Alrededor de 129.000 personas, de las cuales el 20 por ciento lo desconoce, viven con VIH en Argentina, con una relación de 2,5 varones por cada mujer, y una tasa de mortalidad por sida sin cambios desde hace más de 15 años, a razón de 3,4 por cada 100 mil, según datos de 2016. Autoridades sanitarias destacaron que el primer nivel de atención y la descentralización son claves para pasar del control y la contención a la eliminación del VIH, en un reporte sobre el tema con motivo de conmemorarse el 1º de diciembre el Día Mundial de Lucha contra el Sida.
“El modo de gestión sanitaria vertical, necesario en los primeros años de epidemia, debe virar a un modelo de respuesta integral mediante la descentralización del cuidado de la salud”, sostuvo Miriam Burgos, subsecretaria de Prevención y Control de Enfermedades Comunicables e Inmunoprevenibles.
Desde 1981, cuando se detectaron los primeros casos, a la actualidad, fueron descubiertos y creados tratamientos cada vez más eficaces. Esto cambió la situación: si en un principio la infección por VIH era una condena de muerte a corto plazo, en la actualidad se puede acceder a una vida plena, casi sin restricciones, si se siguen los tratamientos. Si bien todavía no se encontró la cura, los retrovirales actuales sí pueden hacer que la carga viral sea indetectable. A raíz de esto, aumentan los casos de parejas con uno o los miembros con el virus que buscan ser padres.
El doctor Fernando Neuspiller, ginecólogo y especialista en fertilización asistida, explicó: “Se desa- rrollaron varias técnicas para permitir que las personas que se hayan infectado puedan ser padres. Hablamos de personas con VIH y no con sida, que es un síndrome generado por el virus cuando la infección avanza por no tratarse”.
Si el que tiene el virus es el hombre, “hay que tener en cuenta que el padre puede transmitir la infección a través del semen y de los espermatozoides. Entonces, primero se hace un análisis para ver la carga viral en la sangre. Si es baja, se hace un lavado de semen y luego se analiza la carga viral en los espermatozoides”, desarrolló el especialista. “Si la carga es alta, se lo deriva a un infectólogo, para el tratamiento con los antirretrovirales. Y cuando la carga es baja, o indetectable, se procede a la inseminación artificial (siempre que la mujer sea joven, que en este contexto quiere decir que tenga menos de 36 años)”. Neuspiller explicó que la edad de la mujer incide en la “normalidad de los óvulos. A partir de los 35 años aumenta rápidamente el porcentaje de óvulos anormales, que por lo tanto no son aptos para la implantación”. Si no se consigue bajar la carga viral en el hombre, se aconseja a la pareja una donación de semen.
Si la mujer está infectada, “se debe conseguir que la carga viral baje, con el tratamiento a cargo de los infectólogos. Porque el virus puede transmitirse no sólo por el óvulo, sino también en el parto y a través de la leche. Si los retrovirales no logran bajar la carga viral, es obligación de todos los implicados (la pareja y los profesionales) desistir del embarazo y buscar otras formas de acceder a la paternidad”, afirmó Neuspiller.
Sobre el final de la charla, el médico se refirió al caso de los médicos chinos que aseguraron haber “creado” dos gemelas genéticamente modificadas para que sea “resistente al VIH”. “Respecto de esto, hay que tener en cuenta varios aspectos. Esta técnica, que se llama CRISPR, no está bien estudiada, no está protocolizada. Entonces, desde el punto de vista científico (sin entrar en consideraciones morales) es absolutamente repudiable usarla en seres humanos (si es cierto lo que dicen estos médicos chinos, porque no hubo ninguna comunicación científica). Para que quede claro, es como el caso de la talidomida, que se usó para controlar las náuseas en las embarazadas, sin saber (porque no se la había estudiado lo suficiente) que provocaba tremendas malformaciones fetales. No se sabe realmente cuáles son los efectos de esa técnica de edición de genes”, insistió.