Hoja de ruta para ingresar al singular mundo de Rocío Araujo: tiene 18 años y, además de cantar, toca bandoneón y guitarra. Cuando habla del primero, dice “mi fueye y yo”. Cuando se refiere a la segunda, la considera su novia. Ambos instrumentos son los que toca en Convicción, flamante disco que presentará hoy a las 20.30 en el teatro Sony (Cabrera 6027). “Desde que pedí un bandoneón hasta hoy siempre tuve convicción de lo que quería”, empieza ella, aclarando las razones del nombre de su segundo disco. Más hojas de ruta. Versionó “La villerita”, de Horacio Guarany, y “Escondido en mi país”, de Gustavo Patiño. Pero la perlita del disco es “El grito”, tema que plasma y ratifica su condición de feminista a través del subtítulo: “Ni una menos”. La canción, cuyo videoclip se recomienda, exige justicia, cuidado, libertad y dignidad.
“‘El grito’ es mi mayor bandera”, sigue ella. “Es la bandera que quiero sostener en alto, más allá de que cada tema tenga un mensaje para la sociedad. Y es en ritmo de chacarera, con el condimento de que la escribí con mi papá Hugo.. Creo que es fundamental que las mujeres nos armemos de coraje y fuerza para luchar por nuestros derechos. Desde niña debí plantarme en un mundo machista y hasta hoy voy a lugares donde algunos, por verme joven, se desubican”, denuncia Rocío, cuyo mapa de amor sigue por haberse curtido –en tan poco tiempo– en las arenas del rock, del tango y del folklore. Y por haber grabado otro disco que también la define: La sensiblera. “La diferencia entre ambos es que Convicción lleva un compromiso social y un mensaje para nuestra sociedad. Es mi humilde aporte como millennial”.
–Hecho, además, en congruencia con gente que ha pasado largamente tal barrera generacional. La Bruja Salguero, por caso. A propósito ¿cómo fue trabajar con ella, que también tiene una intensa historia como luchadora de género?
–Es una artista increíble. Mujer luchadora y fuerte como todas las que hacen folklore en este país, desde el interior. La lucha por imponer la primera voz que nos canta (la de una madre) es de siempre. Fíjese lo que le costó a Mercedes Sosa. O a Margarita Palacios, que se vino de Catamarca con una minifalda, y cantaba coplas y la criticaban... o la misma Mariana Carrizo, que tuvo hasta amenazas por luchar por la ley del aborto. Yo soy feminista por ellas y porque siento el dolor de las compañeras que sufren. No quiero que haya mujeres angustiadas, con miedo, y tampoco quiero mujeres que callen ante la violencia y las injusticias. Mi preocupación comenzó en 2011 cuando desapareció Candela. Fue una causa que sentí muy cercana y me entristeció mucho. Si ella estuviera viva hoy tendría mi edad. Es fuerte eso.
Que Rocío se haya hecho a la música, en tanto, está directamente vinculado a una familia hiperpoblada de artistas. Dice ella que, desde chica, convive con músicos, cantantes, actores y bailarines, empezando por su padre (cantor de tango y actor de teatro), y siguiendo por su madre (profesora de canto). “Cuando era muy pequeña, ambos me llevaban a peñas y tanguerías, y además se escuchaba mucha música en casa. Escuchaba de todo, pero el sonido del bandoneón era lo que más me llamaba la atención. Sé que podía haber elegido una guitarra o un piano, pero recuerdo como si fuese hoy que cuando iba a cumplir 8 años les dije a mis padres con convicción: ‘Quiero un bandoneón para mi cumple’. No sé. Creo que fue algo simbiótico, inconsciente... lo habré elegido por osmosis”, se ríe artista, y termina con una declaración de amor que dibuja los contornos de su próxima ruta: “Hoy por hoy, el bandoneón es mi gran compañero de camino.”