas que tuve les puse la 5. Cacho es un referente bárbaro. Con el tiempo hablé con mi hijo sobre el por qué de su nombre. Y a lo largo de los años fui juntando fotos de Cacho con la camiseta 5. El día de mañana va a ir todo para él”.

De cuerpo presente 

Porque Cacho está, nunca se fue. Vive en el nombre de tres peñas verdolagas en el Interior de la provincia de Buenos Aires: las de Mar del Plata, San Miguel del Monte y San Pedro. Y desde el 5 de mayo de 2017 observa el día a día, escucha los latidos del corazón del club desde el umbral del quincho, a un costado del Héctor Etchart, ojeando el césped que él honró como pocos. Por iniciativa de la Agrupación Cacho Saccardi y con la anuencia de la Comisión Directiva que encabeza Daniel Pandolfi, allí se emplazó el busto que lo volvió a poner de cuerpo presente en las instalaciones de Ferro. El objetivo se consiguió gracias al trabajo de equipo. El artista plástico Alejandro Farache donó una obra original de Cacho enmarcada con tablones originales y alambrado –material proporcionado por el club–, que fue rifada para cubrir los costos. El herrero Matías Basualdo confeccionó la base pintada en su taller. Y Diego Corrarello fue el encargado de materializar la figura de la figura. “Para mí significó una oportunidad de crecimiento, de transformación, principalmente porque esta obra iba a ser recibida por todos los hinchas de Ferro, por toda la gente del club. Desde el momento en que ves al papá con el hijito sacándose una foto al lado de la escultura, ésta adquiere un valor espiritual, que no es dado por mí, si no por la gente. Y eso es algo que genera una satisfacción que no la podés obtener cuando exponés en un circuito de arte, como es una galería, que tiene una finalidad netamente comercial y no cultural. Por este motivo, para mí significó muchísimo. Fue para mí una experiencia cultural teñida de verde”, profundiza el artista. (...) Y su Cacho, silencioso e imponente, hoy vigila el pulso de Ferro, como lo hizo en su etapa de jugador y de director técnico.

Un puente al homenaje

De la obra de arte, a la obra de ingeniería, con un denominador común. Porque el puente que hoy une Yerbal con la avenida Avellaneda, que surca  terrenos que hasta los 90 pertenecieron al club, “para los vecinos e hinchas, naturalmente, es el puente Cacho Saccardi. O el puente de Ferro”, tal como apunta el socio Eduardo Eichel, de la Comisión de Derechos Humanos del Verde. Una bandera contra el alambrado que divide el club con el puente lo bautizó con el nombre del ídolo casi desde su apertura. Ya en 2007 hubo un intento formal por parte de los socios para que la Legislatura Porteña aprobara la idea de que el referente le prestara el nombre al puente. La presentación se hizo en el CGP barrial, con copia al Gobierno de la Ciudad. “Lamentablemente no prosperó. Por iniciativa de otro grupo de vecinos se le terminó poniendo el nombre de Nicolás Vila”, aporta Eichel. Vila era el dueño de la histórica pulpería que tenía como elemento distintivo la veleta con el Caballito, que le terminó dando la identidad al barrio. Una calle de la zona ya lleva su nombre. “Entonces, con la agrupación Afilio Renzi y los vitalicios nos pusimos de acuerdo para presentar un nuevo proyecto y contamos con la ayuda de tres legisladores que dieron su firma. El proyecto tiene número de expediente y esperamos resolverlo lo antes posible. Se juntaron un montón de firmas; en el club, los días del partido, y en comercios de la zona que ayudaron porque también tienen el deseo de que el puente lleve el nombre de Cacho”, plantea Eichel. En efecto, se trata del proyecto de Ley N° 2813-D-2016, que lleva las firmas de los legisladores Javier Andrade, Claudio Heredia y Carlos Tomada.

Reza el texto del proyecto: “Sabida es la importancia del club Ferrocarril Oeste en el barrio de Caballito y en la Ciudad de Buenos Aires (...). Gerónimo “Cacho” Saccardi es indudablemente la más trascendente figura deportiva y símbolo de la historia de Ferro Carril Oeste (...). Muy querido en el mundo del fútbol y mucho más por Caballito, la gente de Ferrocarril Oeste pugna para que la Ciudad de Buenos Aires oficialice con su nombre el puente que pasa por el costado de su estadio, exactamente en las adyacencias a la cancha auxiliar del club, incluso sobre tierras que en el pasado reciente pertenecieron al club. Aunque ya numerosos hinchas lo han denominado a modo informal con banderas y pintadas.

La Ciudad de Buenos Aires ya ha homenajeado a personalidades contemporáneas con nombres de calles y puentes. El caso que más se acomoda a esta situación es el “Puente Ángel Labruna”, próximo al estadio del Club River Píate, en el barrio de Nuñez. Por todo esto es que creemos que Gerónimo “Cacho” Saccardi es merecedor de un justo homenaje en el barrio de Caballito, y solicitamos que se apruebe el presente proyecto de ley”.

“Mi viejo es lo que es gracias al reconocimiento de la gente; a los que compusieron la canción, a los que la cantan en todos los partidos; a los que le hicieron una bandera, a los que trabajaron en el busto; a todos. Es impresionante, a toda la familia nos emociona día a día”, devuelve ‘a pared con el corazón Alejandro Saccardi. Un puente entre la leyenda Y el sentimiento.

* Capítulo extraído del libro Cacho Gerónimo Saccardi, El último guerrero romántico, editorial Al Arco.