Aunque al escritor portugués Gonçalo M. Tavares no le gusta hablar de sí mismo, en el pabellón de Portugal, país invitado de honor de la 32° Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) habló de su obra. Quizás hay un aspecto fundacional que tiene que ver con una frase de José Saramago, que será homenajeado en varias actividades de la feria: “¡Tavares no tiene derecho a escribir tan bien: dan ganas de pegarle!”. Esta frase, que su compatriota dijo sobre Jerusalén, novela con la que Tavares ganó el Premio Portugal, suele estar en varios de los libros que publicó el escritor, tanto en la Argentina como en México. “Escribí mucho antes de publicar”, reconoció el autor de la tetralogía El Reino, integrada por las novelas Jerusalén, Un hombre: Klaus Klump, La máquina de Joseph Walser y Aprender a rezar en la era de la técnica. “La ficción no es sólo contar una historia, para mí también es pensamiento, no tiendo a diferenciar ficción de poesía porque eso es reducir la literatura. La filosofía, la poesía, el ensayo y la ficción son parte de lo mismo, no creo que un escritor deba escribir a partir de los géneros literarios”, afirmó ese narrador de lenguaje deslumbrante.
Entre sus grandes influencias y las obras a las que siempre relee, Tavares señaló que aunque Cartas a Lucilio, de Séneca, tiene dos mil años, es muy actual. “En mis clases llevo el libro y el periódico del día, y el libro resulta más actual. Séneca es una referencia”, confirmó el escritor que nació en Luanda (Angola), en 1970 y explicó que este interés contemporáneo en la obra del narrador romano es porque “en su primera carta, Séneca habla del tiempo, como todas las personas en el siglo XXI. Séneca le contesta a Lucilio diciendo que le sugiere que haga una lista de las cosas que ha hecho durante un día y cuánto tiempo le han tomado, y después haga otra tabla donde separe lo que es esencial de las cosas que son secundarias. Al final le dice ‘mañana haz sólo las cosas esenciales y tendrás todo el tiempo del mundo’”. Pero también le interesa Séneca porque habla de la muerte, admitió Tavares, porque “ser filósofo no es saber teorías, es saber que vas a morir y vivir sabiendo que vas a morir”. “Si una persona va a ver una película que no es buena o lee un libro que no es bueno, actúa como si fuera inmortal, como si tuviera todo el tiempo. La idea de que cada día es una dádiva, sin sentido religioso, me gusta mucho porque nos coloca en la urgencia de la existencia. Séneca me dio la idea entre lo urgente y lo esencial, que es lo que cambia la vida de las personas. Tenemos en nuestras vidas una cuestión: pasamos mucho tiempo atendiendo cosas urgentes y no las esenciales. Hay que volver urgente lo esencial, ponerle ese sello. Cuando preguntas a una persona por qué no ha cumplido los sueños que tenía a los 20 años, no sabe responder y eso hay que pensarlo, por eso es importante la filosofía”.