Desde Guadalajara
Los días son demasiado intensos en la 32° Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL) para Claudia Piñeiro, ganadora del XIV Premio Pepe Carvalho 2019, que lo recibirá el próximo 31 de enero en Barcelona, en el marco del festival BCNegra. Esta distinción, que reconoce la trayectoria literaria de escritores en el ámbito de la novela negra, es también un homenaje a la memoria de Manuel Vázquez Montalbán y a su célebre personaje. Apenas comenzó a circular la noticia de este nuevo reconocimiento, la autora de los cuentos de Quién no –que los presentará en la FIL– iniciaba una seguidilla de entrevistas con los medios de comunicación mexicanos. El jurado formado por Carlos Zanón, como presidente, Antonio Iturbe, Marta Sanz, Xon Pagès, Daniel Vázquez Sallés y Sergio Vila-Sanjuán, decidió por unanimidad otorgarle el premio por considerarla “un referente ético y literario en su país y fuera de él, allá donde llegan sus traducciones, conferencias, artículos o charlas. Su narrativa goza de un talento innato a la hora de explicar historias, con adecuadas dosis de suspense. Con un camino claro y directo, dibuja argumentos y personajes que generan preguntas sin respuestas fáciles o cómodas”.
Piñeiro, que se suma a la lista de los premiados en anteriores ediciones como James Ellroy (2018), Dennis Lehane (2017), Donna Leon (2016), Alicia Giménez Bartlett (2015) y Andrea Camilleri (2014), entre otros, le dice a PáginaI12 que está “muy sorprendida y agradecida”. “Lo que me sorprende es que yo tengo muchas novelas que son de género negro y muchas que no; entonces nunca termino de reconocerme en ese lugar. Los límites de la novela negra se expanden cada vez más. Carlos Zanón, que ganó con Yo fui Johnny Thunders el premio Hammett en la Semana Negra de Gijón, fuerza los límites. En el caso de Marcelo Luján con Subsuelo, lo mismo; son novelas negras que están como en la periferia”, plantea la autora de Elena sabe y Tuya. “Yo siempre cito un texto de (Raymond) Chandler, El simple arte de matar, donde él dice que en una novela negra hay corrupción, hay jueces que se venden por una migaja o tu vecino te denuncia porque está prohibido tomar alcohol, pero a su vez él tiene hoteles donde se ejerce la prostitución. Todo esto me hace pensar que lo que escribo es novela negra. Quizá donde estoy en el margen es en considerar cuál es el crimen, porque hay cosas que la sociedad determina que es un crimen, pero a veces mis personajes están en el borde de situaciones que no son necesariamente un crimen, como en Una suerte pequeña, que no es un policial negro, pero hay una mujer juzgada por la sociedad como si hubiera cometido un crimen. Algunos de mis libros son claramente de género, como Betibú, Las viudas de los jueves o Las grietas de Jara, pero hay otros que están en el límite”.
–¿Las mujeres son menos premiadas en el género negro?
–El género negro ha estado bastante ligado a lo masculino. Sé que el premio lo ganó Alicia Giménez Bartlett, Donna Leon, P.D. James y alguna otra más… En los premios de la Semana Negra de Gijón hubo una controversia tremenda un año en que todos los finalistas eran varones. Yo llegué ese año a Gijón y me preguntaron qué pensaba. Me puse a indagar cómo se armaba la lista de finalistas y se hace en función de gente que va al festival, periodistas y críticos, que tienen que decir de todo lo que leyeron qué fue lo que más le gustó. El problema era que habían leído sólo a hombres. Como ellos leen solo hombres, eligen sólo hombres, podían estar premiados solamente hombres.