Lo que se anunció como el hallazgo de un cuadro de Picasso robado seis años atrás resultó ser, en realidad, “parte de un truco publicitario” que se adjudicó un grupo de teatro belga que, además, había hecho pasar por auténtica una obra que era “sólo una copia”. A solo un día de que la fiscalía de Rumania afirmara que el cuadro –hallado el sábado por la noche en Tulcea– era el lienzo Cabeza de arlequín, robado en 2012 en un museo de Holanda, los escritores Yves Degryse y Bart Baele anunciaron públicamente que la tela no era el original y que ellos estaban detrás del acontecimiento. “Preparamos parte de esa actuación en silencio durante los últimos meses”, afirmó el dúo artístico, que el 31 de octubre había viajado a Rumanía para enterrar esa copia del Picasso como parte de la publicidad una obra de teatro, estrenada recientemente, sobre un falsificador.
En una carta al canal holandés Nos, los escritores belgas Degryse y Baele, integrantes del grupo de teatro Berlín, explicaron que habían ideado el hallazgo como parte de la campaña publicitaria de la obra “Copia auténtica”, que se estrenó la semana pasada en Amberes. “Preparamos parte de esa actuación en silencio durante los últimos meses”, afirmó el dúo artístico, que el a fines de octubre viajó a Rumanía para enterrar esa copia del Picasso como parte de su obra sobre el falsificador holandés de arte Geert Jan Cansen. Ese falsificador, en cuya casa francesa la policía halló, en 1994, 1600 copias de obras de grandes maestros hechas por él mismo, es también autor de muchos cuadros que se reputan y veneran como originales, aseguraron los escritores. “Todavía hay algunos trabajos suyos en museos del mundo y nadie lo sospecha”, añadieron.
La representación diplomática holandesa había entregado la copia del Picasso a la fiscalía rumana. Luego, el organismo rumano emitió un comunicado en el que afirmó que tenía “entre sus manos el original del Picasso que había sido robado en Rotterdam hace seis años junto con otros cuadros de Matisse, Meijer De Haan, Monet, Gauguin, Meijer De Haan y Lucian Freud”.
El cuadro había sido encontrado el sábado pasado por la noche gracias a un mensaje anónimo enviado a una escritora rumana que había escrito una novela basada en el robo de esa obra. La pieza estaba en el departamento de Tulcea, informó luego la fiscalía rumana encargada del crimen organizado (Diicot), que también había advertido que Cabeza de arlequín tenía un valor aproximado de 800.000 euros. La obra era parte de un botín de siete cuadros robados en 2012 en el museo Kunsthal, de Rotterdam, Holanda. El lote, estimado en unos 18 millones de euros, incluía dos obras de Monet, una de Gauguin y una de Matisse. Desde hace años los expertos consideran que se perdieron para siempre, luego de que la madre del condenado por el robo. Rabu Dogaru, aseguró que había quemado todos los cuadros para destruir las pruebas.
Por eso, la escritora holandesa de origen rumano Mira Feticu, autora de una novela sobre ese robo, informó hace dos semanas a la policía holandesa que había recibido “una carta en rumano con instrucciones indicando el lugar donde estaba escondido el cuadro” de Picasso.
“Pero cuando no volvieron a llamarme, como habían dicho que harían, tomé un vuelo a Rumania”, contó el fin de semana. De camino a un bosque en Tulcea, a unos 15 kilómetros de la casa de los Dogaru, “compré dos palas, pero cuando llegué al lugar indicado estaba tan emocionada que empecé a excavar la tierra recubierta de nieve con mis manos hasta que topé con algo envuelto en plástico”, agregó. Fue allí, aseguró, donde halló el cuadro que resultó ser apócrifo.