Estados Unidos, México y Canadá firmaron ayer en Buenos Aires un nuevo acuerdo de libre comercio, una victoria del presidente Donald Trump que derribó el Tlcan que estaba vigente desde 1994. La firma, que se produjo al margen de la cumbre de líderes del G20 en la capital argentina, supone la conclusión de más de un año de duras tiranteces entre los tres socios comerciales de América del Norte, luego de que Trump denunciara al Tlcan como “un desastre” para su país.
Desde la campaña presidencial que lo llevó a la Casa Blanca, Trump cargó contra un acuerdo al que achacaba la deslocalización de miles de puestos de trabajo de Estados Unidos a países con mano de obra más barata en detrimento de los trabajadores estadounidenses. Firmado el ahora llamado Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (T-MEC), que deberán aprobar los Congresos de los tres países para que entre en vigor, el mandatario estadounidense no escatimó en elogios para el nuevo pacto.
“Este es un modelo de acuerdo que modifica para siempre el panorama del comercio”, expresó durante la ceremonia en Buenos Aires, junto con el saliente presidente mexicano Enrique Peña Nieto y el primer ministro canadiense Justin Trudeau. “Se trata del más moderno y significativo y equilibrado acuerdo de la Historia”, agregó exultante Trump.
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, calificó de histórico el acuerdo pero, menos efusivo, sostuvo que la ausencia de un pacto era una amenaza que representaba una “grave incertidumbre económica, que habría causado mayores daños” a la economía de los tres países.
Peña Nieto, quien abandonará la Presidencia mexicana el sábado, calificó al acuerdo de “innovador” y dijo que reafirma la integración comercial en América del Norte.
Con este acuerdo, el 75 por ciento de las partes de un automóvil vendido en Estados Unidos deben fabricarse en territorio estadounidense (un aumento respecto al 62,5 que marcaba el Tlcan), y el 40-45 por ciento del vehículo debe ser fabricado por trabajadores que ganen por lo menos 16 dólares por hora. Es un significativo incremento porcentual que repercutirá en el mercado del trabajo de Estados Unidos.
México y Canadá tendrán acceso preferencial al gigantesco mercado automotor de su vecino. Canadá aceptó de su lado abrir su protegido sector lácteo, y realizar más compras de pollo, pavo y huevos a Estados Unidos.
El nuevo acuerdo aumenta los estándares sobre protección de propiedad intelectual, en especial para el poderoso sector farmacéutico y el agrícola. También incorpora un capítulo destinado al comercio electrónico en el que prohíbe los derechos aduaneros para productos distribuidos digitalmente, como software y juegos, libros electrónicos, música y películas. El acuerdo, por el que México compromete legislación que garantice la negociación colectiva, rechaza la importación de productos elaborados en régimen de trabajo forzoso. El pacto rige por 16 años y será revisado cada seis.
Las cicatrices de la ruptura del viejo pacto y la dura consecución del nuevo acuerdo se hicieron evidentes en la ceremonia. Aunque en el nombre oficial -USMCA- Estados Unidos aparece primero, el primer ministro canadiense insistió en referirse al texto como el “nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte”.
El acuerdo no está exento de fuertes críticas fuera de lo comercial. El grupo ambientalista estadounidense Sierra Club expresó que este TLC “firmado apresuradamente” promueve el “legado contaminante” de Trump “por años” luego que deje el gobierno al ofrecer ayudas especiales “a contaminadores corporativos como (las petroleras) Chevron y ExxonMobil”.