Son dos filas para acreditarse. La comisión organizadora dispuso de dos mesas con computadoras en la entrada al salón para que los participantes completen la inscripción al evento. Todavía hay delegaciones que están arribando a la ciudad y en algún momento deberán completar la fila, y después el formulario. Tres muchachos preguntan dónde conseguir agua caliente. Uno de ellos lleva un libro, en la paciencia de la mañana lee a Vicente Luy, “Llueve y alguien está diciendo ‘llueve’” dice el primer verso de una poesía de una página sin numerar de la antología.
Entre el sábado 17 y el lunes 19 de noviembre, el 7° el ELVA se realizó en Buenos Aires. Dos mil varones y disidencias de todo el continente se encontraron en la Universidad de Avellaneda bajo la consigna: ni machos ni fachos, trabajando por masculinidades contrahegemónicas.
“Creemos en la necesidad de mariconizar la política” formula Joaquín Coronel, integrante del colectivo Varones Antipatriarcales CABA, en su turno al presentar la organización durante la plenaria de apertura. En las próximas dos horas se sucederán las introducciones de un centenar de participantes aglutinados bajo la categoría sexual y política de varón. Se van a mapear, entonces, actores diversos, interpelados generacional y políticamente por la coyuntura de la cuarta ola feminista. Se pronunciarán organizaciones populares, mixtas, partidarias, sindicales, estudiantes secundarios, marikas y más. A su término, los inscriptos se van a disponer en una columna que cortará el carril izquierdo de la avenida Belgrano. El destino será la segunda actividad programada para el sábado 17: la XXVII Marcha Del Orgullo LGBTIQ.
La cuarta ola es potente. En una tensión constante, en una incomodidad profunda, varones interpeladxs por los feminismos han habilitado la pregunta, ambiciosa y ambigua, sobre cómo abordar una transformación. “Al sujeto político varón, con todos los usos y apropiaciones de esta categoría nos caracteriza la desorientación. Es el síntoma de la época. El lugar de la certeza ya no es un lugar que podamos habitar como varones en este contexto”, define Luciano Fabbri, militante de Plataforma para una Nueva Mayoría y miembro del Centro de Investigaciones Feministas y Estudios de Género de la UNR.
A las 14.34 del domingo 18, una mujer toma el micrófono. “Es un poco fuerte estar frente a tantos varones”, sentencia, y ahí nomás arremete: “Somos nosotras las que desde las calles los empujamos a la necesidad de estar a la altura de este momento histórico”. Es la voz y la presencia de Melisa Gargarello, quien junto a Arianna Peresson representaron a la Campaña Nacional contra las violencias hacia las Mujeres en el primer panel del día. El sol estalla y mezquina espacios de sombras, esconde refugios, y es que en este patio está sucediendo desde los micrófonos una interpelación feminista al proyecto político de la masculinidad. Cara a cara, con golpes de verano, de cuerpo a cuerpo. Yanina Waldhorn, historiza el proceso de formación de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito y en el recuerdo de las vigilias del 13J y el 8A, proclama: “a nosotras nos tocaron vigilias con frío y lluvia, a ustedes: este día”.
Este taller es una pregunta. Con esa consigna, Matías Beker de MP La Dignidad acaba de inaugurar el taller “Acoso, abusos y escrache”, uno de los treinta talleres vivenciales que se desarrollaron durante la segunda jornada. Dos filas de varones enfrentados se disponen a lo ancho del aula 8 de la Undav. Ahora la pregunta es clara y precisa. “¿Qué van a hacer para salirse de esta complicidad de esta sociedad?”, indaga Marlene Wayar durante su ponencia en el segundo panel del que también participaron Say Sacayán y Dora Barrancos. Luego, ordenará al auditorio: “Levante la mano quién conoce a Sandra Cabrera. Ahora, levante quien conozca a Fuentealba”. Será en este homenaje a la dirigente de Ammar en donde insistirá, en la tarde noche del segundo día del Encuentro, en la fórmula cruel de esta humanidad: hay cuerpos que importan más que otros.
El cierre del domingo será en la calle. Sobre el pasaje España del centro de Avellaneda, en frente al Galpón Cultural Roberto Santoro se montó un escenario para que una grilla exquisita de artistas reivindique políticamente la presencia disidente. Las Carmelitas Clown, desde la animación del evento, garantizaron el énfasis imprescindible por la visibilidad de la disidencia sexual, como también el cuestionamiento preciso a la masculinidad. Adentrada una porción de la madrugada, el festival culminará con la presentación de Bife, será el momento de insistir en el derecho a la fiesta.
Se renovará el pacto: reencontrarse el año que viene, en el ELVA 2019, en Montevideo, en la República Oriental del Uruguay.