La historia de la película La Esposa, basada en la novela de Meg Wolitzer (2004), transcurre entre la década del cincuenta y la del noventa y cuenta la vida en común de un matrimonio aparentemente tradicional pero que esconde un gran pacto de silencio perpetrado por la inequidad de género de la época.
Ella lo conoce en la universidad cuando era una prometedora escritora. En distintos momentos, los flashbacks de la película, nos muestran a una escritora que le dice a ella que no escriba porque el mundo editorial es de hombres, no se las lee a las mujeres. En otra escena ella vivencia, en la redacción que trabaja sirviendo café, como los editores se ríen de lo que escriben las mujeres. Y luego, ante la evidencia que su marido no era tan buen escritor, en una discusión él le plantea que debe abandonarla porque ella es mejor y todos se burlarían de él. Estos tres momentos refuerzan la decisión que ella tomó: escribir por él.
Ella resigna tener una carrera propia por conservar ese amor, pero también condicionada por una cultura que desmerecía a las escritoras y beatificaba a la mujer buena esposa. A partir de ese momento la pareja sella su pacto: él invisibilizaría a su esposa y publicaría con su nombre los libros que ella escribiría. Y ella callaría por siempre ese secreto. El conflicto se desencadena cuando a él le otorgan el Premio Novel de Literatura.
Cuando aceptan editar su primer libro festejan en la cama saltando los dos a la vez y gritando: “Nos van a publicar” (en plural). Mientras que cuando le informan que ganó el Novel vuelven a saltar sobre la cama y él grita: “Gané el Nobel” (en singular). Al negarla la deslegitima y eso la detona. En ese momento, ella toma conciencia de la violencia de esa negación. El se apropió tanto del trabajo de ella que hasta estaba convencido que el Premio Nobel se lo dieron por mérito propio.
Ese pacto, que es del orden de lo privado, se rompe. Tienen una discusión al final y ella puede poner en palabras las microviolencias que se fueron construyendo en esa vida en común. A ella le costó cuarenta años ser consciente de su opresiva situación.
Lo interesante de esta película, es lo verosímil que nos resulta, porque tranquilamente podemos creer que hasta ¿hace unos pocos años?, un hombre podía ganar plata, respeto y hasta un importante premio por el trabajo oculto de una mujer. También nos resulta creíble que una esposa haya dejado su carrera para fortalecer la de su marido, nos basta con pensar en algunas mujeres de nuestro entorno.
Desde las mujeres que resignan sus carreras para no opacar a sus maridos hasta las pibas del Nacional Buenos Aires que dijeron basta con nombre y apellido estamos recorriendo un largo camino muchachas y eso no es sin el movimiento feminista y la certeza de que lo personal es político.
Natalia Neo Poblet: Psicoanalista.