Hay una negociación clave en marcha por los derechos de TV, hay elecciones ansiadas y previstas, hay un estatuto que será modificado, hay Super Liga de treinta equipos a la vista, hay un gobierno que asfixia a los clubes y marca la cancha, hay puteadas y pases de factura todas las semanas, pero lo que no hay, es plata. Al menos no aparece de manera tangible, sobre la mesa, en un precontrato o carta de intención que establezca las bases de un acuerdo para el regreso del fútbol. En cuestiones dinerarias solo se sabe una cosa: habrá que pagar más para ver los partidos. Ya lo decía Fernando Niembro en el 2000, casi un adelantado en estos temas: “Los que quieran ver el fútbol gratis que se vayan a Cuba, que vivan en Cuba”. El periodista es la mano invisible del macrismo en el mercado donde se mueve la pelota. Nunca se fue. En todo caso ocupa un lugar más discreto. Como el que tiene desde fines del año pasado en la Conmebol el ex tesorero de Boca, Orlando Salvestrini. Un hombre del riñón de SOCMA.
El presidente de la Nación extendió su influencia en el fútbol más allá de la AFA. Nada de lo que ocurre en su perímetro le resulta ajeno. Tiene un objetivo de máxima: establecer las condiciones propicias para que grupos empresarios se queden con los clubes. Como hizo él mismo en el Badajoz español allá por 1998. La cara la había puesto Marcelo Tinelli pero Macri estaba ahí, a su manera. Porque huele negocios más allá de sus zonas de influencia, con investidura presidencial o sin ella. “Está en su naturaleza”, suelen repetir quienes compartieron gestión o lo cuestionan desde su paso por Boca.
Su diagnóstico del martes pasado va en esa línea. Declaró que “la situación del fútbol es terminal” y pidió “transparencia”. Esa palabra que acompañada por otra de uso menos frecuente (gobernanza), definen la nueva tarea de Salvestrini en la vapuleada Conmebol. El directivo acaba de renunciar en Boca a la presidencia del Concejo de Fútbol Amateur y otros Deportes. Una versión dice lo contrario: que lo echaron. Claudio Giardino, un conocedor de la intimidad política del club y presidente del Movimiento Boca es Nuestro, describió el contexto en que se dio la salida: “En Boca hay cada vez más CEOs que reemplazan a dirigentes. Están en marketing y otras comisiones. Pienso que a (Daniel) Angelici le debe haber caído mal la designación de Salvestrini en la Conmebol”. El renunciante se despidió a medias por Twitter. Escribió: “Seguiré en CD trabajando por Boca Jrs.”
La explicación de esta secuencia no invalida otra situación. Alejandro Domínguez, titular de la Confederación Sudamericana, es un hombre que comparte ciertas afinidades con Macri. El 11 de abril de 2016, el presidente argentino recibió en la Casa Rosada al dirigente paraguayo. Dialogaron amigablemente y este último le regaló dos réplicas de la Copa Libertadores y la Sudamericana que Boca ganó durante los tres mandatos del ingeniero (1995-2007).
Macri ya tenía claro que quería ser el presidente argentino en 1995 cuando se lo confesó a su antecesor en Boca, Antonio Alegre, fallecido en 2010. El diálogo fue –café mediante– en la confitería Rond Point, frente a Canal 7. A partir de ahí, siempre dio pasos en un mismo sentido. Y nunca delegó el poder. Se involucra personalmente como lo está haciendo ahora. Toma al fútbol como una cuestión de Estado. Un fútbol que puede sufrir una crisis terminal en su credibilidad, pero no porque sea incapaz de generar recursos. Tinelli lo sabe y negocia con Turner y Fox. Mañana se realizará una nueva reunión de las partes y entre ellas estará el gobierno. Antes habrá hoy un encuentro de presidentes de clubes de Primera División.
Una fuente cercana a los negociadores le dijo a PáginaI12: “Está todo avanzado, queda por resolverse un pedido que hicieron los dirigentes de 500 millones más los adicionales. Se piensa para cubrirlos en las redes sociales, los sponsors, está el tema del streaming y otras cuestiones como la televisación de los partidos de reserva, los partidos diferidos, contenidos que utiliza ESPN o con que TyC Sports se beneficia cobrándoles 15 pesos por abonado a los cables”.
La expectativa de los dirigentes siempre se mantuvo en recibir 3500 millones de pesos anuales o más por los derechos televisivos del fútbol. No se desprende de esa aspiración qué parámetro tomaron. Tampoco si evaluaron cuánto se paga en el resto del mundo. O en países de Sudamérica como Brasil cuyo fútbol embolsa casi el doble de la poderosa cadena Globo. Al cambio actual, aquella suma en pesos representa unos 220 millones de dólares al año. Es una expectativa de máxima que no se compadece en absoluto con las tesorerías sin liquidez de los clubes.
Los 3500 millones no están garantizados ni mucho menos. Fox y Turner se estirarían de su oferta inicial de 2200 millones a 2700, más ingresos adicionales que comenzaron a buscarse acá y en Estados Unidos, donde están las sedes centrales de las dos empresas. Otro punto no resuelto es quién se hará cargo de los contenidos. “Turner no quiere a Torneos, pretende que los haga el mejor y que además tenga la propuesta económica más atractiva. Fox está más comprometida con TyC, pero todavía no se resolvió quién asumirá esa responsabilidad”. En este rubro puede que se sienta la influencia de Niembro. Incluso empezó a señalarse que volvería a las transmisiones la gente que le responde. El periodista resultó clave en el regreso de la productora al fútbol después de que estalló el escándalo FIFA que arrastró a Alejandro Burzaco.
Todo esto se volvería cartón pintado si no hay acuerdo o se cumple el vaticinio de Daniel Ferreiro, uno de los dirigentes del Ascenso que lleva más tiempo expuesto en el conflicto: “El fútbol no va a volver hasta que la AFA esté institucionalizada… No existe la posibilidad. Creo que no va a haber fútbol en este semestre”, señaló el vicepresidente de Nueva Chicago. El directivo también aprovechó para sacarse un entripado en sus declaraciones en TyC Sports: “Mientras los clubes estamos en cesación de pagos y los torneos no empiezan, algunos como D’Onofrio traicionan a sus pares por un cargo en FIFA”.
El presidente de River integrará la Comisión de los denominados grupos de Interés, que presidirá el canadiense Víctor Montagliani. “Recibí un mail y me confirmaron que formo parte de FIFA. El cargo tiene que ver con todo lo que sea de interés en el fútbol. Asesorar al Consejo sobre las reglas, las formas en las que el fútbol debe desarrollarse…”
Mientras cada dirigente atiende su juego y se ensanchan las diferencias de poderío económico y linaje deportivo (por ejemplo, River y Estudiantes hicieron la pretemporada en Estados Unidos, y hay clubes del Ascenso que se entrenan salteado por falta de pago), los campeonatos no tienen fecha de arranque. Tampoco se rescindió el contrato del Fútbol para Todos del que la mayoría de los clubes se quejaban y al que el gobierno ningunea. Los dirigentes le pidieron al Estado en julio pasado la disolución del vínculo porque cobraban una suma “exigua”. Ahora ni siquiera reciben eso. En este lío interminable, es la parte de la que deberían hacerse cargo. Además de sanear sus economías. Casi una perogrullada.