La imagen es necesaria para asumir el recuerdo. La figura de Joan Crawford quedará estampada en la caracterización de Alejandra Radano, en el maquillaje que la dibuja, porque aquí el rostro será la fuente de todos los conflictos. 

El retrato que Crawford le pide a Andy Warhol rige la estructura de Hello Andy? Un poco atraída por esas serigrafías de las divas a las que él se dedicaba y también excedida en la ansiedad de pensar que su cara y el paso del tiempo que la hace dudar de sí misma, puedan ser controlados por obra y gracia de las artes plásticas a las que les atribuye cierta benevolencia.

Es en ese diálogo telefónico donde Radano, transformada en la diva de Hollywood a la que se acerca con piedad y, a la vez, con cierta ironía, se vale del texto de Alfredo Arias para analizar la obra de Warhol bajo la mirada de una de las representantes más gloriosas de la industria. De este modo, mientras las diapositivas del autor del Pop Art pasan casi como el único partener posible en la escena para Radano, la actriz se dedica a desmenuzar ese mundo que se sumerge en el mainstream para convertirlo en una pieza accesible y corriente, pura reproducción y torbellino de una factoría que también creó a Crawford y ahora la abandona.

Porque Hello Andy? es una pieza de museo que se inserta en la Fundación Proa como una experiencia musical atenuada por el peso de las imágenes. Pero, por sobre todo, es el momento en el que una diva entiende que su encanto está a punto de desaparecer y debe enfrentarse con una identidad vacía. Si el cine ya no la quiere, tal vez el Pop Art sea un consuelo para ella. Pero primero tendrá que aprender a descifrarlo, a repetir, en su teléfono blanco, las coordenadas de pasos incomprensibles que Warhol le propone y que ella lee como una burla. Es este el pasaje más pleno del texto de Arias, una especie de crítica de arte encubierta en un diálogo de comedia. Después vendrá la etapa en la que la biografía de Crawford se inscriba en un tono confesional y vuelva, como es inevitable en toda estrella, a sí misma como el único tema de conversación. 

En las canciones, Radano trabaja ese límite entre un canto que se hunde en la actuación y vuelve siempre salvado por una técnica que le permite llegar al abismo, a la deformidad, a un punto donde lo que ella desea es interpretar y que la emoción o la parodia salgan y se enfrenten a la dureza de las palabras. Lo que expresa Radano es un ejercicio del canto que  ve en la actuación una nueva posibilidad. 

Todo aquello que la luz es capaz de hacerle a un rostro, el pánico al sol, a dejarse ver en un día pleno, es la fuente del melodrama pensado por Arias como si detrás de su escritura estuviera Copi riéndose de la tragedia de esta diva. En Radano la sensibilidad nunca es directa. Ella cuenta, muestra a Crawford como la plataforma para exponer la construcción de una figura que va del cine a la desesperación de entrar en una nueva época a partir del ingenio de Warhol pero que no deja de comprender que su protagonismo será opacado, que ya no hay control ni en la luz que se instala en su cara, ni en la estampa que el artista pop hará con ella. Ya no hay para Crawford inventiva posible cuando de mirarse al espejo se trata.  

En este personaje resuena un mundo de extremos. La obra funciona como una intromisión de Crawford, una conversación telefónica que puede durar toda una noche, un sueño que la actriz declara casi como un pedido de auxilio. Igual a la protagonista de La voz humana de Jean Cocteau, ella implora que la escuchen. La dramaturgia de Arias entiende que el arte de Warhol tuvo la misma voluntad de inmiscuirse en los objetos para quedarse en ellos como una señal que todos estaban obligados a mirar. 6

Hello Andy? se presenta los domingos a las 17 en el Museo Proa. Pedro de Mendoza 1929. CABA.