Litto Nebbia ya tiene quien le escriba. No es que otros no se hayan preocupado de él antes. En efecto, su obra es una de las mejores custodiadas dado el compromiso con su obra de buenas plumas de la música popular argentina. Pero la de Mario Antonelli ha generado una legitimidad mayor al respecto. No solo obró en consecuencia a través del libro Gatos Salvajes, 40 años de rock de autor en castellano, sino que también cumplió un rol central en la producción de Una celebración del rock argentino, aquel maratónico box set ideado e impulsado por el mismo Nebbia, y varios otros trabajos que tuvieron al rosarino como musa inspiradora. “El primer reportaje que le hice a Litto fue con motivo de Extraños de pelo largo, un libro sobre música beat aún inédito. Sabía que debía existir otra historia que la escrita sobre el rock argentino hasta ese momento, y acá está”, se presenta este periodista, melómano y escritor, redondeando el marco conceptual bajo el que se publicó (Ediciones Disconario mediante) A Naufragar, La historia de Los Gatos. “En este mundo de plusvalía y meritocracia salvaje, tomarse un tiempo para leer este libro, sería en cierta forma una especie de naufragio”, ironiza él, como una manera de entrarle al todo por el nombre. 

–Es una buena razón para explicar el título pero, se intuye, no debe ser ni la principal ni la única.

–El nombre del libro surgió desde el minuto cero. La del naufragio es una imagen inolvidable que deja “La Balsa”. Si bien el sujeto de la canción se encuentra “solo y triste en este mundo abandonado”, como tantos jóvenes en aquel mundo gris donde hasta se los miraba raro por el gusto musical o el largo del cabello (esta es la parte de letra de José Tanguito Iglesias), Nebbia, tal es su impronta de siempre, asume el protagonismo y busca una salida a esa situación, fruto del esfuerzo personal que es buscar la madera y armar la balsa para alcanzar ese mundo soñado. Si los demás lo quieren seguir, naufraguen con él. Anímense. 

“Animarse” a la Nebbia significa también incursionar en las cuatrocientas nutridas páginas sobre el breve pero intenso devenir de Los Gatos, que se extendió desde 1967 hasta 1971. La reconstrucción de ese pasado (que incluye también el período de Los Gatos Salvajes) está hecho en base a testimonios directos de los protagonistas, más una mirada contextual sobre diferentes instancias del grupo presentada por el autor, y un variopinto universo icónico que incluye fotos inéditas y una diversidad de preciados elementos que el mismo Antonelli detalla ante PáginaI12. “El libro es como una obra coral que incluye la voz de los integrantes del grupo, de amigos de juventud, de testigos, de periodistas, de allegados, de fans. Litto, Ciro y Kay, además, me brindaron sus archivos personales: discos, grabaciones, notas gráficas, memorabilia, cartas del club de fans, rendiciones de cuenta y liquidaciones de recitales, contratos, fotos, cartas personales. Es más, la correspondencia entre Ciro y su madre no tiene desperdicio y está transcripta en el libro, igual que la carta de Kay respondiendo que no regresa al grupo a fines de 1969”, cuenta Antonelli.  

–¿Por qué eligió como tapa del libro una de la formación con Kay Galifi, y no con Pappo?

–Porque es una gran foto, una imagen icónica de Los Gatos. Representa el momento épico del grupo, cuando Ciro, Litto, Moro y Kay sobreviven en la gran ciudad durmiendo en cines, trenes y las peores pensiones; comiendo salteado y lejos de sus afectos, tan solo para cumplir con un sueño, en ese entonces casi inalcanzable si se tiene en cuenta el contexto musical y social. Alfredo (Toth) tampoco la tenía fácil, claro, viviendo en Dock Sud y luciendo ese corte y largo de pelo. Sin ese coraje, tesón y talento grupal, quiero decir, no hubiese sucedido todo lo que pasó a posteriori, ni el ingreso de Pappo, ni este libro.       

Antonelli, que si tuviera que elegir cinco temas de Los Gatos optaría por “El vagabundo”, “Hoy amaneció”, “Esperando a Dios”; “Rock de la mujer perdida” y la parte 1 de “No fui hecho para esta tierra”, tuvo que esperar once años para publicar su obra. La razón, aclara, es básicamente económica. “Tras una época de bonanza hace algunos años, se editó una cantidad impensada de libros sobre el rock local y extranjero, algo inédito por aquí, pero la actual crisis económica hace que editar algo sea un milagro. Este libro estuvo a punto de editarse en 2007 tras una gira de Los Gatos, que lamentablemente no se concretó. Pero, bueno, lo positivo es que esta es una nueva versión ampliada con todo lo sucedido en todo este período”.

–Otro de los propósitos explícitos del trabajo es desmitificar ciertos mitos vinculados a Los Gatos. ¿podría hacer una lista sintética de ellos y explicar por qué los considera como tales?

–Hasta el momento, la historia “oficial” del rock argentino no fue muy generosa con Los Gatos, porque generalmente los pone en un mismo plano que Almendra y Manal. Este es un mito. Otro radica en la importancia que, se cree, tuvo La Cueva en el origen del rock local. Y el tercer mito es que Pappo le cambió el sonido a Los Gatos. Los tres están desmitificados con evidencias. 

–También se mete con el origen: ¿Qué le dice a aquellos que datan tal minuto cero del rock argentino en Los Beatniks, y a los otros que se van hasta Sandro y los de Fuego, o incluso hasta Eddie Pequenino?

–Creo que las polémicas, en ámbitos minúsculos de conocedores, se generan porque se discute sobre dos temas distintos: por un lado el “rock’n’roll” de fines de los cincuenta como género musical y por otro la “cultura rock” argentina. Está claro que Los Gatos no es un grupo de “rock’n’roll”. Y espero que con este libro quede claro qué aportaron Los Gatos a la cultura rock local. Creo que siempre es interesante saber la cronología de los hechos para poder analizarlos mejor a partir de ella. 

–¿Cuánto pesó su amistad personal con Nebbia a la hora de realizar el trabajo?

–Me parece importante aclarar que el libro fue escrito con total autonomía. Yo no soy un “escritor fantasma”´ de Nebbia, ni nada que se le parezca.