El meme circuló por toda la Argentina: “Dice Merkel que el G-20 mejor lo hagamos por Skype”. A las cinco de la tarde la sabiduría popular ya había enlazado dos cosas. Una, la incapacidad oficial de proteger al micro de Boca y garantizar que se jugase la final de la Libertadores. Otra, la sobreactuación del Gobierno frente a la cumbre de los presidentes más custodiados del mundo. Una sobreactuación que alcanzó su punto máximo con las instrucciones a los hospitales porteños. La documentación que obtuvo este diario exige que los médicos se preparen para la “inminencia de una hipótesis de conflicto”.
Las redes sociales son una desdicha, porque lo escrito queda. El 2 de noviembre a las 7.48 de la mañana el Presidente puso un tuit que sería legendario. “Lo que vamos a vivir los argentinos en unas semanas es una final histórica”, decía Mauricio Macri sobre Boca-River. “También una oportunidad de demostrar madurez y que estamos cambiando, que se puede jugar en paz. Le pedí a la Ministra de Seguridad que trabaje con la Ciudad para que el público visitante pueda ir.”
“Vamos a tener el G-20”, dobló la apuesta la ministra de Seguridad Patricia Bullrich en A dos voces el 5 de noviembre. La tele es otra desdicha, porque todo queda grabado. “Imagínese que lo de Boca y River parece algo bastante menor al lado de tener 20 presidentes, ocho organismos internacionales y todo lo que eso implica en seguridad.” A Radio Mitre le dijo que “es una discusión del mundo al revés”. Explicación de Bullrich: “El Presidente dice que la Argentina está preparada para tener un partido normal porque vamos a tener el G-20, y le saltan a la yugular”. Insistencia de Bullrich: “Organizar un G-20 está en una escala muy superior, y todos criticaron a Macri por decir que hay que tener una final normal”.
Como se sabe, ni fueron los de River a Boca el domingo 11 de noviembre, ni ayer los de Boca fueron a River. Ni el Presidente ni la ministra Patricia Bullrich ni su colega porteño Martín Ocampo, y tampoco los directivos de los clubes, torcieron la práctica argentina, única en el mundo, de jugar con una sola hinchada. Salvo el partido en sí mismo, un infartante 2 a 2 en la Bombonera, el 11 todo transcurrió ya dentro de un clima enrarecido. Policías de la Ciudad revisaron los baúles de utilería de River para que no hubiera ninguna decoración en el vestuario, cosa que Boca había prohibido, y para que el director técnico riverplatense Marcelo Gallardo no pudiese comunicarse con sus jugadores en la cancha de Boca. Suspendido, Gallardo se había quedado en el Monumental.
La historia de un Estado que no puede y la impotencia de sus dos ministerios de Seguridad fallidos, uno nacional y otro de la Ciudad Autónoma, se completó con el micro de jugadores de Boca apedreado y el partido suspendido. Los datos están contados en detalle en las páginas 2, 4 y 5 de esta edición.
Macri fue presidente de Boca entre 1995 y 2007. Doce años. Su amigo Daniel Angelici, ligado a Ocampo, es titular del club desde 2011. En términos institucionales Boca es una de las canteras del macrismo junto a Socma, las empresas de energía y los bancos extranjeros. Parte de los funcionarios de gobierno, de los dirigentes o de los magistrados o van y vienen. O mezclan una actividad con otra. Es el caso de Andrés Ibarra, el superjefe de personal de Macri y precandidato a sucesor de Angelici. Pero incluso con ese bagaje a la Administración Macri parece resultarle más difícil disuadir a las barras bravas antes de una final de la Libertadores que ejercer el miedo con otros sectores de la sociedad como manifestantes, moradores de asentamientos, dirigentes sociales de Córdoba. La Justicia debe dilucidar todavía si el Estado mató o si no pudo garantizar la vida del militante de la CTEP Rubén Orellana en la Avenida Riccheri y la ruta 4. Como se informa en la página 15, el dirigente social Juan Grabois denunció que la policía cordobesa mató a Oscar Campos, trabajador de la economía popular.
Así, como antes estuvo concentrada en la RAM, en los kurdos, en un turco detenido en la calle y en dos venezolanos sobre los que el Gobierno ni siquiera encontró un elemento para justificar la sed deportadora, el nuevo blanco a amedrentar es justamente el blanco de médicos y enfermeras.
El director de Hospitales de la CABA, el cardiólogo Ricardo Auger, envió la circular número 31669375 con el título de “Suspensión de licencias durante la cumbre del G-20”.
Dice textualmente: “Por la presencia de una inminente hipótesis de conflicto durante la cumbre del G-20 a realizarse durante los días 29/11 hasta el 1/12/18 se indica la suspensión de todas las licencias ordinarias, asistencias a congresos, jornadas y simposios desde el dìa 27/11”. Agrega, con exquisita sintaxis, puntuación e indicación de género: “Aquéllos que se encuentren en esos momentos de vacaciones y que las mismas ya estén en curso desde el momento de la corriente comunicación; serán suspendidas por razones de servicio a partir de las fechas anteriormente mencionadas. Esto debido a las alertas que serán colocados en los diferentes hospitales de la ciudad y comunicados en los días subsiguientes”.
La expresión “hipótesis de conflicto” surge del ámbito militar. El diccionario de la Real Academia Española otorga a “conflicto”, entre otros, dos significados. El primero es “combate, lucha o pelea”. El segundo, “enfrentamiento armado”
La hipótesis de conflicto alude tradicionalmente a las posibilidades de un combate o un enfrentamiento entre Estados.
¿Con qué Estados podría combatir la Argentina durante la reunión del G-20 a la que entre otros vendrá el presidente de los Estados Unidos Donald Trump? El texto de Auger no lo aclara. Este diario se comunicó con un alto colaborador del jefe de Gobierno, Horacio Rodríguez Larreta.
–¿Cuál es la hipótesis de conflicto inminente? –fue la pregunta.
–El comunicado se refiere a un estado de alerta necesario por la importante presencia internacional –fue la respuesta.
–¿La expresión “hipótesis de conflicto” es usual?
–Puede deberse a posibles emergencias.
A pedido de Página/12 el ex director de un hospital nacional con más de 30 años de servicio, que pidió reserva de su nombre, informó que en su jurisdicción nunca escuchó esa frase.
Donato Spaccavento fue director de un hospital municipal, el Argerich, próximo a la cancha de Boca.
–¿Es habitual poner un hospital en estado de alerta?
–Por supuesto –respondió Spaccavento–. Lo hice muchas veces cuando era director. Y por supuesto tenía en cuenta la logística especial cada vez que era local Boca.
–¿La expresión “hipótesis de conflicto” es parte del vocabulario médico?
–No la escuché ni la usé en mi vida. Es raro que se use para el G-20, ¿no? Yo pensaba que los presidentes se iban a reunir en Buenos Aires para mejorar las condiciones de vida de la Humanidad.
Fueron infructuosas las gestiones para conseguir en la Jefatura de Gobierno la palabra de Auger.
Por otra nota, la 31669525, el director de Hospitales interpreta que la nota 31669375 “involucra a todo el equipo de salud”. Y detalla: “médicos, enfermeros, tècnicos, administrativos, kinesiòlogos, psicólogos, etcétera, de guardia y de planta de los diferentes hospitales y centros asistenciales dependientes de esta dirección general”.
El tono fue tan imperativo que el Departamento de Urgencia del Hospital Gutiérrez hasta indicó que el sector de Anatomía Patológica “cuenta con un refrigerador para 6 cadáveres más un anfiteatro para depósito de víctimas fallecidas (6)” y en el “sector subsuelo se cuenta con otra unidad funcional para tales fines (8)”. El Gutiérrez es el Hospital de Niños. Un médico informó que al personal de planta que está de vacaciones a más de 60 kilómetros no lo harán volver, al personal de guardia se le prohibe falta y a los residentes se les impiden las licencias. En terapia intensiva deberán quedar diez camas vacías.
Si hubiera una amenaza de bomba, los médicos deben evacuar a los pacientes, al personal y a los familiares hacia un punto de encuentro, “llevar sus pertenencias” y “no cerrar las puertas con llave ya que dificultará la búsqueda”.
En otro documento titulado “Pautas de organización del sistema de salud para la reunión cumbre G-20” el director general establece que los hospitales Fernández, Argerich, Pirovano, Tornú, Santojanni, Quemados, Gutiérrez y Santa Lucía deberán “suspender las cirugías programadas que requieran de postoperatorios en áreas críticas”, además de liberar camas en salas corrientes y de terapia intensiva y “abrir habitaciones cerradas”. Excepto que haya riesgo de vida, los pacientes del PAMI “solo serán recibidos en emergencia médica”.
En medio de este clima prebélico anoche se iniciaba una guerra, más real y cotidiana, sobre el reparto de culpas. Al ministro de Justicia y Seguridad porteño, Ocampo, le corresponde la Policía de la Ciudad. Pero como fue desbordada, parte de las acusaciones apunta al gobierno nacional, donde Bullrich fue responsable ayer de la Gendarmería y de la Prefectura.
Antes del bochorno, un meme decía: “Estimados presidentes del G-20, no los quiero asustar, pero la policía que los tiene que cuidar salió corriendo por la hinchada de All Boys”. Ayer circuló otro: “Los presidentes del G-20 acaban de anunciar que prefieren realizar la cumbre en Gaza”.