Ayer, en la parada donde las trabajadoras domésticas de Nordelta esperan las combis de la empresa MaryGo que deben llevarlas a sus puestos de trabajo pero siguen de largo –porque, según denunciaron las mujeres, los propietarios que también usan el servicio no quieren viajar con ellas porque “tienen mal olor y hablan mucho”– se produjo una fuerte discusión entre las empleadas, una vecina y el CEO de la empresa de transporte, que terminó gritando “son racistas, la verdad que son racistas” sobre los propietarios de la ciudad-pueblo, a quienes responsabilizó por el pésimo servicio que ofrece su compañía. Las empleadas, sin embargo, enfrentaron al CEO y le dijeron que también habían recibido discriminación por parte de la empresa.

“Estamos pidiendo por favor que intervenga una autoridad y corte esto. Estos tipos (los vecinos de Nordelta) nos obligan a nosotros (a brindar el servicio), juegan con nosotros, nos exponen y son racistas, porque la verdad que son racistas”, dijo Nicolás Pasqualini sobre los residentes de la ciudad-pueblo a las trabajadoras. Anteriormente, el CEO había negado la discriminación que algunos habitantes del megaemprendimiento inmobiliario vienen ejerciendo contra las empleadas domésticas.

Antes del episodio, Pasqualini había manifestado la intención de mantener “alguna línea de diálogo con las trabajadoras” para explicarles que no las suben a las combis “para darle visibilidad a esto porque sino sigue eternamente así”. “Jamás pensamos que iba a saltar el tema de la discriminación. La situación que nosotros veníamos denunciando es que hay más gente que ómnibus. Los vecinos otra vez frenaron el transporte público sin haber arreglado nada con nosotros. La Asociación de Vecinos de Nordelta tiene que contratar un servicio de transporte pero no lo hace. Porque nuestro contrato, en realidad, venció en 2015. Estamos trabajando en condiciones que no son las que corresponden. El tema es que los vecinos no quieren acordar porque no quieren pagar, no quieren poner un mango. Hace falta un servicio que ellos no contratan y nosotros no se lo queremos dar gratis”, dijo el CEO, dos días después de anunciar que discontinuará el servicio interno –que solo traslada a las empleadas y estaba funcionando con muy poca frecuencia porque la empresa no enviaba la cantidad de vehículos necesarios– y solo mantendrá el servicio de combis que van hasta Capital –que es el que no sube a las mujeres por un pedido de los vecinos que rechazan viajar con ellas. 

“Nosotras le dijimos al hombre de MaryGo que recibimos discriminación tanto de los propietarios como de la empresa. Nos dijo que no era así y que si había algún chofer que nos había discriminado que le avisemos que lo echaba. Toda la vida viajamos como ganado. Nos acumulamos siempre en la parada y ellos nos siguen de largo o nos cierran las puertas en la cara”, dijo una trabajadora que estuvo presente en la discusión. “Se quieren hacer las víctimas pero nos admitieron que no iban a poner más combis internas y que no nos iban a subir más a las combis de Capital, que nos fijemos cómo íbamos a seguir viajando”, denunció la mujer.