Al titular de Suteba, Roberto Baradel, no le sorprende que el Gobierno nacional ataque a Aerolíneas Argentinas y al mismo tiempo se moleste con los docentes porque se solidarizaron con los gremios aeronáuticos. “Ellos buscan poner a trabajadores en contra de trabajadores”, sostiene y advierte que la única forma de frenar el desguace del Estado es con una central sindical única y fuerte pero, sobre todo, ganar en las elecciones de 2019 para cambiar el modelo.
–¿Cómo se entiende que el presidente Macri diga que las inundaciones no se resolvieron por el gasto que insume Aerolíneas y que el titular de la línea de bandera diga después que gente como usted, al solidarizarse con los trabajadores, desprestigie la empresa?
–Creo que para este gobierno lo que perjudica es que nosotros levantemos la voz defendiendo los derechos y le pongamos límites. Lo de las inundaciones y el gobierno es una vergüenza, hicieron campaña política con eso. Yo me acuerdo de Vidal criticando a Scioli pero después, ya en su gestión, ella se quedó de vacaciones en una inundación de hace dos años que fue muy importante en el norte de la provincia de Buenos Aires. En la última ni se los vio. Y con lo de Aerolíneas es un despropósito porque la están vaciando favoreciendo a la líneas de bajo costo.
–Los gremios aeronáuticos no hablan de privatización sino de destrucción.
–Sí, y nosotros estamos en su defensa. En su momento rechazamos la privatización, acompañamos su recuperación porque todos somos Aerolíneas. Ahora les debe haber molestado porque la gobernadora mintió cuando quiso contraponer el salario de un docente con el de los aeronáuticos. Ellos buscan poner a trabajadores en contra de trabajadores para avanzar con el desguace de la línea de bandera.
–¿Ese desguace se puede equiparar con lo que vive la educación pública?
–Sí, van por el mismo camino. El gobierno intenta vaciar el sostenimiento de cuestiones básicas del Estado como es la educación y la salud. Todo porque se lo quieren dejar al sector privado. No son muy innovadores, quizás buscan una forma diferente a la de la década de los noventa pero se nota el parecido: le quitan el apoyo a determinadas áreas, generan un desprestigio acompañado de un bombardeo mediático de las grandes corporaciones para después justificar la privatización en determinados servicios como pasa con la educación.
–Si hay algo que caracterizó a la Argentina fue su servicio educativo público y universal. ¿Eso está en riesgo?
–Sí, por eso no nos pueden ni ver. Porque en la Argentina hay una tradición de escuela pública que, más allá de los ataques feroces que hemos recibido, continúa siendo un bien muy preciado por los argentinos. Pero bueno, Vidal mostró claramente qué piensa de la educación cuando criticó la inversión al sostener que los sectores más pobres nunca van a llegar a la universidad. Fue una gran expresión de ignorancia porque hoy hay muchísimos chicos que son primera generación de universitarios en sus familias y que van a las universidades del Conurbano. Ahora, en cuanto a la educación primaria hay que tener bien en claro que vivimos un abandono en el área de infraestructura escolar. Vidal le hecha la culpa al gobierno anterior, del que nosotros fuimos muy críticos, pero lo suyo es mucho peor porque no solamente no reparó lo que faltó o que dejó el anterior gobernador sino que prácticamente abandonó la inversión y actuó con absoluta irresponsabilidad y desidia y ahí tenemos las consecuencias como fueron las muertes de Sandra y Rubén. Es un hecho inédito que haya explotado una escuela con dos trabajadores preparándole el desayuno a lo chicos. Y no fue una tragedia mayor porque ocurrió antes de que entraran los chicos.
–¿Esas muertes pusieron en evidencia el papel que hoy tienen las escuelas?
–La escuela termina jugando un rol que debe ser responsabilidad del Estado porque además de educar garantiza la comida y a través de colectas dan vestimenta, material pedagógico y didáctico para que trabajen los chicos. Incluso también tiene que orientar a las familias si tienen algún problema. Cumple estas funciones porque no hay una respuesta desde el Estado.
–El abandono del sistema educativo público termina siempre por favorecer la educación privada. ¿Es así?
–Sí, es así. Un ejemplo claro es la formación docente. Cuando firmamos la paritaria nacional, que ahora la niegan, se había acordado un programa de formación de todos los docentes del país y que lo proveía el Estado. Bueno, eso se interrumpió para otorgárselo a diferentes fundaciones. Yo entiendo que termina siendo un negocio porque muchas de esas fundaciones están vinculadas a ellos. En el presupuesto para la educación a nivel nacional se recortó en todas las áreas salvo en la formación docente donde aumentaron millones para esas fundaciones.
–En los años noventa el menemismo llevó adelante la transferencia educativa para desligarse de las escuelas que tenía bajo su órbita.
–Bueno, ahora lo que intenta este gobierno es municipalizar la infraestructura escolar. Transferir esa responsabilidad y la de comedores escolares a los municipios. Es municipalizar la escuela, como ocurrió en Chile porque transfieren el servicio pero no los recursos. Es lo que no llegó hacer el menemismo porque se lo impedimos con el tema de la carpa blanca y la marcha docente.
–¿Entonces parecería que quieren avanzar con esa tarea inconclusa?
–Mire, esto provocará que haya escuelas según el ingreso de los padres. Aquellas comunidades con mayor capacidad contributiva podrán pagar la escuela para sus hijos y aquellas escuelas de la periferia tendrá que estar el Estado que terminarán siendo escuelas de carácter asistencial y no de carácter formativo. Ellos quieren una educación que discipline socialmente y que la escuela se adapte a la lógica del mercado. Nosotros pretendemos una educación que forme sujetos críticos, socialmente comprometidos y que forme un sujeto que aporte a la transformación de la comunidad mucho más democrática y mucho más justa.
–Por lo que usted dice este no es precisamente el gobierno indicado para ese proyecto educativo que plantea. ¿Es necesario cambiar el gobierno?
–Sin ninguna duda, eso lo tenemos claro. Inclusive muchos docentes que en su momento lo votaron y hoy lo padecen. No ven la hora de volver a votar para cambiar esta realidad porque sufren el destrato como nunca antes lo sintieron. Este gobierno ataca de manera sistemática a la docencia y le miente a la sociedad. Pero no se puede tapar la realidad y por eso ahora ninguna encuesta les da una mirada positiva de su gestión.
–¿En esta lucha se sienten acompañados por otros gremios y centrales sindicales?
–Absolutamente, sobre todo por nuestra CTA. Se puede estar en desacuerdo con nuestra metodología, con la forma en que pensamos pero no pueden decir ni una palabra de la administración sindical, ni de cómo vivimos los dirigentes docentes porque vivimos igual que cualquier otro trabajador. Como no podían con eso, recurrieron a la mentira, a la difamación y a amenazas.
–¿Cómo ve al sindicalismo?
–Lo veo fraccionado pero movilizado y a la vez con la intención de confluir hacia la unidad. Con intenciones reales de conformar una gran central de trabajadores. Con la pelea en la calle, juntos y solidarios se fue construyendo un sentido común o inteligencia en el sentido de conformar una sola organización que nos contenga con nuestras diferencias. Yo respeto a todos los dirigentes. Cada uno tiene su tiempo pero creo que todo el movimiento obrero tendría que estar más activo enfrentando a las políticas de este gobierno. Algunos piensan que se hace de una otra manera u otra pero lo que sí creo es que necesitamos confluir en una sola central sindical pero no por los dirigentes, ni por los sindicatos, sino por los trabajadores para defender sus derechos.