Es difícil comunicar lo que sucede en una situación de violencia. Estos videos publicitarios muestran conductas violentas algo distantes de la realidad, con diálogos poco creíbles como el del padre y su hijo, por ejemplo, donde el joven habla con su padre, como si este no fuese en realidad un hombre violento.
Los tres videos muestran a hombres hablando con hombres, es una instancia entre pares, donde el hombre escucha a su par, en una comunicación de tipo horizontal, entre machos, como señala Segato, y no, por ejemplo, con la mujer. Entre machos, se hace más comprensible el diálogo, se puede bajar la guardia, se puede tratar de entender. Esto se visualiza en los tres videos, pero muy especialmente en el de los amigos que discuten sobre una foto que uno de ellos viraliza. Es la foto de una muchacha con la que tuvo sexo casual y a quien le sacó una foto desnuda. El joven dice que la mujer le dijo que la borrara, que no la publicara, pero ese “no” de la mujer no cuenta, pero sí el de su amigo que lo hará reflexionar sobre la violencia que dicha publicación implica.
Los argumentos usados son otro tema. Los videos deben justificar el por qué la no violencia a la mujer. Parecería que el hecho de que la mujer goza de los mismos derechos que el hombre debe justificarse por algún motivo que no sea, precisamente, el hecho de tener derechos. Derecho a ser respetada, a caminar por la calle tranquila, vestida como quiere. Para poder decir esto, el diálogo debe apelar a cierta indirección. La mujer debe ser respetada porque aguanta a su esposo, porque lo quiere, porque es esposa y madre, o porque, en definitiva, se supone que el violento la quiere, como sostiene el video de padre e hijo: – “Y si tanto la querés, tratala con amor, con respeto y con cariño.” Tampoco, como sugiere otro de los videos en que un muchacho piropea a una joven porque nos asusta o nos da miedo que alguien nos diga o nos proponga determinadas acciones sexuales. Estos motivos aparecen como lo decible, no puedo apelar a tu respeto por el hecho de ser mujer solamente, debo darte justificaciones de por qué debés tratarme bien. Y los videos no se equivocan en un punto, porque señalan hasta dónde la sociedad está dispuesta a escuchar. Los cambios culturales requieren de tiempo, y solo se ven reflejados en el discurso cuando se han alcanzado, entre tanto, hay atisbos, búsquedas, mejores, peores, pero búsquedas al fin.
Sin duda, los videos están orientados hacia la clase media, obviamente, falta mucho recorrido para relevar mínimamente todas las situaciones de violencia, con sus diferencias sociales, con sus particularidades, si es que eso es posible. Los videos han generado muchos comentarios a favor, en contra, pero no han pasado desapercibidos. Desde la academia, desde lo intelectual, desde las discusiones en foros feministas, puede que casi nada alcance, pero los cambios necesitan de todos y en diferentes espacios, en espacios inimaginables para muchos, donde aparecen ideas alternativas, diferentes. En la cotidianidad de la vida, de algo estoy segura, nada peor que no hacer nada para que esto cambie.
Laura Pardo: Investigadora Principal del Conicet. Profesora de Análisis de los lenguajes de los medios masivos de comunicación. FFYL-UBA.