Uno de los tres ejes elegidos por el gobierno argentino para su presidencia del G-20 es el futuro del trabajo. No se trata de diseñar estrategias para hacer frente al proceso de precarización, flexibilización y destrucción de los puestos de trabajo. La declaración realizada durante la reunión ministerial de empleo sostiene que frente a los cambios presentados por la digitalización, la automatización, la globalización, las transiciones demográficas y la migración, se busca “maximizar las oportunidades y permitir que los trabajadores y empleadores se beneficien de ellas”. “El futuro del trabajo y el déficit cero son incompatibles. No se trata de bajar los costos laborales como hace el gobierno sino de planificar, formar y regular”, señaló a PáginaI12 la socióloga Marta Novick, que entre 2009 y 2015 se desempeñó como sherpa laboral.
“Existe una visión apologética vinculada a las nuevas tecnologías y las plataformas digitales que ignora los riesgos y desafíos. Detrás del discurso sobre el ‘futuro del trabajo’ está la ideología que convierte a todos en emprendedores. Formar parte de Glovo, Uber o Rappi no es emprender sino una estrategia de supervivencia”, expresó la ex secretaria de Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo. “Es cierto que existen oportunidades vinculadas a las transformaciones que experimenta el mundo del trabajo que te permitirían acercarte más a los países centrales. Pero para eso hace falta política industrial y educativa. Tenés que invertir mucho y fortalecer las instituciones laborales. Hay que tener un proyecto que se ocupe de eso. Este gobierno no tiene un plan. El ajuste no es compatible”, consideró Novick en diálogo con este diario.
Si bien la declaración ministerial destaca elípticamente la necesidad de regular las nuevas formas de trabajo –“marcos institucionales innovadores”–, la investigadora del Conicet y miembro de la UMET advierte que “el eje dejó de estar en la promoción y protección del empleo que junto con el rechazo a la flexibilización fueron puntos centrales en anteriores cumbres. La agenda del desarrollo inclusivo fue desplazada por el debate sobre las barreras comerciales y la obsesión por los equilibrios fiscales, o sea la austeridad”.
La declaración realizada a comienzos de septiembre en Mendoza durante la reunión ministerial de empleo sostiene que “abordar las desigualdades de ingresos es central para lograr mejores trabajos, sociedades más inclusivas y un crecimiento económico más sólido”. Sin embargo, Novick advierte que “la discusión sobre el futuro del trabajo ignora la necesaria articulación entre las políticas económicas, laborales, financieras, comerciales y educativas para promover la creación de puestos de trabajo registrados”.
“El empleo perdió jerarquía en Argentina y en el G-20. A nivel local se degradó el área laboral para jugar al libre mercado dejando de lado la necesaria regulación en una relación asimétrica como son el capital y el trabajo. En el G-20 que ahora encabeza el país, los ministros de trabajo ya no se reúnen con sus pares de finanzas para discutir sobre la distribución del ingreso y la articulación entre las políticas para impulsar la creación de puestos de trabajo”, lamentó Novick.
Los otros dos ejes impulsados por Argentina son la infraestructura y el futuro alimentario sostenible. Los países del grupo discuten alternativas para convertir a los proyectos de infraestructura en activos financieros atractivos para el sector privado. La herramienta promovida por el gobierno argentino son los proyectos de participación público-privada (PPP).
La inversión pública es uno de los componentes del gasto más expuesto al ajuste fiscal comprometido con el Fondo Monetario Internacional. A través de las obras licitadas bajo el esquema de PPP, el gobierno intentará amortiguar esa merma financiando las iniciativas con nueva deuda. La perspectiva privatizadora soslaya el rol central que jugó a lo largo de la historia la inversión pública.