@En los Juegos de la Juventud de 2010, en Singapur, Braian Toledo entró en el círculo de los mejores lanzadores de jabalina del mundo, al alzarse con la medalla de oro olímpica. Ingresar en esa elite no lo hizo olvidar de una niñez con muchas carencias en Marcos Paz, una localidad bonaerense donde ahora hay muchos habitantes sobreviven con muchas necesidades. Para paliarlas aunque más no sea parcialmente, Toledo saca plata de su bolsillo, compra mercadería, la carga en su auto y sale a regalarla por las barriadas más pobres de Marcos Paz.
El gesto solidario que tiene al menos una vez por mes fue impulsado por su novia, quien acompaña al atleta en estos recorridos. Toledo recorre las calles de su ciudad y cuando observa una casa o lugar necesitado, se baja, llama a la puerta y ofrece su regalo. “¡Hola! Si no se ofenden, quería dejarles esto, quizá los ayude un poco”, es el speach, palabras más palabras menos, que utiliza el jabalinista, quien apenas explica por qué lo hace, no dice quién es, ni acepta fotos o grandes agradecimientos.
Con estas vivencias, el medallista olímpico recuerda su historia, sabe que él pudo darla vuelta, que hoy su realidad es otra, pero no se olvida de las necesidades que pasó. “A mi familia le hubiese venido bien algo así. Pasamos frío y hambre. Por eso me llena de placer poder ayudar a gente que está en una situación parecida a la nuestra”, explicó quien se metió en la final de los Juegos Olímpicos de Río 2016 (fue 10°) y ahora se entrena a full para ir por más en Tokio 2020.
Toledo destina cada mes un porcentaje fijo de sus ingresos para hacer esta movida solidaria y asegura que no hay sentimiento más hermoso. “Es algo único, difícil de explicar. Te sentís Papá Noel”, dice mientras cuenta cómo reacciona la gente cuando llega de sorpresa. “Muchos no entienden, algunos no me conocen. Preguntan si es verdad, por qué lo hago...”, cuenta quien hoy ya no lo realiza al azar porque encontró los lugares que necesitan más y va directo allí.
Y sobre la “devolución”, recordó: “Hace unos años yo volvía para casa y vi a un hombre, con su hijito, revolviendo la basura. Era fin de mes y a mí me quedaban sólo 50 pesos en la billetera porque justo en esos días habíamos hecho una compra importante. Pero ni lo pensé: se los di al nene para que se los alcanzara al padre. Cuatro años después, cuando mi mamá empezó a estudiar en una escuela nocturna, se cruzó con una mujer que, cuando la vio, se puso a llorar desconsoladamente. Cuando se calmó, le contó esta misma historia. Le dijo lo que había significado ese gesto para ellos, que en ese momento su esposo no había reaccionado para agradecerme como me merecía. Mi mamá se emocionó, volvió a casa y me agradeció lo que yo había hecho. Yo le respondí que era lo que ella había alimentado en mí. Hoy seguimos ayudando a esa familia, como a otras... Y es lo que me hace feliz, lo que me llena el alma y el espíritu”.
“Honestamente me sigue pareciendo increíble cómo pude cambiarla. Me levanto y me pregunto si es verdad. Hace años dormíamos todos apretados en una casilla, no había para comer, mi vieja trabajaba por 20 pesos para comprar un kilo de pan y yo le hacía la tarea a mis compañeros por algunos centavos para intentar ayudarla. Por eso todo lo que me pasa lo vivo el doble y me gusta tanto ayudar. Yo sé lo que es tener hambre, dormir en el piso, con frío o calor. Y eso, para mí, no tiene que ser siempre así. Yo entendí que podía cambiar mi realidad. Me lo propuse, me esforcé, fui disciplinado y lo conseguí, aunque con ayuda de mucha gente también. Por eso me gusta devolver”, completó el atleta de 25 años.
En este contexto, Toledo también forma parte de Huella Weber, el programa social de Weber Saint Gobain que elige a deportistas con conciencia social para protagonizar cambios en la sociedad y escoge un lugar para refaccionar con los materiales que pone la empresa. “Elegí la ONG Manos en Acción en Marcos Paz porque me hace acordar mucho al comedor que yo iba de chico, a tomar un mate cocido con pan casero o tortas fritas”, explicó.
“Es único compartir un programa que ayude a la gente con Pareto, Chiaraviglio, Crismanich, Delfi Merino y otras del deporte. Entre todos nos ayudamos y potenciamos los proyectos. Es soñado. Weber es hoy la única empresa que hace algo así, ojalá otras la imiten. Yo no me lo voy a olvidar en la vida porque me ayuda a ayudar y, además, nos permite descubrir cosas nuestras y nos muestra que hay otro mundo”, sostuvo el atleta que en enero volverá a entrenar en Finlandia con Kari Ihalainen, el mejor lanzador de jabalina del mundo, para así prepararse para las competencias de 2019: Sudamericano, Panamericano –ambos en Perú– y el Mundial de Qatar, en octubre.