“Este es un proyecto que pensé hace más de veinte años”, cuenta Ignacio Varchausky cuando habla de Gobbi Inédito, el flamante disco que acaba de publicar junto al pianista Cristian Asato y la Orquesta Escuela Emilio Balcarce a partir de la paciente búsqueda, transcripción y recreación (o más bien, revivificación) de cantidad de obras perdidas de uno de los grandes maestros del tango. “Para tener una idea de la magnitud de la obra de Alfredo Gobbi hay que pensar que, de los grandes maestros, es el que menos grabaciones tiene. No llegan ni a cien, cuando otros como D’Arienzo superaron las mil”, explica el contrabajista. “Aún así, le alcanzó para ser una figura indispensable del tango y, en mi opinión y en la de muchos, también el compositor más completo, el que en algún momento incluyó todos los elementos del lenguaje del tango, pero siempre con criterio, siempre al servicio de la expresividad de la música”, destaca. El resultado de la investigación se presentará esta noche a las 20 en la sala Martín Coronado del Teatro General San Martín (Corrientes 1530) con la participación de la Emilio Balcarce (dirigida por Víctor Lavallén y producida artísticamente por su creador, el propio Varchausky) y del maestro Osvaldo Piro, llegado desde La Falda, Córdoba, especialmente para la ocasión.
La entrevista con PáginaI12 se desarrolla justamente durante un ensayo de la Orquesta Escuela y Varchausky no puede dejar de sentir orgullo por su rol en ella y el resultado que ve en los alumnos. “Hoy es difícil encontrar una formación en la que no haya un egresado de esta orquesta”, destaca. Además, observa, el trabajo continuo de la Balcarce y otras similares dieron nueva vida al tango. “Hoy, un chico ‘principiante’ entiende mejor técnicamente el tango que como lo entendíamos nosotros hace veinte años”, asegura. La clave, coincide con Asato, es que durante estas dos décadas se fueron reconstruyendo el conocimiento, los lazos de transmisión oral, de partituras, de arreglos y de grabaciones guardadas en cajones, que permiten que los más jóvenes accedan a una formación más completa que la que tenían a su disposición quienes buceaban en el género a finales de los ‘90. Los pibes, dicen, lo saben y lo aprovechan.
“Pensé que a los chicos podía aburrirlos ensayar tres obras de Gobbi durante todo un año, pero charlando con ellos resultó ser que era lo que más les había gustado”, cuenta Asato, pianista y responsable de la formación de esos instrumentistas en la orquesta. El concierto de hoy marcará el fin de ciclo de una nueva camada, pues egresarán con esta grabación y este recital, ambos con el apoyo de la Dirección General de Enseñanza Artística, destaca Varchausky.
Gobbi inédito incluye diez temas, todos instrumentales (según el contrabajista, allí reside lo mejor de la obra del célebre violinista), de los cuales siete son interpretados en piano únicamente por Asato. El proceso de transcripción de esas viejas grabaciones fue encarado por una multitud de maestros, incluyendo a Andrés Linetszky y Rafael Villazón. “Lo más difícil fue encontrar un equilibrio entre la recreación mecánica y mimética del estilo de Gobbi, de cómo tocaba, y lo que a uno le sale como músico”, plantea Asato. ¿Hasta qué punto ceñirse a lo que se escuchaba malamente en esas grabaciones de un estudio semiprofesional de 1958? ¿Hasta dónde dejar fluir el propio pulso? Fueron horas, asegura, de encerrarse en su estudio hogareño con las partituras reconstituidas hasta encontrar el punto exacto. Porque además se da la particularidad de que aunque el antiguo maestro era violinista, componía en el piano. “Es que el piano es un instrumento total, te permite trabajar melodía, armonía y ritmo”, explican sus admiradores. Similar proceso de trabajo trajinó la orquesta, aunque aquí la cosa se amplió y todos, alumnos y profesores, trabajaron juntos a partir de las grabaciones realizadas en Radio Splendid en 1964, poco antes de su fallecimiento.
“En ese caso, incluso durante el mismo proceso de grabación eran los propios alumnos los que aportaban cosas, detalles que se escapaban, porque Gobbi es eso: encontrar detalles en cada escucha”, celebra a su turno Varchausky. Para el contrabajista, la magia de Gobbi, su gran inspirador, reside justamente en la capacidad para construir capas y capas de detalles y aún así seguir siendo una música disfrutable por todos. Su devoción por el violinista se remonta a sus comienzos en el género. “Cuando uno es un apasionado de esto se va encontrando con otros como uno; tuve la suerte de conocer a muchos coleccionistas de Argentina y Uruguay que me fueron aportando cosas, incluso partituras inéditas, como la de ‘Redención’”. Esa primera partitura inesperada impulsó el sueño de Varchausky. Con orquestación de Mario Demarco, Gobbi le confió la partitura de “Redención” a la coleccionista Nélida Rouchetto y le pidió que la guardara “para cuando volvieran las orquestas”. Cuando a fines de los ‘90 muchos jóvenes volvieron al tango, Rouchetto la puso en manos de Varchausky y sus compañeros, que la grabaron y difundieron con la Orquesta El Arranque. “Eso le aportó cierta mística en su momento a la orquesta y también puso las bases para una relación muy emocional con la obra de Gobbi”, reconoce Varchausky. Una relación que, ahora, hace crecer la obra de su propio maestro.