“Es una empresa que está virtualmente quebrada. Para pagar salarios mes a mes tenemos que pedir dinero al Estado”, señaló ayer el presidente de Aerolíneas Argentinas, Luis Malvido. El directivo se acopló así a la campaña oficial de desprestigio de la firma estatal y de demonización de sus trabajadores. En medio de un conflicto laboral derivado de la negativa de la gerencia de Aerolíneas a aplicar la cláusula gatillo y reiniciar la discusión paritaria, los funcionarios redoblaron la apuesta contra los gremios y suspendieron a 376 trabajadores. Los cinco sindicatos afectados declararon un paro para el próximo lunes y denunciaron que el objetivo del Gobierno es generar las condiciones para reprivatizarla o directamente quebrarla para luego lotear las rutas a empresas amigas (ver aparte). “La situación de la compañía no permite que podamos pagar sueldos con nuestros propios recursos”, afirmó Malvido, buscando forzar la interpretación de una firma estatal en quiebra y no la realidad de un servicio de interés público que requiere de apoyo presupuestario.
Fue rápido, como suelen ser los caprichos. Primero fue el presidente Mauricio Macri quien agitó el fantasma reprivatizador y luego distintos funcionarios de Cambiemos amplificaron el discurso apocalíptico. En poco menos de dos semanas, el déficit de Aerolíneas se transformó en la causa de todos los problemas del país. “Aerolíneas debe poder volar sin pedirles plata al resto de los argentinos. Desde que Aerolíneas se estatizó, el Estado tiene que poner plata todos los meses para que funcione. Todas las líneas aéreas que funcionan acá y la mayoría del mundo no requieren que los ciudadanos de ese país, en este caso los argentinos, pongamos plata todos los meses”, aseguró Macri. Al día siguiente el ministro de Transporte, Guillermo Dietrich, aportaba una comparación entre los subsidios que recibe Aerolíneas con los metrobuses que se podrían construir. Macri lo había hecho en 2016 utilizando como analogía los jardines de infantes. La gobernadora bonaerense María Eugenia Vidal se sumó para justificar los bajos salarios de los docentes.
Según cifras oficiales de AA, las necesidades de aportes estatales de este año podrían superar los 300 millones de dólares, que equivalen a menos de 12.000 millones de pesos. Si se compara esa cifra con el proyecto de Presupuesto 2019, representa menos de diez días de pago de intereses de la deuda (que insumirá 596.000 millones de pesos). “Estamos en una plena transformación de Aerolíneas, que venía muy bien yendo al equilibrio el año que viene. Pero el aumento del precio del petróleo y la devaluación que hemos tenido en el país nos ha generado un bache en eso”, aseguró día atrás Dietrich durante su participación en ALTA Forum Panamá. Sin embargo, la culpa el Gobierno la hace recaer en los trabajadores.
Malvido se sumó a la campaña con declaraciones radiales. “No perdemos dinero porque los pasajeros terminan volando. El gran daño es a la imagen, un daño al prestigio, un daño a la confianza que tienen los argentinos en su aerolínea de bandera, que hace que seguramente esos 30 mil pasajeros que dejamos en tierra hayan decidido no volver a volar con nosotros”, señaló. El aluvión de firmas low cost que compiten en las rutas y frecuencias más rentables con la línea de bandera es un factor que la está dañando gravemente, lo que se refleja en la pérdida de su participación en el mercado. Desde los gremios insisten en que el proceso de vaciamiento es aún más profundo, con la venta de aviones. “Acá hay un grupo de personas que termina afectando a millones de pasajeros. La semana pasada fueron 30 mil, pero además tienen de rehenes a empleados, a quienes no les permiten trabajar y hacer lo que les gusta hacer, que es atender a nuestros usuarios”, declaró Malvido en referencia a las asambleas de trabajadores del 8 de noviembre pasado, por la cual decidió suspender a 376 empleados.
“Fue una decisión que tuvo que ver con el caos que generaron con las asambleas. Lo que hicimos fue, en función de la afectación directa que tuvieron sobre los pasajeros, aplicar las sanciones que corresponden”, fue la argumentación de Malvido. En referencia a las sanciones que dispuso a los trabajadores de Aerolíneas y Austral afirmó que “casi ninguna de las 12 mil personas que forman Aerolíneas Argentinas trabajaron ese día (por las asambleas). Nosotros intentamos constatar quiénes son los que se negaron a trabajar y por eso llegamos a este número tan bajo de sancionados, respecto a la proporción total de empleados de la empresa”, concluyó el ex vicepresidente de Telefónica en Argentina y director en la filial brasileña. Allí estuvo a cargo de una reducción de personal. “Fue una semana en la que echamos a tanta gente, y fue bestial porque hubo que despedir a amigos”, recordó en su presentación formal ante los empleados del Grupo de Bandera (AA y Austral) y reconoció que eso lo llevó a irse como CEO de la firma a Venezuela.
También buscó darle un tinte partidario al reclamo laboral. “Es evidente que el paro está atado con la movilización de transporte. No es casual. Se ha transformado en una cuestión política en donde líderes sindicales muy importantes como (Hugo) Moyano o (Roberto) Baradel salen con carteles de defendamos a Aerolíneas, cuando lo que hacen es arruinar el prestigio que tanto cuesta construir”, advirtió Malvido.