Litto Nebbia no solo tiene que le escriba, también quien le garantice dar un show tal como su intensa historia amerita: la calidez espacial, sonora y climática de la Ballena Azul, epicentro del Centro Cultural Kirchner, dio con el fin. Fue él, hombre meticuloso con el sonido, quien reconoció ese plafón para que la presentación oficial de su nuevo disco (Alma) rozara la perfección. “No saben qué bueno es cuando solo te tenés que preocupar por tocar”, dijo el hombre promediando el concierto. El resto, claro, lo hicieron él, sus circunstancias y sus músicos, claro: el tucumano Leopoldo Deza en teclas y vientos; Gustavo Giannini al bajo y Julián Cabaza, en batería. El Power Trío Sur, o sea, que acompañó el grueso del set. Pero no todo, claro, porque otra de las causas de que la noche del viernes haya rozado la perfección fue no solo la elección de un repertorio estupendo, sino también ubicarle a éste la formación precisa para que brille en su presencia.

Por caso, a la díada sónica que configuró uno de los más altos momentos de la noche: “Una nube en tu vida”, primer tema del rock argentino en verle las vísceras mismas a la psicodelia de fines de los sesenta, más y “Vamos negro, fuerza negro”, aquella gema afroamericana que Litto había grabado originalmente con Domingo Cura. A tal díada, entonces, Nebbia la encaró en trío (viola-batería-guitarra) y generó una linda digestión en el estómago casi lleno de la ballena. También a banda entera exprimió lo mejor de “Madre escúchame”, cuyos coros originales son reemplazados por la flauta de Deza. O de “Canción para los inocentes”, un sutil y bello country folk, como esos vientos que acarician rostros en primavera, y que recuerda a “Campo para tres”, aquella canción de Los Gatos que el rosarino compuso pensando en Tanguito. La formación justa también le pensó Nebbia a “La noche será maravilla”, tema compuesto en 1970 y que fue grabado recién ahora. A ella le imprimió el color disidente del trío Los Reyes del Falsete. Y a la exquisita versión de “Hoy te vi” (Eduardo Mateo), el piano de Deza y el bajo de Giannini. 

Otro de los aciertos del mayor padre del rock argentino fue mechar pasado y presente. Un profuso pasado que no es fácil servir en una noche, a menos que prime emborracharse de música. Para evitar tal borrachera masiva, entonces, Nebbia graduó medidas, y ofreció los mejores tragos en copa nueva. Entre ellos, la vital “Despertemos en América” (1971), tema de Patria Grande y combate que hacía mucho no tocaba. “Vamos a hacer una gira con este nombre, el año que viene”, había anunciado Litto, que también deja correr una impecable versión de “Solo se trata de vivir”. Y, más aún, el tándem “Quién quiere oír que oiga”-“Yo no permito”, que prendió la mecha en el recinto y, empujado por sendas letras, motivó el recurrente hit popular #MMLPQTP. “Cuando no recordamos lo que nos pasa / nos puede suceder la misma cosa / Son esas mismas cosas que nos marginan / nos matan la memoria, nos queman las ideas / nos quitan las palabras / Si la historia la escriben los que ganan /eso quiere decir que hay otra historia /la verdadera historia, quien quiera oír que oiga”, cantó Litto y no hizo falta más palabras para encender el fervor colectivo.

Clasicazos del planeta Nebbia, entonces, mechados con piezas de estreno como la bella e introspectiva “Sol”. O “Niñez en Tucson”, tema grabado originalmente junto al mismo Deza en el disco Canciones de Tucumán a Rosario. O las minimales “Por las calles de París”, “En la noche”, “Mirándome”, que viene de La virtud del día, disco que Litto grabó con el poeta Hugo Diz en 2009, y una que inevitablemente está destinada a convertirse en otro clásico: “Tu alma te acompañará”. “Nos estamos yendo. Espero que hayan disfrutado, muchas gracias al sonidista, al iluminador y ojalá que esto siga funcionando siempre, para la diversidad de música que hay en nuestro país”, empezó a despedirse el enorme Nebbia, en línea con lo dicho al principio, y antes de un bis rabiosamente pedido. Un final que congregó almas en torno al tema guía de toda una generación: “El rey lloró”. Y el pueblo rió.