El promedio de casi un técnico por fecha que dejó su cargo en la presente Superliga no sólo encendió alarmas sino que, además, muestra a las claras los feroces niveles de llano exitismo que empaña la práctica de fútbol, a esta altura –y salvo contadas excepciones– totalmente regida por los resultados y no por la calidad del juego. Eduardo Domínguez –que presentó su renuncia en Colón luego de empatar con Estudiantes la fecha pasada– y Ezequiel Carboni –que hace una semana dejó el banco de Argentinos tras caer ante Tigre– fueron los últimos fusibles de una farragosa lista de diez entrenadores que tuvieron que dejar sus puestos de trabajo, disputadas apenas doce jornadas del certamen doméstico. Y ni hablar del banquillo más caliente de todos: el del seleccionado argentino, al que muchos parecen rehuir. Si no fuera porque Lionel Scaloni aceptó el cargo que le ofreció la AFA de manera interina, el puesto que dejó Jorge Sampaoli tras la olvidable performance en Rusia 2018 seguiría vacante.
Entre los encargados de “cortar el bacalao” en el fútbol argentino todavía hay quienes ponderan que una de las principales virtudes que detentan los campeonatos largos es que permitirían, entre otras cosas, trabajar con menos urgencias y de ese modo bancar proyectos a largo plazo. Pero esta afirmación, bastante optimista por cierto, no es axioma ni mucho menos ley, porque la segunda temporada de la Superliga lleva sólo doce capítulos y ya son diez los entrenadores que se quedaron sin club.
Todo comenzó en la fecha 3ª, cuando Carboni fue eyectado de su cargo en Lanús luego de caer como local frente a Aldosivi, y su lugar lo tomó Luis Zubeldía. La fecha 5ª fue fatídica y se cobró tres víctimas: Alfredo Berti dejó su cargo en Argentinos tras perder con Boca (asumió el mismo Carboni), y lo propio hicieron Juan Pablo Pumpido (Patronato, reemplazado por Mario Sciacqua) y Rubén Forestello (San Martín de Tucumán, actual DT del San Martín sanjuanino), tras sus derrotas respectivas ante Gimnasia y Vélez.
La jornada siguiente la sangría continuó y Walter Coyette dejó el banco de San Martín de San Juan (actualmente dirige al Ciruja), luego de perder contra Atlético Tucumán, al igual que Cristian Ledesma (Tigre), tras caer contra Huracán. En la 7ª fecha hubo un respiro, pero en la octava Lucas Bernardi (Belgrano) no resistió la goleada 3-0 que le propinó Talleres en el clásico cordobés y debió abandonar el barco del Pirata, que ahora timonea Diego Osella.
Por su parte, Claudio “Pampa” Biaggio dirigió para San Lorenzo nueve partidos en la Superliga y sólo ganó dos; también quedó afuera de la Copa Sudamericana, certamen que aspiraba ganar. Pero la gota que rebasó el vaso fue la eliminación de la Copa Argentina a manos de Temperley. Jorge Almirón ya debutó la fecha pasada en el empate 0-0 ante Vélez.
Más tarde, de Colón se iría Domínguez, quien luego recibiría un llamado desde Argentinos para asumir en el banco, pero el ex DT sabalero se excusó “por no tener intenciones de volver a trabajar tan rápido”.
El círculo de desocupados por ahora lo cierra el propio Carboni en el Bicho, que en su breve paso por La Paternal tuvo una paupérrima campaña de seis partidos, con cinco derrotas, un empate ante el ascendido San Martín de Tucumán y apenas un gol a favor: el que marcó Francisco Ilarregui y le daba la ventaja parcial ante Tigre, que jugó 85 minutos con uno menos por expulsión del arquero Augusto Batalla y no obstante pudo darlo vuelta sobre el final. La suerte entonces estuvo echada para Carboni, el técnico que ostenta un triste record: en sólo doce fechas se quedó sin trabajo en dos equipos diferentes.
Con el equipo a la deriva, La Paternal voló por los aires y muchos comentarios provocaron vergüenza ajena. Por caso, Juan Manuel Herbella, ex jugador y hasta hace poco médico de la institución, tildó de “burro ignorante” a Carboni, quien a su turno respondió: “A Herbella lo echaron por incompetente, tardó meses en recuperar desgarros”. Por si fuera poco, Cristian Malaspina, presidente del Bicho, le echó más nafta al fuego: “El doctor Herbella nos tiene que explicar por qué nos hizo comprar un ecógrafo de 18 mil dólares si nunca lo usó, y por qué hizo jugar a Alexis Mac Allister y a Damián Batallini antes de tiempo sin un estudio previo; eso le ha hecho mucho daño al club”, disparó el directivo mientras tentaba sin éxito a Gabriel Milito para que asuma como DT y por estas horas procura convencer al Lobo Ledesma, un ex jugador de la casa que en esta temporada ya discontinuó su trabajo en Tigre.
Así las cosas, afectada por el “mal del resultadismo”, la dirección técnica es un pescado que no se vende tan fácil. A veces se descompone más rápido de lo deseado. Y lo penoso es que a este ritmo seguirá contaminando el espíritu del juego.