“La curaduría está en todos lados” y “vivimos en la abundancia”. Esos son los dos postulados centrales que plantea el investigador y escritor británico Michael Bhaskar, autor de Curaduría. El poder de la selección en un mundo de excesos (Fondo de Cultura Económica). Según el inglés, la producción de bienes de consumo se multiplicó exponencialmente desde la primera revolución industrial y crece al punto que, asegura, estos resultan “excesivos” y nos sobrepasan. Y aunque reconoce que es un problema prioritario en los países centrales y que aún muchas regiones padecen la escasez de recursos básicos, advierte que la situación plantea problemas inéditos en la historia humana, como la sobreoferta.

Quien elija un consumo cultural predilecto verá que le sobran opciones: tiene más libros de los que podría leer en una vida (o dos), acceso a más música que la que puede escuchar en una década de parlantes prendidos y más películas de las que podría ver antes de quedar ciego. Y claro, no todo ese material está bueno. Para Bhaskar, esta situación se registra en prácticamente todas las áreas del consumo humano. ¿Su solución? La curaduría. La capacidad de seleccionar, reorganizar y poner en valor lo auténticamente importante para dejar de lado lo demás. Ese es el planteo central de su libro, donde analiza el impacto de las nuevas tecnologías, y lo que le explica a PáginaI12.

–Si la curaduría está en todos lados, ¿entonces qué la define?

–Defino curaduría del modo en que es utilizada en el sentido diario, como una selección y reordenamiento para agregar valor. Es una definición simple, pero poderosa, porque en todos lados vemos este patrón. En muchas industrias y áreas de nuestras vidas, es este tipo de enfoque y conocimiento el que se volvió realmente importante.

–¿Por qué la curaduría dejó el pequeño y seguro reino del arte?

–Porque lo necesitábamos. La condición del mundo moderno es tal que, hablemos de información en Internet, de bienes de consumo o de decisiones de vida, construimos una maquinaria extraordinaria dedicada a producir más, más y más. Estamos sobrepasados y saturados. Tenemos, para decirlo burdamente, demasiado en muchas regiones del mundo (aunque, por supuesto, no en todas las regiones). Esta situación significa que necesitamos un modo para administrarlo, tamizarlo y ver qué es lo que nos interesa, qué es lo importante. Así que resulta que necesitamos este concepto central y expandido de selección y reordenamiento. La idea ya estaba ahí en el arte y los museos, así que saltó al lenguaje popular, al menos en inglés. Se puede ver claramente en cómo se usa la palabra. En los ‘90, justo cuando Internet empezaba a despegar, hubo un pico en su uso al tiempo que dejaba sus territorios tradicionales.

–¿Qué tensiones aparecen cuando la curaduría deja el arte?

–En mi experiencia, los curadores de arte y museos odian este cambio. Resienten y desprecian cómo la “curaduría” se convirtió en una palabra “de moda” vacía. Después de todo, son profesiones muy antiguas. Ahora cualquiera puede ser un curador o cualquier cosa valer como curaduría. También consideran que un aspecto central de la curaduría, que es el cuidado y conservación de las obras, quedan fuera de esta nueva mirada. Pero siempre les digo dos cosas. La primera es que el significado cambia con el uso. Ya es muy tarde para resistirse al cambio. La gente ahora usa y piensa la palabra de una manera distinta y eso no puede cambiarse. Lo segundo que les digo es que me parece emocionante. Para mí, la curaduría es la punta de lanza de una nueva economía, una parte esencial de la vida en el siglo XXI. Eso pone a los museos, al arte y sus habilidades justo en el centro de la vida contemporánea.

–Enfatiza que este es un “mundo de excesos”. ¿Cómo es eso?

–Piense en la información. Se duplica prácticamente cada dos años. Cada dos años producimos más información que la que existió jamás en la vasta mayoría de la historia humana. Eso es un mundo de excesos: la mayoría de esa información no hace ninguna diferencia para el mundo. O piense en los medios: tenemos billones de horas de televisión en Youtube además de un boom sin precedentes en la producción televisiva de todo el mundo. Tenemos unos 30 millones de canciones en Spotify, pero más el 20 por ciento de ellas nunca fueron escuchadas, perdidas en la masa enorme de ese servicio. Tenemos un millón de nuevos libros publicados en inglés cada año. Siempre pienso en todos los libros que ya quería leer y de pronto, ¿un millón de títulos nuevos? Es ese tipo de exceso el que cambia la ecuación. ¿Qué es más valioso? ¿Publicar un millón de libros o encontrar el libro que justo querías leer?

–¿De qué modo puede la curaduría ayudar a llevar una vida mejor o menos estresante?

–Hay muchos estudios que muestran que tener demasiadas cosas nos estresa. Hay investigaciones sobre el uso del tiempo que muestran que nuestras vidas se están volviendo más comprimidas y frenéticas. En un nivel psicológico, tener demasiadas opciones, la prioridad de la política económica, no nos hace felices. De hecho, hasta nos apaga. Si tenemos demasiadas opciones, preferimos ni molestarnos en elegir. Entretanto, usamos los recursos del mundo a un ritmo acelerado. No es sustentable. Así que en todos estos niveles y muchos otros, la curaduría es un ingrediente necesario para manejar el mundo moderno.

–Pero al disminuir opciones, ¿la curaduría no pondría en riesgo puestos de trabajo o atentaría contra la diversidad cultural?

–¡Para nada! De hecho, el auténtico peligro para la diversidad cultural genuina es que queda enterrada bajo el tsunami de producción mediática y cultural que vivimos. La curaduría consiste en encontrar qué es lo importante, lo significativo, lo que está en riesgo de ser pasado por alto, para resaltarlo, presentárselo a las nuevas audiencias y decirles: “Miren esto”. En cuanto a los trabajos, estamos viendo toda una nueva corriente de trabajos que se construyen en torno a los curadores. Las grandes compañías tecnológicas de Estados Unidos están contratando curadores humanos a una velocidad extraordinaria. Y no debemos pasar por alto cuántos viejos roles tienen la curaduría en su corazón y cómo este elemento se volvió más importante. Desde el encargado de compras de un negocio al editor de un diario o un DJ o un organizador de eventos, todos tienen elementos de curaduría en ellos y podríamos argumentar que ese es precisamente el aspecto que se volvió más relevante.

–En el libro también señala la importancia de la selección en los proyectos digitales, sea por algoritmos o por curaduría humana. ¿Cómo ve el futuro en esta área?

–El mundo digital es casi por definición la vanguardia de estos cambios. Para empezar, es donde más vemos este exceso descontrolado, sea en las redes sociales o en la creciente existencia de nuevos sitios webs, contenidos, sensores y cámaras. Quién ve la información online y cómo ahora es tema de preocupación urgente para cada persona en la Tierra. Es una cuestión de cómo las grandes plataformas curan la información. Y lo que muestra es que en todas las áreas de lo digital necesitamos curaduría algorítmica y automatizada.  Este es el patrón que veremos una y otra vez: humanos y máquinas trabajando juntos y complementándose en una miríada de formas.