Los técnicos
Guillermo Barros Schelotto ya jugó sus cartas. Llegó hasta aquí apostando a una idea más eficaz que vistosa pero que le ha servido para ganar dos torneos locales y llegar a la finalísima copera. Está convencido de lo suyo. Pero a veces, ese convencimiento lo lleva a empecinarse y a demorar los cambios cuando los partidos vienen enrevesados. La flexibilidad no parece ser una de sus virtudes. Pero no le ha temblado el pulso para tomar decisiones pesadas como la de mandar al banco a Gago, Tevez y Zárate y no concentrar a Cardona. Y ha podido controlar un vestuario con demasiados egos sueltos. Gallardo le manejó tácticamente los tres Superclásicos que jugaron este año (Supercopa, Superliga y Libertadores). Pero Guillermo salió ganador las últimas dos veces que fue al Monumental. Están iguales.
A veces se lo sobreestima a Gallardo. pero no hay dudas de que es un muy buen técnico, un extraordinario motivador, y un notable estratega que ha conseguido buenos resultados manejando diferentes variantes. La de ponerlo a Martínez Quarta en una línea de tres en la Bombonera, por ejemplo, fue un acierto que sorprendió a muchos. Cuando Gallardo jugaba uno de sus entrenadores, Daniel Pasarella solía decir que se trataba del jugador que mejor leía los partidos. Lo sigue haciendo como entrenador y es por eso que suele acertar con los cambios que introduce en su equipo. Ha sabido ganarse el respeto de sus jugadores, que le creen ciegamente y aceptan sin chistar cuando les toca salir del equipo. Un importante porcentaje de los logros de River en los últimos tiempos le corresponden a su entrenador que supo reinventarse cuando se fueron algunas figuras del plantel. Si River gana la Copa Libertadores se dirá que Gallardo es a River lo que Bianchi fue a Boca en otros tiempos. No estará lejos de la verdad.
Los arqueros
Agustín Rossi se ganó el derecho a la titularidad. Hizo tres atajadas claves en la Bombonera y mantuvo en el partido al equipo. Pero la rápida recuperación de Esteban Andrada vuelve a ponerlo injustamente en duda para el sábado. Por actualidad y envión anímico, debería jugar Rossi. Pero Andrada perdió su puesto por una lesión y esos códigos, el mundo del fútbol aún los respeta. La discusión será uno de los temas de la semana boquense. Más allá de algunos detalles técnicos, ninguno es indiscutible. Jugará el que esté mejor.
Antes del Mundial, Franco Armani transmitía tal sensación de seguridad que parecía invulnerable. Algunos goles que le hicieron en la Copa del Mundo y otros a su regreso, lo humanizaron un poco. Pero sigue siendo una carta brava para las aspiraciones de River. En el partido de ida en la Bombonera fue protagonista de una jugada clave sobre el cierre del partido que a la hora del balance final puede tener un peso enorme. Benedetto recibió algunas críticas por su definición, pero la realidad es que el arquero tuvo mucha capacidad de reacción y le achicó el ángulo. Suele decirse del 1 que es fantástico en la raya pero muestra su costado débil saliendo de los tres palos. No se notó en esa jugada. Con este gran arquero River se siente muy respaldado.
Las defensas
El fondo de Boca dio ventajas que no había dado en las series anteriores ante Cruzeiro y Palmeiras. Perdió solidez. Los laterales Jara y Olaza tuvieron trabajo recargado por las subidas de sus colegas Montiel y Casco y los centrales Izquierdoz y Magallán fallaron en los dos goles de River y no pudieron gobernar el área de arriba y abajo. Urge recuperar confiabilidad. El sábado, tal vez juegue Buffarini por Jara buscando más intensidad en la marca. Los mellizos saben que si Boca no está seguro atrás, será difícil levantar la Copa en el Monumental.
River puede repetir el esquema de tres en el fondo con los laterales bien abiertos que le dio muy buen resultado en la Bombonera. Martínez Quarta por la derecha, Maidana en el medio y Pinola sobre la izquierda se las pueden rebuscar muy bien para limitar el poder de fuego del rival. Martinez Quarta quedó un poco expuesto en la gambeta previa de Abila del primer gol de Boca, pero en general cumplió con su función específica y aportó claridad en la salida con pelota dominada. Si las circunstancias de un marcador apretado lo ameritan, Montiel y Casco pueden estacionarse en sus puestos originales para que se forme, ahí sí, una línea de cinco. Los tres del fondo de River, que son buenos en el juego aéreo, en la próxima no van a dejar que Benedetto cabecee con libertad, como lo hizo en la Bombonera, marcado por Borré. La otra alternativa que maneja Gallardo es la de jugar con cuatro fijos en el fondo, pero en cualquier caso no va a ser fácil desequilibrarlos.
Los mediocampos
Una de las marcas de identidad del equipo. Los Barros Schelotto se decidieron por Nandez, Barrios y Pablo Pérez. Con ellos (y con Gago en el banco y Cardona marginado), hay más pujanza que buen juego. El uruguayo aporta despliegue y fervor pero escasa claridad. Barrios es vital en la recuperación de la pelota, pero seguramente el sábado le encimarán un hombre para taparle la salida. Pablo Pérez es una moneda al aire: si está emocionalmente centrado y seguro con la pelota, Boca puede ganar toque y movilidad. Si está acelerado e impreciso como lo estuvo en la Bombonera, podría faltar conexión con los delanteros.
El medio fue el regulador del buen juego del equipo en la Bombonera y seguramente volverá a serlo en el Monumental. El regreso de Ponzio que, como se sabe, es una especie de DT dentro de la cancha garantiza un mejor funcionamiento en esa zona. Aquí Gallardo tiene a mano distintas posibilidades. Ponzio juega, el pibe Exequiel Palacios también. Pity Martínez tiene un lugar en el equipo, pero habrá que ver si parte del medio o se para unos metros más adelante acompañando a Pratto. Si Martínez va de punta, en el medio podrán jugar Enzo Pérez, que ofrece más equilibro, Nacho Fernández, que anda bajo, pero es un crack y puede destaparse, y el irregular colombiano Quintero, que puede ofrecer mucha fantasía y precisión en el abastecimiento a Pratto. En La Boca, Casco y Montiel, pero muy especialmente este último, fueron muy importantes cuando se sumaron al circuito de toque del medio.
Los ataques
Hay más gol que fútbol. Wanchope Abila y Benedetto están encendidos. Marcaron los últimos 6 goles de Boca en la Copa (Abila 2 y Benedetto 4) y además, juntos no se superponen sino que se complementan. No sería extraño entonces que los Barros Schelotto apuesten el sábado por los dos. La otra alternativa sería un 4-3-3 más clásico. Y entonces habría que dilucidar quien puede tomar el lugar de Cristian Pavón, casi afuera por su desgarro en el isquiotibial de la pierna izquierda. ¿Tevez, Zárate, Cardona, Espinoza? Guillermo dijo que lo definirá recién el viernes. A esperar.
Hay que descartar a Santos Borré –de gran trabajo en el partido de ida– porque fue suspendido. El tema es quién lo reemplaza. No es seguro que Scocco llegue en las mejores condiciones físicas al sábado próximo. Si no está para 90 minutos, puede entrar Mora, aunque lo más factible es que Pity Martínez se plante un poco más de punta, formando un tándem con Pratto. La dupla Martínez-Pratto da la sensación de que es la más acertada para que River haga lo que mejor maneja, el toque y la elaboración en el medio para que llegue más de uno a posiciones ofensivas, sin descargar toda la responsabilidad en el referente de área. River puede jugar con un solo delantero neto, pero eso no reduce sus posibilidades de generar situaciones de gol. Pratto fue una de las figuras en la Bombonera y se siente agrandado para repetir.
Los bancos
Sobran las variantes, lo que no implica que siempre se las utilice bien. Hay amplitud y profundidad. Cualquiera de los suplentes de Boca sería titular indiscutido en 20 equipos de la Superliga. Tener sentados a Goltz, Más, Gago, Tevez, Cardona, Zárate y Benedetto es un lujo de ricos. Cualquiera de ellos está en condiciones de cambiar un partido.
River tiene menos piezas de repuesto con la calidad de las originales que Boca. Armani, Maidana, Pinola, Montiel Casco, Pity Martínez, Ponzio, Palacios y Pratto aparecen como poco menos que irreemplazables. Lux, Enzo Pérez, Nacho Fernández, Quintero, Mora, Mayada, Martínez Quarta y Scocco (dos de ellos fueron titulares, esos mismos dos u otros pueden jugar en el Monumental) se ubican un escalón por debajo. Scocco, que seguramente sería titular si estuviera en su plenitud física, es un as en la manga de Gallardo si River en el transcurso del partido necesita gol. Va a pesar por su calidad y porque le ha ido muy bien en anteriores contra Boca.
La convicción
Desde que llegaron los mellizos Barros Schelotto a la dirección técnica, la apuesta es a un futbol vertical y directo. Desprecian las posesiones largas y tediosas, la elaboración exagerada y la idea es poner la pelota rápidamente en zona de definición. Los dos campeonatos locales los ganó tirándosela a Pavón. Ahora en la Copa, se la tira a Abila o a Benedetto. No es vistoso Boca y da la impresión que, con los recursos individuales que tiene, podría jugar bastante mejor. Pero los Mellizos están convencidos que lo mejor es ir para adelante. Y mal no les ha ido.
River, su entrenador en primer lugar y los jugadores también, está convencido de lo que hace. Saben que lo mejor de lo suyo pasa por la elaboración de juego asociado. Salvando distancias la mejor versión del equipo de la banda se puede asociar con la jugada del tercer gol del Manchester City con más de 40 toques seguidos para llegar al gol. Ese funcionamiento colectivo se ve beneficiado cuando se encuentra con un rival abierto que se ve obligado a ir a buscar el partido (como Boca en la Bombonera) y se complica cuando lo esperan bien parados (Gremio en el Monumental). En River hay varios jugadores de buen manejo (Martínez, Palacios, Nacho Fernández y Pratto) inclusive capaces de capitalizar hasta las más mínimas ventajas para llegar mano a mano al gol.
El carácter
De visitante, Boca nunca perdió en lo que va de esta Copa. Pero empató 5 de los 6 partidos que jugó (sólo derrotó 4-2 en octavos a Libertad de Paraguay). En los cruces con Cruzeiro y Palmeiras se vio un equipo sólido y concentrado, que supo estar. Pero llegó a aquellos partidos con 2 goles de ventaja. Ahora no hay nada que defender. Hay que salir a ganar en la casa del máximo rival y con 65 mil personas gritándoles en contra. Boca está capacitado para absorber semejante presión. Pero nadie sabe cuáles pueden ser las reacciones en el vestuario o en el túnel, cinco minutos antes del comienzo del partido. Ahí se verán los hombres.
River siente que logra casi todo lo que se propone y eso le da mucha fortaleza anímica. En esta Copa empató como visitante con Racing e Independiente y luego resolvió la cuestión en el Monumental. Contra Boca, hasta aquí circula en la misma dirección y cree que puede repetir. Es cierto que hace mucho (desde el 2010) que no le gana a Boca en el Monumental y que la última vez fue un contundente 4 a 2 para los boquenses, pero no eran los mismos jugadores. En aquel encuentro de los actuales titulares sólo jugaron Maidana, Pity Martinez y Ponzio y los jugadores de Boca también eran otros. Gallardo debe haber trabajado muy bien sobre sus dirigidos para lograr de ellos el máximo esfuerzo, porque la condición de banca no da garantías de éxito. River anímicamente está mejor que Boca y ese puede ser un factor de desequilibrio.