“Soy un chico trans. No me identifico como mujer sino como chico. Mi cuerpo no me va a decir qué soy o qué no soy”, afirma un chico trans de quince años, sentado en un banco en una estación de tren en algún lugar de GBA. Él es uno de los protagonistas de Pibxs, una serie web documental que ya está disponible en YouTube. Pibxs fue coproducida por tres cooperativas: La Tribu FM 88.7, Cooperativa de diseño y Vaca Bonsai Audiovisuales, a partir de la inquietud de registrar relatos de adolescentes deconstruyendo su identidad de género.
¿Cómo es, a los doce o trece años, descubrir que la orientación sexual o la identidad de género no coincide con la norma? “Ni bien nacemos nos ponen una remera de color rosa o celeste y un nombre acorde con nuestros genitales. Al toque nos obligan a cumplir con ciertos roles funcionales para esta sociedad. Lo mismo con nuestra orientación sexual: nos dicen a quién debemos besar, sentir y garchar”. De esto nos hablan lxs pibxs a través de la serie, y sus voces se escuchan como un coro que canta la diversidad con la tonalidad propia de quien exige una existencia visible.
Una chica de pelo muy largo camina por la plaza con su amiga. “El pelo crece, Cata, tenés que animarte”. “Tenés que tener linda cara para raparte”, duda la de pelo largo. El diálogo continúa en el baño, donde su amiga la rapa al ras. Mirada en el espejo, y sonrisa orgullosa al confirmar una imagen masculina. Hacia el final de la serie, volvemos a verla, con la cara cubierta de purpurina verde, formando parte de las barricadas aborteras. “El género binario es una construcción social que se debería destruir”, se afirma.
La relación entre lxs pibxs y los espacios públicos que ocupan y los recovecos que construyen para protegerse de la opresión del cisexismo es lo mejor de la serie. Aparece el sentimiento de no encajar en la escuela, en el gimnasio o en el club, y también la deriva en el refugio amigable de la plaza, en la esquina o la estación de tren. Pau se pone la mochila y se va al club de barrio a bailar K-pop. Desde allí nos cuenta: “Primero me identifiqué como género fluido. Un día, me despierto, y digo `soy mujer´, al otro día, digo `soy pibe´, y al otro día, `soy no binarie´. Después me identifiqué como chico trans, y luego, pensándolo bien, me identifiqué como no binario: ni mujer ni varón... Al principio me fajaba con vendas, pero después me di cuenta de que eso era una boludez y que alimentaba un estereotipo”.
“Cuando empezamos a pensar en hacer este documental nos dimos cuenta de que no había mucho material sobre adolescencia. Y es loco, porque es un momento en que el conflicto con las estructuras normadas es muy fuerte. Nosotros, que tenemos en promedio treinta, lo vivimos de manera diferente. Por eso, para pensarlo hoy, generamos un espacio en el que lxs mismxs adolescentes expresaron lo que sienten y piensan”, cuentan lxs productores de la Tribu, Alfredo Winikor Wagner, Caro Iglesias y Ana Chimenti.
“El trabajo de investigación empezó en 2017, compartiendo charlas con adolescentes y referentes de espacios LGBTTIQNB. También hay varixs compañerxs trabajando en organizaciones como el Bachillerato Popular Trans Mocha Cellis o los Zavaleterxs de la Villa 21-24 de Barracas, y allí fuimos generando vínculos. Y por supuesto, otro momento importante del proyecto fueron todos los debates que tuvimos entre nosotres. El proceso nos hizo cuestionarnos también nuestra propia identidad”, cuentan Alfredo y Caro.
“Las ideas que nos habíamos hecho acerca del guion se fueron desarmando a medida que trabajábamos con lxs pibes. Nos dimos cuenta de que tenían estos temas mucho más incorporado de lo que creíamos, y de que la forma más genuina era construir un relato colectivo, sin protagonistas. No buscábamos dar respuestas sino abrir preguntas, cuestionamientos, reflexiones”.
La serie también está pensada como una herramienta para la ESI, por eso repasa varios ejes que atraviesan el proceso de construcción de la identidad de género. En el segundo capítulo, lxs pibxs elevarán sus reclamos desde la escuela: “Nos imponen el género binario y la monogamia”. “Te imponen el género de acuerdo a los genitales que tenés. Pero el género está en la cabeza”. “Nadie nos enseña que hay mucho más que el binarismo de hombre y mujer”. “En el colegio, la maestra tiene una lista para mujeres y varones. Tenemos dos baños: uno para mujeres y otro para varones. En Educación Física, los varones hacen vóley y fútbol, pero las mujeres no, y tienen como opción propia la gimnasia artística”.
Ian llega como todos los días al Mocha Cellis, el Bachillerato Popular de Travestis y Trans, y saluda a sus compañerxs. Esta es la escuela para él. “Me daba vergüenza ir a la escuela vestido de cierta forma... Cuando me asumí trans, pensaba que me iban a dejar de hablar. Buscaba excusas para faltar a la escuela, y sufría porque tenía compañeros LGBT fóbicos. En el Mocha me sentí en casa. Todos me trataban bien, y tenía ganas de venir todos los días”, dice con sonrisa amplia. Y es justamente, en el marco del Mocha, donde hace algunas semanas se llevó a cabo el primer Encuentro Nacional de Docentes Trans, que se escuchan a las únicas voces adultas que aparecerán en el documental: las voces de las profesoras hablándoles a lxs alumnxs con orgullo de profesoras trans: “Acá hay amor, pasión, ganas. Nosotras acá somos revolucionarias, estamos para luchar, para emanciparnos de los que nos somete”, enseñan. La serie es muchas cosas más: un diccionario de definiciones, (“Te educan para ser cisgénero; es decir, el género que te impusieron al nacer), también un semillero de consignas que alcanza para cubrir metros de remeras y stickers: “¿Cuándo te diste cuenta que eras heterosexual?, ¿Quién elige tu identidad de género? ¡Gritar solx no es lo mismo que gritar con alguien más!”.