El cuerpo y la voz despiertan sonidos y vibraciones que se mezclan en una Vía Láctea acústica. Cantar y leer o leer y cantar –tal vez el orden de los factores no altere el producto– para expandir los sentidos de un texto y arrojarlo a la compleja prueba de la escucha. ¿Cómo suena lo escrito? ¿Hay reconocimiento, empatía, familiaridad o una radical extrañeza? ¿Quedan huellas de la oralidad en un poema, un cuento o una novela? ¿Qué se gana y qué se pierde cuando se lee en voz alta? Lecturas en el jardín, que comienza el próximo jueves a las 19.30 en Zelaya (Zelaya 3134), con entrada libre y gratuita, contará con la participación de la escritora y performer Cecilia Szperling, la cantante y compositora de Rosal, María Ezquiaga, la narradora y dramaturga Romina Paula y Leticia Frenkel y Tamara Tenembaum. La actriz, narradora, dramaturga y curadora de este ciclo, Agostina Luz López, recuerda que el año pasado presentó su primera novela Weiwei(Notanpüan) con Iosi Havilio y Martina Juncadella en el jardín. “Sentí que algo muy bueno sucedió de la lectura de la novela en esa atmósfera, como si algo se volviera menos solemne y algo de ese estado que traía el jardín permitiera que la escucha fuera distinta. Entonces, me dieron ganas de seguir probando esa fórmula: estar en el jardín y que se reciten textos”, cuenta López a PáginaI12.
“El jardín es un espacio enteramente poético desde ‘El jardín de las delicias’, Los jardines de Babilonia hasta la sudamericana Juana de Ibarbourou: ‘Porque es áspera y fea/ porque todas sus ramas son grises, yo le tengo piedad a la higuera”. O en ‘El dulce milagro’: ‘¿Qué es esto? ¡Prodigio! Mis manos florecen./ Rosas, rosas, rosas a mis dedos crecen’. También está ‘El jardín de los senderos que se bifurcan’ y ‘El jardín de los Finzi Contini”… El jardín contiene un universo”, afirma Cecilia Szperling, autora de las novelas Selección natural y La máquina de proyectar sueños, creadora de ciclos literarios emblemáticos como “Lecturas + música”, “Confesionario” y “Libro marcado”. ¿Qué pasa cuando la lectura está interferida o intervenida por la naturaleza? López, autora de la obras de teatro Mi propia playa, La laguna y Los milagros, dice que le gusta la idea de que un ecosistema afecte la recepción. “Creo que el jardín puede permitir otro tipo de interacción entre los que leen y el público, como si el jardín fuera un océano donde estamos todos incluidos. Algo de la naturaleza interfiere en todos y modifica tanto a los que leen como a los que escuchan”, plantea la escritora y dramaturga.
“La máquina de proyectar sueños es una novela oral. Fue pensada primero para el oído, para la escucha, mucho después fue libro, letra impresa. La leí a solas siempre. Y algunas veces en público. Cuando la leí en público escucho otro texto, como si no lo hubiese escrito yo. Y de esa lectura compartida, guardo una nueva capa donde las hojas marchitas caen y otras quedan agarradas a la rama bien paradas en su lugar, para seguir con la idea de Jardín”, compara Szperling. “Me gustan los cruces entre la música y los textos –reconoce López–. Textos que se vuelven canciones, textos intervenidos por música. La idea del ciclo es poder establecer cruces y uno de los primeros que surgió fue con la música porque los textos ya son música, palabras juntas que tienen ritmo y cadencia, entonces por añadidura sumar un piano, una guitarra o volverlo canción es otra parte más del eslabón.”
El cruce entre música y lectura creció en la última década por la proliferación de ciclos de narrativa y poesía. “Paula Maffía se inspiró en ‘La camisa roja’, un capitulito de La máquina de proyectar sueños y yo me inspiré al compartir tantas veces mis lecturas con Paula y escuchar la palabra cantada: cómo se enaltece, cómo se derrite, cómo seduce cada vocal de lo que se nombre en el canto. Tengo debilidad por eso tan antiguo que es la rima. Mi infancia fue todo rimas de María Elena Walsh y sus canciones”, comenta Szperling y agrega que en Lecturas en el jardín se estrenará por primera vez una canción que escribió “¿A o B?”, sobre la duda y no poder decidir. La letra comienza así: “Menor es secuestrada por una nube tóxica. Es mareada y confundida por fuerzas que no maneja y así se convierte en: La chica que duda siempre y siempre me llama. Y que me deja totalmente comprometida con ese modo de existir, cuando me envuelve en sus indecisiones. Y me tortura así. Cada media hora me pregunta ¿A o B? ¿A o B?, durante cinco minutos non stop: ¿A o B? ¿A o B? ¿A o B?” “La escribí como una canción de Laurie Anderson o Lou Reed –revela Szperling–. Ya tuvo dos versiones, con Paula Maffía, bastante teatral; con Fernando Pereyra, bajo; Juan Ravioli, guitarra eléctrica, y Bruno Dubner, batería, una versión más rocker psicodélica; y ahora con María Ezquiaga que la veo más Spinetta, pero que seguro irá cambiando y mejorando como las anteriores. Los ensayos de estos encuentros con los músicos son delante del público.”