Nacido en Buenos Aires en 1922, el artista vivía en Italia junto con su pareja, la editora Inge Feltrinelli, quien murió en septiembre pasado. Maldonado estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes entre 1936 y 1942, cuando junto con Alfredo Hlito, Claudio Girola y Jorge Brito, publicó un Manifiesto contra el academicismo y los "filisteos" y "vanguardistas indignos" que avalaban los premios del Salón Nacional.
A mediados de los 40, fue uno de los fundadores del movimiento de Arte Concreto, que en su protocolo de presentación decretaba el fin de "la era artística de la ficción representativa" y se pronunciaba "contra la nefasta polilla existencialista o romántica, los subpoetas de la pequeña llaga y del pequeño drama íntimo y todo arte de elites".
"Lo de los 40 sólo se comprende si uno trata de imaginarse cómo era la Argentina. Es decir, éramos la generación de la Segunda Guerra. El fascismo, la proliferación de dictaduras latinoamericanas, una oligarquía ciega y absurda y un arte, como ya dije, almidonado, que tuvo algún mérito", aseguró alguna vez en una entrevista.
"Nosotros intuimos que cerraba un mundo y empezaba otro. ¿Qué podíamos hacer a los 20 años? Imaginamos cosas fantásticas: un mundo sin guerra, sin racismo, con más justicia, y el arte como elemento de coagulación de esas ideas. Una utopía", evocó Maldonado en aquella oportunidad.
En los años cincuenta, Maldonado se mudó a Alemania para enseñar en la Hochschule für Gestaltung de Ulm, de la que también se convirtió en director entre 1964 y 1966, en tanto que de 1967 a 1970, se trasladó a la Universidad de Princeton, en los Estados Unidos.
En Italia, enseñó diseño ambiental en la Universidad de Bolonia, y más tarde diseño ambiental y diseño industrial en el Politécnico de Milán. Durante su carrera también se interesó por las aplicaciones de la filosofía y, en particular, de la semiótica en el campo artístico.
Maldonado había estado en Buenos Aires en diciembre pasado, cuando llegó para inaugurar una exposición en el Museo Nacional de Bellas Artes que recopiló algunas de las mejores piezas que realizó entre 1945 y 1954, además de las que creó desde 2000, cuando retomó los pinceles después de 46 años.
"No sé, dejé los cuadros, no la reflexión. Volví a pintar porque me gusta y tenía la sensación de que podía encarar problemas de los 40 con otra mentalidad. Ya no me interesa la componente utópica. Pintar es una revancha, en el sentido de retomar temas abiertos", destacó el artista en una entrevista publicada en el marco de su visita a la Argentina.